Por: Victor Zajdenberg
El 2 de Mayo de 1998 el Senado norteamericano ratificó la expansión de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) hacia todos los países del este europeo limítrofes con la Federación Rusa, una Rusia que se hallaba debilitada y vulnerable debido a la desintegración económica, política, social y militar de la ex Unión Soviética.
Muchos analistas internacionales de envergadura criticaron con vehemencia el accionar del Senado de los EE.UU y de los miembros europeos de la OTAN de trasladar y ampliar la Alianza Atlántica a todos los países vecinos de Rusia.
George Kennan, ex Embajador en Moscú en 1952 y el mayor experto en cuestiones rusas, mencionó en 1998:
“Pienso que es el inicio de una nueva Guerra Fría. Creo que los rusos reaccionarán de a poco, pero con creciente hostilidad. Creo que la ampliación de la OTAN es un error trágico. No había la menor razón para hacerlo”.
Bill Perry, ex Secretario de Defensa del Gobierno de Bill Clinton, dijo en The Guardian:
“Gran parte de la culpa puede adjudicarse a las acciones agresivas de Vladimir Putin. Pero debo decir que Estados Unidos tiene gran parte de la culpa. La primera acción que nos apartó del camino correcto fue expandir la OTAN para incluir a los países de Europa del Este, varios fronterizos con Rusia, lo que no les gustó por tener de pronto a la Alianza Atlántica en el umbral y reclamó enérgicamente que no siguiéramos adelante con eso”.
Thomas L. Friedman en el New York Times, luego de mencionar su opinión desfavorable sobre Putin, escribe refiriéndose a Ucrania que:
“Estados Unidos no es enteramente inocente de haber echado leña a esa hoguera. El gran misterio era porqué USA, que pretendía llevar a Rusia a integrarse con Occidente, quería llevar tan rápido a la OTAN hasta las puertas de Rusia y refregárselo en sus narices, en su momento de mayor debilidad”.
Emma Ashford, también en el NYT, afirma:
“En más de un sentido el ataque de Putin a Ucrania expone el fracaso de la estrategia de seguridad europea de los últimos 30 años, que priorizó la expansión de la OTAN y la promoción de la democracia por encima de las consideraciones de defensa colectiva. Ahora, EE.UU y sus socios europeos deben pilotear la OTAN en medio de esta nueva realidad, sin caer por accidente en una guerra total con Rusia”.
Henry Kissinger, ex Secretario de Estado de Richard Nixon y Gerald Ford, ha dicho:
“Para que Ucrania sobreviva y prospere no debe ser un aliado avanzado de ninguno de los lados contra el otro. Debería funcionar como un puente entre ellos. Occidente debe entender que para Rusia Ucrania nunca será un país extranjero. Disidentes tan famosos como Aleksandr Solzhenitsyn y Joseph Brodsky insistieron que Ucrania era una parte integral de la historia rusa. La UE (Unión Europea) debe reconocer su morosidad y torpeza burocrática convirtiendo a Ucrania en una crisis”. “La política exterior es sobretodo el arte de establecer prioridades”.
Durante la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética (1945-1991) el análisis de los conflictos de esa época era, para cada uno de ellos, un enfrentamiento entre los buenos y los malos; blanco o negro para ambas partes sin colores intermedios.
Parecería ser que, desde la finalización de la Guerra Fría, ningún dirigente mundial se ha enterado que Samuel P. Huntington escribió un libro premonitorio: “El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial” (1993-1997). Allí da a entender sobre el surgimiento de un mundo multipolar que reemplazaría al bipolar anterior.
La Federación Rusa surge de la disolución de la URSS y la gestión del Presidente Boris Yeltsin deja una Rusia vulnerable en toda su estructura.
Vladimir Putin aparece en escena en 1999 y en 20 años logra reconstruir el país en toda su envergadura. Su primer paso fue reformar y rearmar a un Ejército que poseía el trauma de la vergonzosa retirada de Afganistán (1979-1989). Su segunda acción fue la Guerra de Chechenia, reiniciada en 1999, aniquilando a los islamistas chechenos. El tercer capítulo de su Presidencia lo dirigió contra los así llamados “oligarcas” que se hicieron millonarios sin pagar los impuestos correspondientes. Con este accionar dio comienzo a la restauración del poder económico-financiero del Estado ruso. La cuarta etapa la dirigió contra Georgia (2008), país que invadió a Osetia del Sur y Abjasia, dos Repúblicas pro rusas. El Ejército de Rusia recuperó el terreno y avanzó hacia Tiflis, la capital de Georgia, para luego volver a sus bases.
Mientras tanto la Alianza Atlántica (EE.UU y Europa) había comenzado un avance militar estratégico para rodear a Rusia incorporando a la misma a todos los países cercanos y fronterizos: Estonia-Letonia-Lituania-Polonia-Rumania-Bulgaria-Hungría-República Checa. Así se llega al año 2014 donde se produce en Ucrania un Golpe de Estado en el cual es derrocado el Presidente Viktor Yanukovich. A partir de este acontecimiento, los nuevos gobernantes de Ucrania, intensifican sus gestiones para el ingreso a la Alianza Atlántica y simultáneamente comienzan una especie de etnocidio contra la población ruso hablante, creando así una guerra civil en la Región del Donbass, en el sur y el este del país.
En el 2015 se formalizan los “Acuerdos de Minsk” para resolver los desacuerdos que, en los 8 años desde el comienzo del conflicto, no han progresado en ninguna de sus problemáticas.
Estos son, sintéticamente, algunos de los factores que desencadenaron los acontecimientos bélicos que se están viviendo en estos momentos y plasmaron las inconcebibles Guerra Caliente entre Rusia y Ucrania y la 2a. Guerra Fría entre Estados Unidos y la Federación Rusa.