Imprímeme

Recordando 9/11

Por: Broncha Klainbaum

Aquel día, como todas las mañanas, prendí la televisión mientras terminaba de arreglarme para salir al trabajo. De pronto vi algo que me dejó atónita, una torre ardía y otro avión se aproximaba a la otra, volteé grité, pensando que era un accidente. Quedé Tiesa, “Mamá, mire lo que está pasando!”.

A regañadientes Salí para el trabajo, era una compañía donde vendían juegos de casinos en la cual yo marcaba naipes para tramposos. Los dueños Neoyorkinos, totalmente ajenos. “¿Han visto las noticias?”  les pregunté, se cayeron las torres gemelas.  Ambas, si, ambas. Todavía me erizo al recordar. Yo solo quería volver a casa para ver las noticias.

El incendio, el polvo, la gente saltando por las ventas escogiendo una muerte quizá menos dolorosa y menos lenta.

Los bomberos, la policía, los paramédicos, los médicos corriendo como locos para prestar ayuda. Los que alcanzaron a salir pronto parecían perdidos en el tiempo, las personas que estaban mirando parecían fantasmas. Los que podían llorar, mezclaban sus lágrimas con el polvo de sus caras y parecían surcos que los hacían ver más desconectados. En ese momento, Estados Unidos perdió parte de su inocencia.

¡Dios!, un poco más tarde y se pierden muchas más almas... poco a poco empezaron a surgir historias, muchas de heroísmo, otras de llamadas a sus seres queridos, el último adiós.

Un hombre que le dijo a su esposa que iba a saltar, que si se volvía a casar le dijera al Rabino que él había muerto.

El segundo avión en el Pentágono… y el heroísmo de los viajeros del tercero a quienes se les comunicó lo que había pasado y para evitar una tragedia mayor decidieron por medio del voto, truncar los planes de los terroristas.

Empezó la especulación acerca del número de víctimas, gente buscando a sus seres queridos con fotografías, deambulando por días, las fotos se pusieron en una pared con nombres y señas y oraciones.

Hubo quienes se salvaron, un deportista después de las olimpiadas llegó hasta la puerta de una de las torres, cuando se dio cuenta que no tenía la cámara. Cuando estaba en el hotel recogiéndola, se cayó la primera o el padre que quiso disfrutar del primer día de kínder de su hijo... las fotos, los globos etc. Otros no llegaron por el tráfico.

Con el correr de las horas se fueron uniendo los puntos descubriendo a los culpables.

Sin embargo no falto  quienes culparan a Israel y a los judíos…

…y la gente de Gaza en una sola algarabía celebrando la tragedia con bailes y risas y repartiendo caramelos….