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Futuro demográfico de Israel

Por: Jack Goldstein

Desde hace tiempo atrás espero con ansiedad la primera edición del Jerusalem Post de cada año. Vienen ahí los datos estadísticos básicos de la demografía israelí. Para este año, la cifra indica que el país superó los 9.1 millones de habitantes, que su población judía se mantiene sobre el 74% y que la aliyá subió 20% a 34.000 provenientes de los clásicos lugares de origen:  Rusia, Ucrania, Francia y Estados Unidos.

De niño, recuerdo datos que hablaban de casi 3 millones de habitantes y que había otro tanto de judíos casi que perdidos para siempre tras la cortina de hierro. Había una curiosa comunidad de 100 mil falashas en rincones recónditos de Africa. Argentina contaba con una comunidad inmensa de medio millón de judíos. En total, unos 12 millones de paisanos regados por todo el mundo, dos terceras partes de lo que llegamos a ser antes de la Shoa.

Hoy en día, es posible afirmar que ya hay más judíos viviendo en Israel que en Estados Unidos. Eso puede ser muy positivo, pero en esa parte del mundo, también es un gran riesgo. Los pozos que nutrían la aliyá, la Unión soviética y Etiopía, ya casi que se secaron. Lo impensable hasta hace poco tiempo se ha convertido en nueva fuente de inmigrantes: Francia. Pero lo impensable en nuestra historia no debiera serlo. Los grandes problemas llegan a menudo desde donde mejor estamos. ¿Seguirá recibiendo Israel flujos estables de cerca de 30 mil inmigrantes por año? ¿Vendrá acaso una gran oleada de países como Francia, Hungría, Inglaterra y Ucrania que en conjunto suman un millón de judíos? ¿Será que la sorpresa venga desde Estados Unidos por cuenta del ascenso de un mundo fascista de derecha, o por la llegada más amenazante unos demócratas entreguistas y antisionistas? Ese sería un escenario casi que mesiánico y apocalíptico.

¿Qué más preguntas pudiéramos hacernos?

-¿Podrá Israel mantener ese 75% de población judía por tiempo indefinido? Incluso después de haber recibido a un millón de inmigrantes de la antigua Unión Soviética y de que los índices de crecimiento de la población árabe hayan decaído fuertemente, es con la ayuda de la inmigración de 30 mil judíos al año que apenas se logra mantener esas proporciones

-¿Qué pasa con la yeridá? Poco solemos hablar sobre la población judía que sale de Israel. Hoy en día son cerca de un millón de viviendo en Estados Unidos, Alemania, Canadá o Taganga. ¿Acaso regresarán varios de ellos a Israel? ¿Seguirá la emigración a su ritmo de 10 mil por año? Es incierto si Israel atrae a mentes científicas o si, por el contrario, no ofrece ya lo suficiente para seguir siendo ese centro de innovación y desarrollo.

-¿Será Israel un país abierto a los judíos del mundo, o será que cada vez más caeremos en las garras de un rabinato odioso y excluyente? Las tasas de crecimiento de la población haredí siguen galopantes, muy por encima del promedio nacional. Eso hace que su población se vuelva más grande y por ende tenga más poder político. Ese poder político se puede convertir en arma nefasta para la aliyá e incluso para la sana convivencia civil en zonas donde ni si quiera son mayoría. Para muchos de línea secular, Israel se está volviendo invivible.

-¿Llegará acaso un proceso de paz, en cualquier de sus términos, que implique bien sea dos estados separados y transfer de poblaciones, o un estado binacional sin fronteras claras ni regulaciones migratorias ciertas?

-¿Logrará ser Israel el país con índice de vida más alto del mundo? ¿Ser el más longevo? No falta mucho, pero sus poblaciones ortodoxas y árabes rezagan los logros.

-¿Logrará su población árabe integrarse más a la sociedad civil, seguir reduciendo sus índices de natalidad? ¿Podrán acaso integrarse plenamente en barrios y ciudades que hasta hoy siguen estando segmentadas?

-¿Enfrentaremos guerras impensables? ¿Cambios climáticos tendrán su influencia?

-¿Será Israel un país más abierto a otras inmigraciones no judías, como por ejemplo de sudaneses o filipinos?

Las tendencias demográficas suelen variar poco en el corto plazo, pero cuando cambian, suelen reflejar cambios bruscos en factores con serio impacto en la identidad de una nación.