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Se va, se va… el legado de Obama

Por: Moshe Govrin

Alfe Menashé, Enero 15, 2017

Lamento quitarles algunos minutos. Les pido leer hasta el final. Gracias.

Obama tiene un carisma excepcional sin dudas, es capaz de pronunciar un discurso con una elegancia estilística suprema, tocando las fibras más íntimas y pintar una realidad mágica a lo García Márquez…

Lo seguí con atención en el discurso de despedida pronunciado en Chicago. Confieso que me emocionó con los gestos finales, incluso me gustaron las referencias a la democracia de los EEUU. No me gustaron las menciones no explicitas a su sucesor. Que pesar que recibió el Premio Nobel a la Paz por sus palabras y su sueño al respecto y no el premio Nobel de Literatura…

Cuando le dieron el premio Nobel creí que era exagerado, pero me dije veamos si su sueño de paz sobre la tierra puede ser alcanzado; confieso también que me sentí emocionado, aunque tenía otra preferencia, cuando Obama fue electo presidente. Qué extraordinario ver a un afroamericano acceder a la presidencia de los EEUU. Qué prueba de madurez política aun cuando no todos los americanos lo aceptaban.

Hoy debo confesar que me alegra que el mandato de la administración Obama - Kerry llegue a su fin. Cuento las horas…

No sé cómo será el nuevo gobierno, pero no creo que sea peor para Israel. Quiero creer que las declaraciones de Trump antes y después de las elecciones se cumplirán. Hay especialistas que creen que empeorará la crisis del Medio Oriente, que si se traslada la embajada de EEUU a Jerusalem, reconociéndola así finalmente como la capital del Estado (terminando con la ficción de Tel Aviv como capital) explotará el volcán y nadie sabe que podrá pasar. Kerry advierte también de esa posibilidad.

¿Realmente?... ¿Explotará un volcán?... ¿Y ahora como está la región?, la paz cunde por doquier, ¿verdad?; Irak, Siria, Yemen, Libia, Sinaí, Africa… Terror. Todos paraísos, ¿verdad?

Son los mismo especialistas que dijeron Trump no puede ser candidato, Trump no puede ganar las elecciones, Trump no podrá hacer un buen gobierno.

Quiero creer que Obama, Hilary Clinton y Kerry tienen buenas intenciones. Quiero creer que su visión del mundo aun cuando no la comparto es la que se expresa en sus declaraciones. Pero alguien alguna vez dijo que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones.

En ocho años, Obama no ha aprendido nada sobre el conflicto israelí-palestino. Creo que tampoco del Medio Oriente. Trató de hacer la paz con el Islam a partir del discurso de la Universidad al-Azhar en El Cairo (2009), allí estableció las bases de la nueva relación con el Islam, borró toda mención al terror y al terrorismo, de hecho, produjo la mal llamada “primavera árabe”, yo la llamo el “invierno” árabe. Aludió como posibles causas del extremismo a las económicas y a las políticas. No mencionó (¿se olvidó?) de comentar la Yihad.

En ese discurso y también en el de despedida habló de quienes hablan “supuestamente” en nombre del Islam. Pero todos los terroristas son musulmanes aun cuando no todos los musulmanes son terroristas. En el discurso del Cairo comentó que otras de las causas utilizadas por los radicales para justificar sus acciones es el conflicto palestino-israelí, por ello y aun cuando recordó el vínculo inquebrantable existente entre Washington e Israel, criticó la situación en la que vive el pueblo palestino y la necesidad de crear dos Estados que impida que este tema pueda seguir siendo utilizado para legitimar acciones violentas y se comprometió a encontrar una solución “justa” al problema.

Pero creó una simetría entre el dolor del pueblo judío a lo largo de su trágica historia y el dolor de los refugiados palestinos.

¿Simetría?

En primer lugar la base de la creación del Estado de Israel es el Sionismo y no la Shoá. Sionismo es el regreso de los judíos a la historia como una nación soberana en Sion, nuestra patria. Desde la frustrada rebelión de Bar Kojba en el 135 de la E.C. y hasta la creación del Estado de Israel en 1948 no hubo ninguna otra entidad política.

Los invasores árabes hicieron lo que ni siquiera los Cruzados se atrevieron: construyeron sobre las ruinas del Templo Sagrado una mezquita y ahora niegan que en ese sitio la hubiera habido alguna vez. Ese es el espíritu de la resolución 2334 que se votó en la noche de Shabbat y primera vela de Januká. No hay relación entre el Monte del Templo y el Kotel con el judaísmo.

Ese es también el texto del discurso posterior de Kerry.

No soy de los que niegan el sufrimiento de los palestinos. Aún viven, es una forma de decir, en campamentos. Sus hermanos no los integran. En la mayoría de los casos ni siquiera les permiten trabajar. Les fomentan el sueño del “regreso”.

En los últimos días vemos una escalada en parte del mundo occidental y en su prensa para solucionar el “problema” palestino. (Conferencia de París; reunión de cancilleres de la Unión Europea; reunión del Consejo de Seguridad) y dicen que nosotros con los asentamientos “ilegales” ponemos obstáculos a la paz.

Solo un poco de historia

En 1947 la ONU votó la creación de dos estados en Palestina –un Estado judío y un Estado árabe. Los árabes lo rechazaron y trataron de acabar con el Estado judío en la Guerra de Independencia y en las acciones de terror desde 1947 hasta la Guerra de los Seis Días.

Desde 1947 los árabes pudieron establecer su Estado, pero no lo hicieron.

Su propósito fue y sigue siendo no la creación de su estado sino la destrucción de Israel.

Hasta la Guerra de los Seis Días no había asentamientos en Judea, Samaria y Gaza. Y no había paz… El relato que los asentamientos “ilegales” (aun cuando la Convención de Ginebra establece otra cosa, ¿pero a quien le interesa el derecho internacional cuando la máquina de contar dedos tiene mayoría?) son un obstáculo para la paz es la justificación para no negociar directamente.

Los palestinos deben abandonar la violencia. (Eso dijo Obama en Cairo). Los palestinos deben negociar directamente. No llevar el tema a la arena internacional y que alguien les saque las papas del fuego.

El profesor de derecho de Harvard, Alan Dershowitz, señaló en un artículo del 28 de septiembre de 2011 que si los palestinos lograran retornar al estatus anterior al ataque jordano en 1967, entonces la agresión militar no habría sido castigada, sino recompensada, y argumentaba: “Es por ello que la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU – que en esencia fue un tratado de paz como resultado de la Guerra de los Seis Días [de 1967] – estaba destinada a que Israel retuviera el territorio necesario para otorgarle fronteras seguras…”. 

Además, Dershowitz apuntaba que hay que tener en cuenta cómo se llegó a la situación: “El rechazo árabe de la recomendación de partición de la ONU [en 1947, que preveía que Jerusalén y Belén fuesen un cuerpo separado de los dos estados previstos] y el ataque contra el nuevo Estado Judío que resultó en la muerte del 1% de los judíos; el ataque emprendido por Jordania y sus soldados palestinos contra Israel en 1967, que terminó con la captura de Cisjordania por parte de Israel; la oferta hecha por Israel de cambiar tierra por paz que fue rechazada en Jartum con los infames tres ‘no' – no a la paz, no al reconocimiento y no a la negociación [con Israel]; la generosa oferta de estado que hizo Israel en 2000-2001 que fue rechazada y a la que se respondió con violencia; la subsecuente, y más generosa, oferta de Olmert, que no fue aceptada por el presidente Abbas”.

Lo más deplorable es la traición de Obama y el extenso discurso de Kerry en el cual abandonaron la tradicional política americana que además estaba el marco de la resolución 242 de la ONU (1967), según Eugene V. Rostow (Subsecretario de Estado para Asuntos Políticos del presidente Johnson) la resolución 242:

“La norma... Refleja la amarga experiencia no sólo de Israel, sino también de Gran Bretaña, Estados Unidos y de Dag Hammarskjöld, ex Secretario General de la ONU… [que] persuadieron a Israel a que se retirara del desierto del Sinaí en 1957 a cambio de la promesa de Nasser de mantener abiertos al tráfico naviero israelí el Canal de Suez y los Estrechos de Tirán; detener todos los ataques de guerrilla contra Israel desde territorio Egipcio y hacer la paz. Todas esas promesas fueron incumplidas. Esa historia es la fuente de la primera de las dos disposiciones territoriales de la resolución 242, que los israelíes no están obligados a retirarse de ninguna parte de los territorios ocupados hasta que cada uno de los estados árabes haga la paz. Y la palabra ‘paz' en la resolución 242 significa una paz plena y formal, no meramente el abandono de todas las demandas de los derechos de beligerancia”. 

Ninguno de los Acuerdos de Oslo prohibió la actividad de establecimiento (“asentamiento”) israelí, es decir, los “asentamientos” no son un obstáculo para la paz, algo bien distinto es que los líderes palestinos lo utilicen como excusa para evitar los compromisos de una negociación sin precondiciones.

El discurso de Kerry fue tan tendencioso como la abstención. 

Atacó al gobierno como el más derechista de la historia política de Israel. Sin considerar la reprobación que causó en las declaraciones de la Premier británica que gobiernos electos democráticamente deben ser respetados, el gobierno Obama fue el más izquierdista de la política de EEUU. ¿Entonces quedamos empatados?

(Los críticos en la izquierda de EEUU e Israel lloriquean porque el sistema político no haya producido un Gobierno que apoye sus minoritarios puntos de vista, ignorando la realidad de que es el fracaso de anteriores iniciativas de paz las causantes del giro de los votantes israelíes hacia la derecha).

Kerry no mencionó las repetidas ofertas de Israel para poner fin a la ocupación y los asentamientos y crear un Estado palestino, la omisión de estos puntos importantes muestra su tendenciosidad.

Kerry también aludió a los refugiados palestinos sin siquiera mencionar el igual número de refugiados judíos procedentes de países árabes y musulmanes. Si los refugiados palestinos merecen compensación, ¿por qué los judíos no?

Kerry pareció confirmar que, bajo su punto de vista, ningún cambio en las líneas previas a 1967 será reconocido sin acuerdo mutuo. Esto quiere decir que la plaza en la que se reza en el Muro Occidental, las vías de acceso a la Universidad Hebrea y al hospital Hadasa del Monte Scopus y el Barrio Judío de Jerusalén son ahora territorios ilegalmente ocupados. Esto es, por supuesto, inaceptable para los israelíes. 

Al no distinguir entre la expansión de los asentamientos en el corazón de la Margen Occidental y el reclamo de las zonas históricamente judías en el corazón de Jerusalén, Kerry cometió el mismo error crucial que la resolución del Consejo de Seguridad 2334. Kerry piensa que ambas son igualmente ilegales. (¿Cuando Obama rezó en 2008 en el Kotel se convirtió en un delincuente?)

La parcialidad de Kerry ha sido también evidente en su fracaso a la hora de presionar al liderazgo palestino para que aceptara la oferta de Netanyahu de empezar negociaciones de inmediato y sin condiciones. En su lugar, pareció justificar la falta de voluntad palestina.

El pesimismo de Kerry a propósito de la solución de los dos Estados entraña la amenaza de la profecía auto-cumplida. Ya que los asentamientos existentes –incluso si se expanden– no representan ningún peligro para esa solución si los palestinos realmente quieren poseer su propio Estado más de lo que desean que no haya un Estado judío. 

Cuando dijo que Israel con los asentamientos no puede ser también judía y democrática olvidó que ya lo es. Alrededor del 20% de la población israelí es de origen árabe. Israel es el único país del Medio Oriente donde no hay refugiados árabes y el único en el que la población cristina se incrementa.

El principal obstáculo es la falta de voluntad palestina para aceptar la resolución de Naciones Unidas de 1947. Los palestinos no están dispuestos a firmar acuerdos territoriales que conduzcan a una solución de dos Estados. Siguen apoyando la estrategia según la cual aceptarían un Estado palestino en la Margen Occidental y Gaza, pero sólo como una primera fase de la liberación definitiva de toda Palestina, un objetivo que se refleja en sus medios de comunicación, mapas, crucigramas, insignias de Fatah y cualquier otro lugar imaginable.

Deben reconocer explícitamente la existencia de Israel como Estado-nación del pueblo judío. Kerry no aludió lo suficiente a esta cuestión.

Lo más importante que dijo Kerry es que la Administración Obama no reconocerá unilateralmente el Estado palestino sin un acuerdo entre Israel y los palestinos. ¿Será cierto o tendremos algún otro regalo de despedida?

Kerry podría haber hecho un auténtico servicio a la paz si hubiera presionado al liderazgo palestino a sentarse a la mesa de negociaciones con tanta dureza como lo hizo con el liderazgo israelí para que pusiera fin a la expansión de los asentamientos, pero su alocución tendenciosa no dejará avanzar el proceso de paz. 

Esperemos que no lo haga retroceder demasiado…Qué oportunidad perdida… Una tragedia que podría haber sido fácilmente evitada con un enfoque más equilibrado en el Consejo de Seguridad y en el discurso del propio Kerry ya que Obama y Kerry sólo sigue viendo fallos en Israel.

La verdad es que, con toda la violencia que hay en Oriente Medio, y ahora en Estados Unidos, resulta absurdo que la Casa Blanca y el Departamento de Estado sigan obsesionados con reprender públicamente a Israel por sus políticas de vivienda.

Han pasado más de veinte años desde que los Acuerdos de Oslo dieran pie a las esperanzas de poner fin al conflicto, Pero la violencia palestina nunca cesó, y los compromisos territoriales adquiridos por Israel no condujeron a la paz. 

Cuando Israel evacuó todos los asentamientos y colonos de Gaza y dio a los palestinos la oportunidad de empezar a construir una infraestructura de Estado, quedó demostrado que la derecha israelí tenía razón cuando predijo que los palestinos se embolsarían todas las concesiones, tratarían de conseguir más cosas sin dar nada a cambio e intensificarían su actividad terrorista. Si la ocupación terminase mañana, el conflicto seguiría y los israelíes correrían un peligro más grave, porque los terroristas estarían libres de responsabilidades, y con capacidad para amenazar aeropuertos, núcleos urbanos, centros industriales y hasta la capital de Israel.