Por: Ricardo Angoso
Praga era una de las grandes capitales judías de Europa, aunque numéricamente la cifra de judíos que vivían en la capital checa en 1939 era muchísimo menor al de las grandes capitales judías, -si lo comparamos con Budapest, Bucarest, Cracovia, Lodz, Kiev e incluso Minsk-, antes de la gran catástrofe del Holocausto. En esa fecha, en el año que iba a estallar la Segunda Guerra Mundial, vivían en Praga 56.000 judíos, una población muy lejos de los 400.000 de Varsovia o los 230.000 de Lodz. Pese a todo, conviene conocerla y recorrerla en profundidad porque una buena parte del patrimonio arquitectónico judío, a pesar de la brutal represión nazi, se ha preservado hasta ahora y se encuentra concentrado en el barrio conocido como Josefov, uno de los asentamientos judíos quizá más antiguo de Europa.
Los primeros judíos llegaron a Praga en el siglo X y ellos fueron, mayoritariamente, comerciantes. Tras el incendio que arrasara en 1142 el asentamiento judío al pie del Castillo de Praga, en el barrio de Malá Strana, la vida de la comunidad hebrea se trasladó a la Ciudad Vieja de Praga donde se formó el Barrio Judío. También de esa época datan las primeras persecuciones judías durante las Cruzadas católicas. Al parecer, El primer pogromo (acto de violencia contra una comunidad judía) del que se tiene noticia en Praga ocurrió en 1096 durante la Primera Cruzada, cuando se obligó a los judíos a concentrarse en un barrio amurallado. La comunidad judía de Praga fue muy importante y prestigiosa en las pasadas centurias e incluso en esos tiempos inciertos. Los judíos utilizaban como su símbolo la estrella de David y algunos hebraístas incluso consideran que fue en Praga donde nació este símbolo universal del judaísmo.
"En 1270 se construyó la sinagoga Vieja-Nueva -la más antigua de la ciudad. En 1292 el rey Otakar II de Bohemia publica los Statuta Judaeorum, que da un estatus de autonomía administrativa a la comunidad judía. Durante la Semana Santa 1389 más de 3000 judíos fueron masacrados durante el Domingo de Pascua, uno de los más sangrientos pogromos contra esta comunidad. En el siglo XVI, Josefov comenzó a prosperar, sobre todo gracias a Mordecai Maisel, alcalde del barrio judío, que se convirtió en el Ministro de Hacienda e hizo una gran fortuna. Con sus ayudas para el desarrollo de la judería fue posible, entre otras cosas, la construcción de la sinagoga Maisel. Fue en ese momento en que el rabino Rabbi Judah Loew creó el mito del Golem de Praga", asegura una página Web dedicada a los judíos de Praga. (Fuente citada y consultada).
Praga también es conocida por ser la creadora del Golem, como ya se ha dicho antes, un figura de barro creada por una chispa divina del folclore medieval y la tradición judía, pero sobre todo la checa. El Golem habría sido creado en la Edad Media por varios rabinos y die pie a numerosas leyendas, novelas e incluso películas. También el escritor Gershom Scholem, en su obra La Cábala y su simbolismo, asegura que el Golem es una figura que cada treinta y tres años aparece en la ventana de un cuarto sin acceso en el gueto de Praga.
La suerte de los judíos cambió súbitamente gracias al Emperador José II, quien decretó el famoso "Edicto de la Tolerancia", en 1781, y otorgó ciertos derechos ciudadanos a los judíos del Imperio. Más tarde, en 1850, el barrio judío de la ciudad fue rebautizado como Josefstadt ('Ciudad de José', en alemán), en honor al emperador José II, quien emancipó a los judíos mediante la publicación del edicto ya reseñado. Dos años antes, los judíos recibieron permiso para establecerse fuera del gueto, por lo que la proporción de población judía se redujo en Josefov, que es como se conoció después a Josefstadt. En el barrio, al parecer, sólo quedaron los judíos más ortodoxos, reacios a mezclarse con gentiles (cristianos) y los más pobres. Gran parte del barrio fue demolido entre 1893 y 1913 a causa de una iniciativa inspirada en el plan Haussmann de París. Al final de las obras quedaron en pie seis sinagogas, el cementerio y el antiguo ayuntamiento (hoy parte del Museo Judío de Praga).
Paulatinamente, y sobre todo tras el reconocimiento de ciertos derechos civiles a los judíos, la comunidad se fue integrado social y políticamente en el país, adquiriendo un notable desarrollo económico y comunitario. A partir de 1899, en un proceso parecido al que se vivía en otras partes de Europa, donde predominaba la ideología sionista en el sentido del retorno a Israel como única forma para la supervivencia del judaísmo, el nacionalismo judío irrumpe en Praga. En 1899, el sionismo comenzó a hacerse popular en Praga entre los jóvenes profesionales y estudiantes. Estos pequeños grupos de seguidores de Teodor Herzl formaron su propia organización sionista, Bar Kochba, que publicó Selbstwehr ("Autodefensa"), una publicación quincenal sionista en Praga de 1907 a 1938.
La forma de expresión de los judíos siempre fue el alemán y la cultura judía de entonces, en esa Praga bohemia, civilizada y relativamente plácida, que todavía no presentía que muy pronto se haría presente la barbarie, se caracterizaba por una vibrante y notable actividad. Son los años en que surgen los grande escritores judíos de Praga, entre los que destacan Franz Kafka, Fran Werfel y Max Brod.
La vida de los judíos de Praga está absolutamente ligada a la de Checoslovaquia, país creado tras la Primera Guerra Mundial y como resultado de la derrota de las potencias centrales y la disolución del Imperio Austro-Húngaro, y a los avatares que el país sufrió en la primera mitad del siglo XX. En 1939, Eslovaquia, bajo los auspicios y la tutela de la Alemania nazi, declara la independencia y los países checos son forzados a firmar un Tratado de Protección con Berlín, produciéndose, al día siguiente, la invasión por parte alemana. Los checos también son obligados a entregar los Sudetes a Alemania. En ese entonces, se calcula que entre nacionales y llegados de fuera ante el avance alemán había en esos momentos en Praga unos 96.000 judíos.
Debemos reseñar que Hitler envió como Protector de Bohemia y Moravia a uno de los personajes más siniestros del nazismo, Reinhard Heydrich, más conocido como el "carnicero de Praga", y que moriría asesinado en esta ciudad, en 1942. Eso no fue óbice para que la maquinaría alemana del Holocausto se pusiera en marcha y miles de judíos fueran enviados a los campos de la muerte. Se calcula que el número total de asesinados en toda Checoslovaquia ascendió a los 150.000, repartiéndose casi a dos mitades entre Eslovaquia y los territorios checos. Se calcula que en el 1945 quedaban apenas unos 15.000 hebreos en el país, de los cuales se calcula que más de la mitad partió hacia Israel u Occidente tras la llegada al poder de los comunistas en Praga.
Si durante el Holocausto fueron demolidas casi un centenar de sinagogas, después de la guerra los comunistas destruyeron otras 90. En 1952, siguiendo órdenes de Moscú, que estaba alentando una persecución claramente antisemita contra los médicos judíos del dictador Stalin que supuestamente estaban conspirando contra su vida, el Secretario General de los comunistas checos, Rudolf Slansky, fue detenido junto con otros catorce dirigentes comunistas, casi todos judíos como él y 11 de los acusados fueron condenados a muerte. La ejecución de los condenados fue inmediata y marcó el inicio de una tensa relación entre el poder comunista y la comunidad judía superviviente del Holocausto.
A partir de ese momento, y sobre todo tras el alejamiento de la Unión Soviética y todo el bloque socialista de Israel, la vida judía comenzó a languidecer hasta casi desaparecer. Cuando la Unión Soviética, con la ayuda de sus aliados socialistas, invadió y ocupó Checoslovaquia para poner fin a la primavera de Praga, se calcula que unos 3.400 judíos abandonaron el país. Entre 1968 y 1989, no se habló oficialmente del Holocausto en el país y bajo el régimen comunista no se hizo un reconocimiento ni público ni oficial de este hecho. En 1989, con la caída del régimen comunista y la llegada de las libertades, la vida judía se fue abriendo su espacio en la sociedad checa y las comunidades hebreas comenzaron a organizarse abiertamente. Se abrieron y renovaron las viejas instituciones hebreas, se hicieron obras en numerosas sinagogas, proliferaron libros y estudios sobre la vida judía de la República Checa y, en fin, comenzaba una nueva época para los judíos checos. En la actualidad, hay que reseñar que viven entre 3.000 y 4.000 hebreos en todo el territorio checo, de los que se calcula que la mitad lo hacen en Praga.