Por: Victor Zajdenberg
En 1962, 60 años atrás, John F. Kennedy, Presidente de los Estados Unidos, fue informado de que la Unión Soviética estaba instalando bases de misiles nucleares en la isla de Cuba, a 100 Km de la Florida, uno de los Estados más cercanos a la isla cubana. Así detonó la “Crisis de los Misiles de Cuba” con la movilización de las 4 fuerzas militares de los EE.UU (tierra, mar, aire y nuclear) con la amenaza del estallido de una 3ª. Guerra Mundial en plena Guerra Fría que, hasta ese momento, era disuasiva entre ambas potencias debido a lo catastrófico que sería su inicio.
Ante esta peligrosa situación Nikita Kruschev, Secretario General del PC (Partido Comunista) de la URSS, tuvo que retirar los misiles y destruir sus lanzaderas, a pesar de los pataleos del imberbe Dictador Fidel Castro quien quería continuar con este operativo que pondría al mundo en la peor de las hecatombes. Esa era, en aquel entonces, una “línea roja” para los americanos que estaban dispuestos a todo lo necesario con tal de evitar que los soviéticos instalaran sus bases atómicas frente a las costas de Estados Unidos.
Paradójicamente hoy se produce un hecho similar pero a la inversa de aquella crisis de 1962. Ahora es la OTAN la que estratégicamente y mediante tácticas groseras proyectaba instalar misiles balísticos en Ucrania, fronteriza a la Federación Rusa, para quien esto sería la misma “línea roja” de aquel entonces, pero al revés. Vladimir Putin, Presidente de Rusia, cree que la OTAN no puede ni debe establecer misiles, todavía más sofisticados que los de 1962, en un país vecino.
Occidente ya tiene a Rusia casi totalmente rodeada por la maquinaria militar y nuclear de la Alianza Atlántica instalada en Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Rumania y Bulgaria, por lo que resulta natural la necesidad y exigencia del Presidente Putin de formalizar por escrito y firmado un “Tratado de Seguridad” donde Ucrania quede afuera de la OTAN.
Dimytro Kuleba, Ministro de Exteriores de Ucrania, se comporta como aquel Fidel Castro desafiando a Rusia con sus tres propias e inconseguibles “líneas rojas”: ningún compromiso territorial, ninguna negociación directa con los pro rusos del Este y ninguna injerencia con su asociación a la OTAN.
Como hijo de polacos recuerdo muy bien la historia de los cosacos ucranianos del genocida Bogdan Jmelnitsky masacrando, en los años 1600, tanto a judíos como a polacos. Más cercano en el tiempo se sabe y se conoce de la colaboración de muchos ucranianos con el Ejército Nazi quien asesinó a 6 millones de judíos, de los cuales 1 millón y medio fueron niños, durante la Shoá.
Ucrania hoy tiene todas las posibilidades de negociar racionalmente acuerdos económicos y comerciales de libre mercado tanto con la Unión Europea como con la Federación Rusa y no malgastar sus maltrechas Reservas en la compra de armas, arriesgando vidas humanas y jugando a la guerra.
Este amigo lo resume así: a Rusia le rodearon el rancho hoy, como hace 60 años se le habían metido en el área chica a Estados Unidos.
Quien debe levantar el pie del acelerador en este caso es Occidente, así como hace 60 años levantó el pie del acelerador la Unión Soviética.
Por último se traza un paralelo entre el rol de Ucrania hoy y el de Cuba hace 60 años: pida lo que pida el líder local y patalee lo que patalee, la paz mundial es más importante que los pedidos de un socio local de servir como territorio para acercarse al enemigo y rodearlo.