Imprímeme

Una historia fea

Por: Broncha Klainbaum

Zwi Migdal, fue un grupo criminal organizado, fundado en Polonia (1860 – 1939) con base en Argentina, que traficaba con mujeres judías de Europa Central (especialmente de Varsovia- Polonia) como esclavas sexuales y prostitución. Después de la primera guerra mundial llegó a tener más de 400 miembros con una entrada de 50 millones de dólares.

Su modos operandi era el de enviar un hombre bien vestido con buenos modales para que apareciera en las comunidades judías, poniendo anuncios en las sinagogas buscando jóvenes, para trabajar en casas de judíos pudientes en Argentina. Debido a la pobreza y al temor de nuevos ataques (pogromos) los padres les confiaban a sus hijas con la esperanza de que consiguieran un mejor futuro. Otra artimaña, era casar a las más bonitas en “matrimonios rápidos”.

Las violaciones comenzaron en los barcos. Las jóvenes eran distribuidas por diferentes ciudades y países.

Desafortunadamente altos funcionarios de los gobiernos, civiles y militares frecuentaban estos burdeles, por consecuencia este crimen pasó impune por muchos años.

Sin embargo, una mujer que logró ahorrar, dejó la prostitución abriendo un pequeño almacén de antigüedades. Por todos los medios trataron de hacerla volver al prostíbulo, hasta que decidieron destruir el local y robarle todos sus ahorros. Desesperada se enteró que el superintendente de la policía Julio Alsogaray, estaba detrás de esa organización y que además no se dejaba sobornar, acudió a él y le dio toda la información necesaria, para que la policía lanzara su investigación. Afortunadamente apresaron a más de 100 criminales y condenaron las actividades ilícitas.

Esta terrible y desgarradora situación está bien documentada en la literatura idish con obras de Sholem Aleichem en: The thirteen man, que fuera llevado a escena por Murray Bloom; Isaac Bashevis Singer y otros tantos.

Annette Hinkle escribió “la tercera hija”, basándose en la vida real de la hija de un rabino.

Hace unos años, Nathan Englander, escritor judío americano, viaja a Buenos Aires y se enamora de la ciudad. Su libro: El ministerio de casos especiales, relata (y no sé si así sucedió, pero imagino que algo de verdad lleva) la reacción “incómoda” de la comunidad judía, cuyos dirigentes deciden ignorarlas, construyen una pared alrededor una de una porción del cementerio para que allí puedan enterrarlas y contratan a un hombre para que borre los apellidos de manera que no puedan avergonzar a sus descendientes.