Imprímeme

Emiratos-Israel, una jugada geopolítica magistral

Por: Victor Zajdenberg

Era una noche estival muy agradable del año 2006 cuando viendo un programa de televisión observo a la señora Susana Giménez, una de las conductoras televisivas más importantes de la Argentina, recorriendo  las faraónicas construcciones de los Emiratos de Dubái y de Abu Dabi. Quedé tan sorprendido de las maravillas que estaba observando que decidí, para el próximo  viaje con mi mujer, visitar también esos parajes orientales tan exóticos y lejanos para nosotros. Ahorramos y nos preparamos para esta experiencia inédita con bastante turbación; éramos judíos de Argentina que viajábamos a los Emiratos Árabes Unidos (EAU) munidos de Pasaporte argentino pero con una visa donde uno de los requisitos a rellenar era la religión del visitante. Nuestros apellidos nos delataban, por lo que resolvimos decir la verdad, aunque sabíamos que el ingreso a los Emiratos estaba prohibido para los de nacionalidad israelí de religión judía. Al año siguiente viajamos hacia allá y en el Aeropuerto de Dubái presentamos los Pasaportes  junto con  las visas y no hubo problema. Estábamos en uno de los países más ricos del mundo.

Pero en 1947/48 tanto Israel como los Emiratos eran territorios pobres gobernados por Gran Bretaña. Israel declaró su Independencia en Mayo de 1948 y los Emiratos en 1971. En sus comienzos Israel se desarrolló con la agricultura y un poco más tarde con la industria, mientras que los Emiratos se dedicaban a la pesca y luego a la explotación petrolífera. Recordemos que hasta 1967 el petróleo costaba u$s 3.- el barril, pasando a triplicarse y valer u$s 9.- el barril. Para cuando los Emiratos ya eran independientes y a raíz de la guerra del Kipur de 1973 el barril de petróleo vuelve a triplicarse y pasa a valer u$s 27.- lo que les permite un enriquecimiento vertiginoso. Una trayectoria algo similar pero con un producto distinto, tecnología y conocimiento, conduce a que el Estado de Israel también obtenga un desarrollo del PBI muy importante, estando hoy ambas economías entre las principales del mundo. Con aproximadamente 9 millones de habitantes cada uno y un PBI per cápita de u$s 40.000.-, ambos países poseen un excelente y similar nivel de vida.

El dilema de los árabes palestinos era la única dificultad para que las relaciones diplomáticas no se hayan establecido mucho tiempo atrás; pero igualmente ya existían relaciones comerciales y tecnológicas. En uno de los recorridos que efectuamos por Dubái con un guía de perfecta habla castellana nos muestra una especie de galpón moderno enorme muy bien construido y nos pregunta ¿saben que hay adentro? Y el mismo nos responde: un tambo de camellas (hembra del camello) de las cuales se obtiene la leche  y los quesos que ustedes están tomando y comiendo en el Hotel. Sorprendidos y sin saber el guía que nosotros éramos judíos agrega: *La instalación y la tecnología es de los israelíes pues son especialistas en la producción de lácteos*. Más sorprendidos aún le recordamos que entre Dubái e Israel no había relaciones por el tema palestino. A lo que nos responde que nada tiene que ver con los negocios y las relaciones de todo tipo que no sean las diplomáticas. Los empresarios poseen visas especiales que se otorgan sin problemas; solo faltaban las diplomáticas y las turísticas.

El enfrentamiento del mundo musulmán sunita, más proclive a las relaciones con Occidente, con la chiita  República Islámica de Irán, fuente del terrorismo regional y mundial, ha acelerado la decisión de establecer relaciones diplomáticas entre los Emiratos e Israel con el llamado “ACUERDO DE ABRAHAM” sentando las bases, por primera vez, de una “PAZ por PAZ”, ya que la fórmula anterior con los palestinos  de “PAZ por TERRITORIOS” nunca funcionó (OSLO 1993).

Como hemos visto las relaciones entre los Emiratos e Israel ya se estaban desarrollando e incrementando desde muchos años atrás y el único tema que impedía la concreción de un acuerdo formal era el tema palestino. La postergación el 1º de Julio del presente año de la aplicación del “Plan del Siglo” de Donald Trump, Presidente de los EE.UU, por parte de Benjamín Netanyahu, Primer Ministro del Estado de Israel, impulsó  al Jeque Mohamed bin Zayed de los EAU a concretar un proyecto que ya estaba en la agenda de los tres gobiernos mencionados. No debe  olvidarse que el año pasado, en un evento deportivo realizado en los Emiratos, ganado por un atleta israelí, se entonó el Hatikva (La Esperanza), el himno nacional de Israel, causando una sorpresa mayúscula. Asimismo Israel estaba oficialmente invitada por los Emiratos a participar de la importante e imponente Expo 2020 que ha tenido que suspenderse por los efectos de la pandemia del Covid19.    También se sabe que existen intensas conversaciones tripartitas de EE.UU e Israel con cada uno de los países árabes sunitas para que emulen los trascendentales  pasos  efectuados por los Emiratos; hablamos de Omán, Bahréin, Qatar, Kuwait, Arabia Saudita, Sudán, Túnez y Marruecos. Ya sabemos que con Egipto existe un efectivo Tratado de Paz desde 1979 y  con Jordania otro Acuerdo de Paz desde 1994.

El “ACUERDO DE ABRAHAM”, patriarca de judíos y musulmanes, se compone de varios tratados que, algún analista ha denominado como los segundos “DIEZ MANDAMIENTOS” por las diez cláusulas que lo componen: 1* Salud y lucha contra el Corona virus; 2* Economía, Finanzas y Comercio; 3* Agricultura; 4* Tecnología y Conocimiento; 5* Agua y sistema de riego por goteo; 6* Telecomunicaciones; 7* Seguridad; 8* Cultura; 9* Turismo y 10* Industria láctea. En forma implícita el “Acuerdo” incluye la colaboración recíproca en la confrontación que tienen con el enemigo común de ambos, es decir La República Islámica de Irán que está, en el Estrecho de Ormuz, a 70 kilómetros de distancia en el punto más cercano, entre el Golfo Pérsico y el Golfo de Omán. Entre las resoluciones más inmediatas se encuentran los vuelos comerciales directos entre Israel y los Emiratos cuyo inicio está previsto para el próximo lunes 31 de Agosto 2020 con la debida autorización de Arabia Saudita para sobrevolar su espacio aéreo. Otra consecuencia del “Acuerdo” es la participación del Emirato de Qatar, financiador del presupuesto de la Franja de Gaza, nombrando un mediador entre Israel y Hamás para anunciar a este último que si prosiguen con el envío de “globos incendiarios” y misiles hacia Israel, Qatar “le cortará los víveres” a Gaza, es decir que dejará de enviarle las acostumbradas remesas de dinero con el cual ese distrito, gobernado por terroristas, caerá en un default. 

Finalmente, a raíz del Acuerdo de Paz entre Israel y los Emiratos, se ha conformado una especie geopolítica abrumadora que llamaremos “la media luna meridional” que iría desde todos los Emiratos ya mencionados del Golfo Pérsico hasta el Reino de Marruecos en el Océano Atlántico, la que incluiría al Estado de Israel, para enfrentar a “la media luna septentrional” que pretende armar la República teocrática de Irán con sus aliados pro iraníes de Irak, el Presidente Assad de Siria y el movimiento terrorista Hezbollah del Líbano. Es de desear que esta jugada estratégica magistral traiga la paz a una región tan convulsionada como lo es el Medio Oriente y con ello también al Estado de Israel.