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Los judíos y el arte en Colombia
Por: David Alejandro Rosenthal
Los artistas colombianos Baltasar Vargas de Figueroa, Epifanio Garay, Andrés de Santa María, Alejandro Obregón, Fernando Botero, Eduardo Ramírez Villamizar, Enrique Grau, David Manzur, Armando Villegas, Luis Caballero, Ómar Rayo, Manuel Hernández Gómez, Hugo Zapata y el colombo-alemán Guillermo Wiedemann, gran iniciador de la abstracción en Colombia, representan junto con otros importantes artistas, el arte que se desarrolló en Colombia.
Este arte colombiano, en principio neogranadino que, a lo largo de una corta historia, pero que no por ello carece de un gran valor, por supuesto, artístico, estético e inclusive espiritual de una nación hispanoamericana y a su vez mestiza y novohispana como la colombiana.
Obras tan particulares como valuables de los artistas recién mencionados, componen colecciones de arte públicas como la de los museos nacionales, como también colecciones privadas. Es el ejemplo la colección de arte del hoy “Bancolombia”, de la cual se encarga el exdiplomático y curador de arte Nelson Osorio, que a su vez perteneció al señor Jaime Michelsen Uribe, descendiente de Karl Michelsen Koppel, quien una vez fuera el cónsul danés de Dinamarca en Colombia.
Las familias judías danesas askenazis que arribaron a Colombia desde Copenhague o Nyborg, residen en los anales de la historia del país, es decir: los Michelsen y Koppel y sus primos alemanes los Koppel-Kopp. Las dos primeras vinculadas a la otrora naciente banca colombiana, a través de los Bancos de Colombia y Bogotá; y la última, en representación del pionero industrial de Offenbach del Meno, el señor Leo Siegfried Kopp fundador de la Cervecería Bavaria.
Estas familias judías que velozmente se desligaron de su pasado hebreo y se mezclaron prácticamente desde su establecimiento en Colombia con las familias cristianas tradicionales, por medio de su descendencia de diversas ramas, no solo formaron a la nación colombiana contemporánea, empero; en especial, dentro de su actividad bancaria, acumularon no solo riqueza económica, sino que también artística.
Otras familias hebreas como los Ganitsky y Guberek, que se mantuvieron dentro de la fe mosaica, también se dedicaron además de su actividad comercial primaria a la adquisición de arte, consolidando una colección de arte colombiano encabezado por la crítica de arte y escritora argentino-colombiana, Marta Traba Taín y la señora Lía Ganitsky Guberek.
Marta Traba fundadora del Museo de Arte Moderno de Bogotá, alimenta por medio de sus letras la exposición de Bancolombia. Además, Traba Analizó la obra de varios artistas colombianos como: Alejandro Obregón, Fernando Botero, Guillermo Wiedemann, Eduardo Ramírez, Samuel Montealegre, Edgar Negret, Feliza Bursztyn y el español Antonio Roda y el alemán Leopoldo Richter fallecidos ambos en Bogotá.
Dentro de la colección de arte privada de Bancolombia se encuentra una muy especial pieza de arte que es una escultura del Simón “Macabeo” de América, que refleja la integridad del libertador, su pundonor y firmeza, aunque también un poco aquella mirada perdida, quizás causa de sus tantas tribulaciones y dramático como melancólico final en el exilio de su grandiosa esencia y ya enfermo ser. Esta escultura realizada en Italia, que tiene también una presencia casi omnipresente de esta sala de arte, es atribuida al maestro Pietro Tenerani, discípulo del maestro Antonio Canova, gran escultor neoclasicista, autor de la estatua del general George Washington.
El taller de Tenerani por orden del más fiel amigo de Bolívar, José Ignacio París Ricaurte, realizó la primera estatua de Bolívar que es la que adorna la plaza que lleva su mismo nombre en Bogotá.
Dicen que, Pietro Tenerani le preguntó a su maestro Antonio Canova cómo se esculpe la gloria y Canova le respondió: “Querido discípulo, simplemente funde al bronce el alma de Bolívar”. Simplemente.