Por: Bella Clara Ventura
Con una tilde que no esperaba.
Pensé que el odio tenía límites.
A mi gran dolor lo re...descubro.
Tentáculos inesperados.
De un orden sin alcance
Para la imaginación del horror.
Ni la fantasía más brutal
Ha podido ingeniarse la quema
De bosques, de animales.
Bienes inofensivos.
Pertenecientes a la Humanidad.
Pulmón de sus habitantes en cualquier lugar.
Punto de equilibrio.
Eco ecológico para el Universo.
Una Naturaleza exhausta de mal tratos.
Inventos del hombre por destruirla
Salen del manual de lo Aberrante,
Con A mayúscula.
De sus cenizas florece el resentimiento
Por ver un país- desierto
En oasis aplaudido.
Sus hábitos, guía
Para una vida más justa y cómoda.
Entrega inventos científicos y humanos.
Única democracia de la región.
A nadie se silencia,
Aún con voz opuesta.
Fuente de riquezas espirituales.
Países vecinos con desgastes de guerra.
Presencia de violencia hacia la mujer.
Condenas de muerte al que no opine
En dirección de sus gobernantes.
Un odio gratuito hacia todo
Lo que difiera de sus costumbres.
Brazos de terror hacia el perfume occidental.
En qué mundo vivimos?
Dímelo Dios?
No entiendo... y no quiero comprender.
Chamuscado mi corazón llora en llamas.
Mis ojos se queman
Y mi conciencia reclama:
La vida de las plantas, el aliento de los animales
En su hábitat y el verdor de árboles
Meciendo su música en la Tierra Prometida.
Promete no dejarse intimidar
Y seguir siendo dique de tanto odio
Para otros terruños vecinos al espanto.
Se me agotó el llanto.
Anoche le entregué mis últimas lágrimas al sueño,
El sueño de un mundo mejor
Sin maldad ni bajezas.
Ojalá... Todopoderoso, mi anhelo navegue tus cielos
Para alcanzar una realización a corto plazo.
No te pido tanto, Dios de la Bondad,
Ejerce tu función y manda soldados del bien
A cubrir terrenos de ignominia.
Y que no se hable más de actos heroicos,
Para actos sin perdón.