Imprímeme

Inoculación, vacunación, protección... y rechazo

Por: Rav Daniel Shmuels

Hace nueve meses el mundo se encuentra en una pandemia que parece no tener final alguno; sin embargo, con la promesa de varias vacunas a punto de ser aprobadas y entregadas a nivel masivo, la cosa parece prometedora para regresar a una pseudo normalidad. De cualquier forma, hay muchos retos, no sólo de infraestructura para países del tercer mundo sino, en mi opinión el más difícil, la posibilidad que la población en general no quiera recibir dichas vacunas como la solución para esta pandemia.

Si bien, las más recientes encuestas frente a este último aspecto se enfocan en grupos demográficos específicos como la tercera edad, los profesionales de la salud, etcétera, en ninguna de ellas aparece la rebelde población judía ortodoxa. Digo rebelde porque en el 2019 hubo un brote de sarampión entre la comunidad ortodoxa de Nueva York en donde tuvo que intervenir el Departamento de Salud para poder contenerlo debido a la resistencia de padres jóvenes en contra de las vacunas; empero, a pesar de las devastadoras consecuencias de ese brote, la barrera del establecimiento Haredí contra las vacunas sigue existiendo y su rebeldía es cada vez más fuerte, poniendo en riesgo, no sólo sus vidas sino las de los demás. Esto, sin mencionar los casos de contagio de la pandemia actual exclusivamente en este grupo de la población debido a su antagonismo político y religioso.

Pero, ¿qué dice nuestra sagrada Halajá sobre las vacunas? ¿Está permitido por la Halajá usar vacunas para proteger a nuestros hijos de enfermedades y la posible muerte? Es más, ¿permite la Halajá que una persona se vacune sin importar su edad para poder vivir en sociedad y salvar su vida?

La realidad es que el tema de las vacunas es muy complejo porque contiene muchos sub temas; por ejemplo, el que sólo algunas vacunas protegen de enfermedades que ponen en riesgo la vida, mientras otras vacunas son para enfermedades que no amenazan la vida pero sí para el bienestar y salud física de la población. Cada uno de esos sub temas son importantes y cada uno merece un análisis individual Halájico como muchos Poskim lo han hecho a través de los años. En este caso sólo pretendo exponer lo que la Halajá puntualmente nos dice sobre las vacunas y las epidemias más allá del concepto básico de Pikuaj Nefesh que nos guiaría a una respuesta positiva frente a la decisión de inyectarnos cualquier vacuna.

Partamos del concepto expresado por el Rambam en su Mishná Torá en Hiljot Rotzeaj 1:4 donde nos confirma que la Torá nos está enseñando que nuestro cuerpo es un regalo de Dios; por consiguiente, no somos los dueños completos del mismo y por ello no le podemos causar ningún daño. Entonces, no es suficiente lidiar con los problemas de salud en tanto surgen a lo largo de nuestra vida sino que estamos obligados a tomar las precauciones necesarias para mantener su salud. Es ahí, en ese punto, donde entra el concepto de vacuna y es ahí donde se rechaza la posibilidad de vacunarse.

El asunto es simple, la inoculación de la viruela consistió en extraer fluido de las pústulas de la viruela de un paciente con síntomas leves para entonces ser inyectadas a una persona infectándola muy levemente para que desarrolle los mecanismos de defensa e inmunidad para contrarrestarla. Ese es el principio básico (muy elemental y recortado) de una vacuna. Ahora bien, debido a que se introduce “la enfermedad” al organismo, algunos extremistas consideran que eso es dañar el cuerpo y va en contra de precauciones para mantener la salud. Paradójicamente, los más grandes Poskim de nuestra era toman ese mismo punto para decir que eso es precisamente no dañar el cuerpo porque el sistema autoimmune destruye por completo la enfermedad previniéndolo de contraerla a futuro; por ende, ese es el ejemplo más claro de tomar las precauciones para mantener la salud.

Curiosamente, un par de siglos atrás el Shulján Aruj, en Joshen Mishpat 427, establece: “Así como es un Mandamiento positivo hacer una reja en el techo de una casa para que una persona no se caiga, también estamos obligados a salvaguardarnos de cualquier cosa que pueda poner nuestra vida en peligro (...)”. Esto se convierte en un tema importante cuando de vacunas se trata. Las directrices del Mejaber para evitar poner la vida en peligro no traen consigo ningún riesgo en sí mismas; por ejemplo, no comer monedas. De cualquier forma, las vacunas presentan riesgos que pueden ser mínimos pero que son efectos negativos sobre nuestro cuerpo; de hecho, en un principio hubo vacunas que causaron la muerte.

La pregunta que entonces nos surge es si debemos tomar un pequeño riesgo ahora en pro de un beneficio mayor a futuro y aquello que la Halajá nos puede aclarar al respecto. Un ejemplo importante es el que presentó el rabino Yisroel Lipschutz, autor del comentario sobre la Mishná titulado Tiferet Israel, en relación con la vacuna contra la viruela en el siglo XIX. Lipschutz estableció que a pesar de haber riesgo de muerte por la vacuna de la viruela, en ese momento era de 1 en 1000, toda persona se debería vacunar. Algo semejante estableció el último Rebbe de Lubavitch en relación con la vacuna contra el polio, aclarando que si hay múltiples compañías produciendo la vacuna uno debe utilizar la que ha sido probada y aprobada más efectiva y con menor riesgo (Igrot Kodesh 14/357).

El posible riesgo, por más pequeño que sea, ha sido el escudo principal, a nivel Halájico, para que la mayoría del establecimiento Haredí se niegue a inyectarse vacunas en el pasado y muy probablemente el motivo por el cual no lo hagan con la vacuna para esta pandemia. El Talmud, en la Masejta de Eruvin 100a, nos proporciona un dictamen especial para situaciones de riesgo conocido como “Shev V’al Tassé Adif”; es decir, en algunos casos de duda es mejor sentarse y hacer nada. Debido a que existe la duda sobre el riesgo, lo Halájico por hacer es no vacunarse. Y supongo que no sólo el establecimiento Haredí está en esa posición sino una gran mayoría de la población mundial, cualquiera sea su excusa.

Ahora bien, es el Remá, en su comentario sobre el Shulján Aruj, quien puntualmente habla de epidemias. Entonces legisla que si hay una epidemia en una ciudad, los habitantes de esa ciudad no deben esperar a que la plaga se propague sino que están obligados a huir de la ciudad en el momento mismo que surja el brote.  De acuerdo a la mayoría de Poskim, al parecer no hay diferencia alguna entre vacunarse y huir de una ciudad en el caso de una epidemia para salvar nuestras vidas y sobre todo las de nuestros hijos, cuyo bienestar está en nuestras manos. Dado el caso que esta pandemia es mundial y técnicamente no hay lugar seguro a dónde huir, la respuesta Halájica resulta bastante evidente.

Nuestra Halajá nos proporciona con una respuesta bien clara acerca de la utilización de vacunas para mantener nuestra salud y proteger nuestra vida. De cualquier forma, hay instancias de la misma Halajá que pueden ser interpretadas por minorías extremistas como aquello que nos obliga a no vacunarnos. Aparte de ello, hoy en día nuestro mundo está invadido de redes sociales que difunden mentiras, engaños, y falsedades. El judío laico no conoce las profundidades de la Halajá y está más sujeto a tales teorías de conspiración que pueden poner en riesgo la vida y el futuro de todos.