Por: Rav Daniel Shmuels
La sociedad ha cambiado drásticamente en los últimos 100 años y ese cambio ha ascendido aún más en los últimos 50 años. El cambio se encuentra a todo nivel; social, económico, profesional, tecnológico, etcétera. Dentro de dicho cambio ha aparecido un nuevo rol multifacético de la mujer en general, un cambio que le ha permitido a la mujer tener una voz, un voto, y la posibilidad de desarrollarse como un ser humano integro en múltiples áreas y no sólo restringirse a las labores maternas y hogareñas como estaba establecido ancestralmente por la sociedad. La pregunta que surge es; a saber, ¿debemos aceptar esos cambios sociales universales y esos derechos básicos fundamentales que las mujeres tienen como seres humanos o debemos asegurar a toda costa que la mujer se quede relegada a su rol estereotípico tanto a nivel social como a nivel religioso?
Nuestra cotidianidad nos demuestra, día a día, que ese cambio social es inminente y está entre nosotros, es una realidad actual tanto secular como religiosa; entonces, desde la perspectiva Halájica, ¿qué debemos hacer? Más aún, ¿qué propuestas nuevas surgen dentro de nuestro judaísmo que nos llevan a preguntarnos por el rol de la mujer a nivel religioso ortodoxo? Como se ha mencionado anteriormente; hay dos opciones Halájicas frente a los cambios y exigencias sociales actuales, una es aceptar el cambio para ver desde un análisis minucioso y respaldado en fuentes Halájicas qué se puede hacer al respecto o, por otro lado, negar por completo estas necesidades y dichos cambios estableciendo que la Halajá es un documento petrificado en el tiempo que no permite ningún tipo de innovación. Estas dos posiciones representan las dos grandes divisiones que existen hoy en día en el mundo de la ortodoxia, dos posiciones totalmente opuestas a nivel Halájico, la primera representa la visión de la ortodoxia moderna y la segunda la de la ultra ortodoxia de extrema derecha también conocida como el establecimiento Haredi.
Si bien, en el mundo profesional y civil las puertas se han abierto para las mujeres, en el mundo religioso judío ortodoxo las mujeres, en su gran mayoría, no han llegado a un rol activo religioso; empero, esto está cambiando en la actualidad, hoy en día hay cientos de mujeres en Israel y en Norteamérica que estudian Torá, Guemará y Halajá, mujeres que deciden ir a un estudio formal ortodoxo de Torá que se conoce en hebreo como Toranut Rabaniot, Yoatzot. Estas son mujeres que están dispuestas a dar consejo Halájico en ciertas áreas específicas del judaísmo, consejo conocido como Jil Jatyiot. Este es un cambio social que surge en los últimos años, un cambio que expresa, con justa razón, que ellas no deben ser excluidas en muchas de las áreas Halájicas que han sido monopolizadas por el género masculino.
Más aún, este sentimiento de exclusión no sólo se aplica a un rol directivo sino también a un rol activo dentro de los diferentes aspectos públicos del judaísmo como lo es, entre tantos otros, la Tefilá. Hoy en día tenemos un movimiento dentro de la ortodoxia que se llama "Minyianim compartido o asociado", en donde la mujer está tomando un papel más activo en el servicio de la sinagoga; de hecho, ciertas partes de la Tefilá, aquellas que la Halajá permite, están siendo guiadas por mujeres. Es más, este concepto revolucionario permite que las mujeres puedan tener Alyiot HaTorá para ciertas partes específicas de la Parshá HaShavua. Cierto, no son todas las Alyiot y hay problemas logísticos de Nida, Talit, etcétera, que ya han sido resueltos por los Rabonim de estas congregaciones ortodoxas, demostrando que las innovaciones dentro de nuestro judaísmo no son Jadash Asur Min HaTorá sino que son Muter por más que no estemos de acuerdo con tal innovación para nuestra comunidad en particular; de hecho, ello no establece que estas mujeres y estas congregaciones dejan de ser ortodoxas por introducir esta innovación incluyente y totalmente Halájica dentro de nuestro judaísmo. Lo que esto nos demuestra y enseña es que nuestra Halajá es dinámica y se adapta a las exigencias y necesidades ambientales actuales de cierta comunidad.
Así como en su momento fue una innovación actual pasar del Templo a la sinagoga, o del sacrificio a la Tefilá, o de la letra imprenta antigua a la moderna, o la innovación de poner sillas y calentadores en las sinagogas, todas esas Hadvarim Mutarin fueron innovaciones actuales en su momento histórico debido a las exigencias que surgieron entonces y todas ellas encontraron una oposición rotunda en principio pero no por ello iban en contra de la Torá y hoy en día son parte fundamental de nuestro judaísmo. La idea de esta posibilidad de cambio actual y de incluir a la mujer en un papel más activo dentro del mundo religioso ha sido totalmente rechazada por el establecimiento Haredi sin darle posibilidad alguna a que la Halajá hable al respecto porque el estribillo del Jatam Sofer vale más que la misma Halajá.
Hay un principio básico en la Halajá que dice: "Coaj Dejerteira HaDif", hay más poder (es más positivo) al tomar una posición suave (si es Halájicamente posible en una legislación). Esto es fundamental para entender el objetivo verdadero de nuestra Halajá. Esa es la verdadera labor rabínica; a saber, encontrar la respuesta Halájica viable para resolver un problema y no tomar la salida fácil de sedimentarse en la idea de "Jumra HaDif", tomar la posición más estricta; la cual, es la más aceptada y la que más se ha practicado en el pasado. Ya que en esta ocasión se está hablando de la mujer, es más que pertinente hablar del caso más aterrador en nuestros días que existe frente a la petrificación de la Halajá, el problema de Haguná Mesugavot, de las así llamadas mujeres encadenadas, la problemática del Guet, en donde una mujer no se puede divorciar bajo ninguna circunstancia si el esposo no se presenta a un Beit Din para escribir el documento y dárselo a la mujer. El problema de raíz no es Halájico, es un problema cultural y sociológico en donde los Batei Din no están dispuestos a usar los medios que están a sus manos para resolver la gran mayoría de estos casos, hay una negación absoluta de buscar soluciones, soluciones que están ahí, frente a los ojos de todos, en el Shuljan Aruj. Y, ¿por qué? Por esta idea errónea que toda solución nueva, toda innovación es Jadash Asur Min HaTorá.
Anteriormente se ha mencionado la necesidad de respetarse mutuamente a pesar de las diferencias; esto quiere decir en la práctica que si bien un líder rabínico y su respectiva comunidad no llevan a cabo tal o cual innovación, no por ello tienen que ir en contra de tal cambio sencillamente porque su praxis es Jumra HaDif. Así mismo, aquellos que deciden incorporar innovaciones no deben condenar la opción de aquellos que rigen su vida bajo el lema más estricto. El problema básico es que ese respeto está ausente hoy en día y el sentimiento es mutuo. Ahora bien, el problema se incrementa cuando el establecimiento Haredi desea imponer su praxis a Klal Israel, llevándose por delante el espíritu de la Halajá y ese es el punto en el cual nos encontramos en este momento. Por su parte, la ortodoxia moderna no pretende que su praxis innovadora sea para Klal Israel, pero si busca un reconocimiento de su observancia ortodoxa por parte de Klal Israel para aquellas comunidades que introducen cambios Halájicos permitidos.
Entonces, si los Rabonim no están dispuestos a llevar a cabo su labor y buscar soluciones frente a problemas de injusticia social y humana, como lo es el problema de la Haguná, ¿qué podemos esperar frente al deseo de la mujer de tener un papel más activo dentro de la ortodoxia? Vayamos más lejos aún, ¿qué podemos esperar de este establecimiento ultra ortodoxo acerca de la posibilidad de una mujer en una función rabínica? Si el mundo Haredi rechaza rotundamente la posibilidad de cambio e innovación como eje de la Halajá, ¿cómo nos podemos respetar unos a otros? Más aún, ¿cómo puede la Halajá llegar a ser incluyente de Klal Israel?