Por: Ricardo Angoso
La invasión de Ucrania por parte de Rusia cambia el orden internacional quizá para siempre y traerá importantes cambios estratégicos para el mundo.
En apenas diez días, los que van del ataque ruso a Ucrania hasta hoy, el mundo ha cambiado y quizá para siempre. Muchas serán las consecuencias geopolíticas de esta invasión -y no guerra como dice la izquierda de medio mundo- por parte de Rusia a este país europeo, en una ocupación injusta, injustificada y desproporcionada en los medios militares utilizados.
Mintiendo a todos y a todo el mundo, el presidente ruso, Vladimir Putin, ha demostrado al planeta que no es un personaje ni fiable ni con el que se pueda buscar el entendimiento diplomático, sino más bien lo contrario: solamente entiende el lenguaje de las armas y la guerra. Su instinto brutal y despiadado, tal como han mostrado con sus formas atacando a la población civil ucraniana, han revelado de hasta dónde estaba dispuesto a llegar. Estas serán las consecuencias geoestratégicas de esta guerra recién comenzada y que nadie sabe cómo acabará, aunque queda claro que comienza una nueva Guerra Fría de consecuencias inciertas y, seguramente, turbulentas.
Tendremos que darle las gracias al sátrapa Putin por haber logrado en unos días algo que nadie había logrado en medio siglo: la unidad de la Unión Europea y la OTAN, junto a los Estados Unidos y todo el mundo occidental, en favor de la causa ucrania. Nadie en todo Occidente, salvo la extrema izquierda residual y la extrema derecha fanática y enloquecida trumpiana, apoyan la cruzada rusa en Ucrania. Nadie, salvo cuatro tarados desprestigiados totalmente y los diarios serviles a la causa rusa, apoya a Putin en su delirio imperial. Putin está absolutamente solo frente al mundo.
A partir de ahora, y seguramente durante muchos años, Rusia se ha granjeado un descrédito internacional único desde los tiempos de la Alemania nazi, a la que, al final de la Segunda Guerra Mundial, le habían declarado la guerra decenas de naciones. Los rusos, a tenor de esta invasión y la consiguiente cascada de sanciones decretadas por la UE y los Estados Unidos, se convertirán en los nuevos parias del siglo XXI. Aparte que, en apenas unos días, con el hundimiento del rublo y la inflación descontrolada, los rusos son hoy mucho más pobres, con menos poder adquisitivo, y quedan atrapados en esa gran ergástula llamada Federación Rusa.
El mundo libre, desde Ucrania hasta Islandia, desde Taiwán hasta Florida, mira hoy hacia los Estados Unidos, nación líder en el mundo que puede garantizar la libertad y la democracia en el planeta frente a los delirios totalitarios e imperialistas de Putin. Si Estados Unidos cumple su deber como garante de las libertades y los derechos humanos en toda Europa, el mundo libre podrá hacer frente a este gran desafío y golpear a Rusia de una forma rotunda y contundente.
China, aunque asomo los dientes antes y durante la ocupación de Ucrania quizá con la intención de anexionarse a Taiwán siguiendo los pasos de Rusia, se está mostrando moderada y menos beligerante de lo que cabía esperar, incluso exhortando a Moscú a una mayor moderación. Su papel en esta crisis, si muestra cordura y se ofreciera a la mediación ante Moscú, será vital para el desenlace de la crisis en las próximas semanas.
Es un escenario que, a tenor lo que está ocurriendo, no debería descartarse. En cualquier caso, la nueva Ucrania que surja tras la guerra será muy distinta a la que conocemos actualmente en los mapas y casi con toda seguridad las regiones del Este, el Donbas, junto con otros territorios serán anexionados por Rusia tras la invasión. Crimea fue el experimento, Ucrania es la demostración del mismo.
Ahora cayó Ucrania y seguramente Putin no se va a detener en sus planes neoimperialistas. Bielorrusia, que sorprendentemente y a mi entender erróneamente, ha apoyado a Rusia quedará subordinada a partir de ahora a los interés geoestratégicos de Rusia sin capacidad de cuestionarlos, incluso, llegado el caso, si hubiera cambio de gobierno en Minsk, bajo la amenaza de ser ocupada por su “aliado” ruso. Luego está Moldavia, que no pertenece a la OTAN ni a la UE, y cuya presencia del XIV ejército ruso en Transnistria es inquietante y preocupa a las autoridades de ese país, que seguramente dejarán sus sueños europeístas y altantistas para otro momento más afortunado.
Suecia, Finlandia y Suiza, después de asistir aterrorizados ante lo que está ocurriendo en Ucrania, comienzan a pensarse seriamente lo de su neutralidad y pacifismo militantes. Finlandia, lógicamente, siendo fronteriza con Rusia, tiene miedo y el pasado, que siempre es una losa, pesa en el subconsciente colectivo, toda vez que ya el gigante ruso intentó ocuparles en 1939, sin éxito, en una cruenta guerra. Suecia conoce bien a los rusos y ya ha sufrido varios veces sus zarpazos. Y quizá Suiza, vista lo visto, prefiera mejor vivir bajo las botas del ‘imperialismo norteamericano” que bajo la despiadada bota putinesca y sus adláteres fascistas. Ya llaman todos a las puertas de la OTAN, ¡bienvenidos!
Lo nunca visto, de repente, y bajo una coalición de izquierdas, Alemania abandona su discurso pacifista de toda la vida y anuncia que, a partir de ahora, gastará un 2% de su presupuesto en defensa, tal como les había sugerido en alguna ocasión el presidente norteamericano Donald Trump. Aparte de esa medida, también anuncia que modernizará a sus anquilosadas Fuerzas Armadas y destinará a dicho plan unos 100.000 millones de euros, contraviniendo la política de defensa de muchas décadas en esta materia y la neutralidad casi activa de la anterior canciller Angel Merkel, cuyos planes para un gasoducto con Rusia quizá vayan a parar al cubo de la basura. Ojalá.
El ex presidente norteamericano Donald Trump, por cierto gran amigo de Vladimir Putin, queda absolutamente desautorizado y deslegitimado en esta crisis, tal como los hechos están demostrando y ulteriores lo corroborarán. El gran patán y golpista profeso desautorizó y deslegitimó a la OTAN, se mofó públicamente de la Unión Europea y truncó el vínculo transatlántico, que ha revitalizado Joe Biden, dejando a Occidente indefenso frente a Putin y China. Ahora, con la crisis de Ucrania, poco a poco, se va recuperando la necesaria confianza y unidad de Occidente para hacer frente a esta afrenta. El aislacionismo norteamericano no llevaba a nada, solamente a ese callejón sin salida que han sido Hitler y Putin en la historia. Trump debería ser juzgado por delitos de alta traición, incitación al golpe de Estado y conspiración con el enemigo para ejecutar crímenes de guerra. Qué suerte si nos libramos para siempre de este personaje payasesco y felón.