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Los días sin Mikve y las aguas naturales

Por: Rav Daniel Shmuels

La pandemia mundial conllevó a que muchos aspectos de la vida judía cotidiana cambiaran; entre ellos, el uso continuo de la Mikve (baño ritual de purificación). Dentro de una comunidad ortodoxa, en general, son las mujeres casadas o a punto de contraer matrimonio las que se pueden ver más afectadas debido a las leyes de Taharat HaMishpajat (pureza familiar); empero, cuando existe el Minjag (costumbre) que los hombres también se sumerjan en las aguas rituales antes del rezo de Shajarit (mañana), nosotros también nos podemos ver afectados.

A pesar que en muchos lugares del mundo se ha logrado regresar al uso normal de la Mikve bajo los lineamientos de salubridad establecidos por las respectivas autoridades de salud y por las comunidades mismas, en muchos otros la pandemia continúa esparciéndose y por ende muchas Mikvaot siguen cerradas.

Para aquellas que ya abrieron sus puertas, la cosa cambió bastante y el asunto puede llegar a sonar chistoso por las circunstancias que rodean la nueva apertura; por ejemplo, antes de la pandemia una mujer iba a la Mikve y antes de su inmersión la supervisora revisaba sus uñas, su pelo, etcétera, hoy en día la primera cosa que se hace es tomarle la temperatura y enseguida indicarle a removerse la máscara para proceder con el ritual sin que ella hable hasta que pronuncie la Brajá (bendición) de la inmersión.

De cualquier forma, para aquellas comunidades que aún tienen sus Mikvaot cerradas y para aquellos comunitarios que necesitan el uso de la misma, queda la solución de las aguas naturales. 

Si bien es cierto que las aguas naturales pueden servir como Mikve, no todas las aguas naturales son creadas de igual manera y no todas ellas pueden funcionar como Mikvaot. Las leyes concernientes a lo que constituye una Mikve y cómo se debe construir una Mikve hecha por el hombre se encuentran en la Mishná en la sección de Mikvaot. Haciendo un resumen súper corto se pude decir que una Mikve debe estar conectada a un manantial natural de agua, o a un pozo natural de agua, o estar conectada a una cisterna que contenga agua de lluvia. 

Con esto dicho, obviamente los océanos y mares son considerados una Mikve natural porque son considerados manantiales y utilizarlos está permitido. Así mismo los ríos que no originan de agua de lluvia sino que surgen de un manantial natural. El inconveniente con los riachuelos es el tamaño; el cual, no permite la inmersión de una persona adulta. En el caso de ríos formados por agua de lluvia es necesario que la inmersión se haga en un lugar donde el agua no se mueva y a la vez sea lo suficientemente profunda para la inmersión, esta última opción no es recomendable para la gran mayoría de las opiniones rabínicas. 

Ahora bien, valga la aclaración, cuando hablamos de Mikvaot naturales, como el océano, es imperativo que la persona que se va a sumergir sepa nadar y que se revisen los horarios de marea, que hoy en día se encuentran en todo teléfono inteligente. Así mismo, por razones de seguridad, debido a que la inmersión de mujeres casadas se debe hacer de noche es muy importante que la zona escogida esté bien iluminada y sea segura. De acuerdo a algunas autoridades rabínicas, si la zona escogida no es segura de noche, la inmersión se puede hacer durante el día.

Es nuestra costumbre que una mujer supervise la inmersión de otra mujer para verificar que la inmersión sea completa y responder a la Brajá de la inmersión; de cualquier forma, hay muchas opiniones rabínicas que permiten que el marido haga la supervisión en caso de circunstancias extremas y/o que no haya una mujer apta disponible.

Sin embargo, como dice el dicho, del dicho al hecho hay mucho trecho. Y eso es muy cierto cuando de Mikvaot naturales se trata. En teoría todo suena muy lindo y coherente pero enfrentarse con esta realidad, día a día, puede resultar complejo por las múltiples situaciones que pueden surgir. Hace poco, en cena de Shabat, tuvimos como invitada de honor a la supervisora de la Mikve comunitaria y su familia.

En el momento en que ella me comentó su decisión de hacer este tipo de supervisión repasamos las leyes básicas ya mencionadas teniendo en cuenta diferentes situaciones que pudiesen surgir. De cualquier forma, la situación se dio para poder adentrarnos más en la cotidianidad de dicha labor.

Aparte de los múltiples casos cómicos que surgen como la mujer que le tiene miedo al mar, o que el agua está muy fría y no puede ni hablar para decir la Brajá, o el pez que le roza las piernas y piensa que es el monstruo del lago Ness, o la inevitable picadura de medusa que cancela el ritual por completo (en el cual no se utilizó el tratamiento que la mayoría usa para tal situación), fueron varios datos los que ella nos enseñó a todos los presentes.

Lo primero que nos comentó es que la situación no es para nada fácil. Lo más difícil es encontrar el lugar adecuado para la inmersión como tal, donde el agua sea calmada y el lugar sea claro y seguro. Verificar, una y otra vez, que la limpieza profunda antes de la inmersión debe hacerse en el hogar para sólo verificarla antes de entrar al agua fue algo que surgió en muchas ocasiones. Algo muy interesante que nos relató es que ella recomienda que las mujeres vayan con sandalias y entren al agua con ellas porque permite que la arena o piedras no se queden estancadas en los pies o dedos y antes de la primera inmersión asegurarse que se han quitado las sandalias y los residuos de arena que pudieron haber quedado. 

En su opinión, lo más apropiado es utilizar un camisón grande para ingresar al agua porque un vestido de baño o una bata resultan ineficaces para el objetivo. Igualmente, lo más seguro es hacer la inmersión justo antes que empiece a caer el sol para que haya luz suficiente y así poder observar la inmersión adecuadamente.

Ella también recomienda que la persona que se va a sumergir nade un poco y se sienta cómoda en la zona escogida, de esta manera la inmersión va a ser más relajada y eficaz. En la hora en que empieza a caer el sol la persona se quita el camisón, se lo pasa a ella y hace las inmersiones debidas con su Brajá respectiva. Al final, ella admitió que el proceso de utilizar el océano como Mikve puede resultar abrumador y no es una recomendación que haga a nadie a menos que sea totalmente indispensable. 

Supongo que la situación se torna un poco más compleja en zonas frías; sin embargo, estas circunstancias por la que estamos pasando actualmente nos pueden recordar a los padres de nuestras comunidades cuando aún no tenían una Mikve y, por ejemplo, en la comunidad bogotana se usaba un lago por el área de Subachoque en Cundinamarca. Realmente vale la pena visitar nuestra historia y aprender de ella para entender cómo hemos llegado acá.