Por: Victor Zajdenberg
Resultó que no fue posible sostener equilibradas las relaciones internacionales con dos diablos expansionistas como la OTAN (Organización del Atlántico Norte) integrada por Estados Unidos, Canadá y Europa por un lado y la Federación Rusa por la otra parte, ambas culpables de haber desencadenado la obtusa guerra en Ucrania. EEUU lo es por haber proseguido sin pausa expandiendo a la OTAN hasta las propias fronteras de Rusia, invadiendo lentamente su espacio de influencia o sea su patio trasero, provisto con equipos nucleares cuyos misiles podrían llegar a Moscú en solo 4 minutos y Rusia, alarmada por este juego de guerra de aquellos que considera son sus adversarios y enemigos geoestratégicos, cae en la trampa y desata un conflicto bélico que, por su gran poderío nuclear (50% del total mundial), podría haberlo evitado.
Ucrania, al elaborar una errada estratagema pro OTAN, resultó ser por decisión propia el chivo expiatorio del “Choque de Civilizaciones” que anticipara mucho tiempo antes Samuel P. Huntington, quien predijo que las futuras conflagraciones serán determinadas por factores culturales y de poder y no por las ideologías provenientes del siglo XX o por la competencia productiva y de productividad económica. Occidente debería haber desarrollado una convivencia racional con las concepciones religiosas, existenciales y filosóficas de culturas de otras naciones. En el caso de Rusia se podría señalar a la religión cristiana ortodoxa de la población rusa y la tradición milenaria autocrática proveniente de la época zarista hasta nuestros días. Raymond Aron lo ha descripto años antes en “La República Imperial” como la línea de fractura entre Europa Occidental y Europa Oriental.
Justamente Ucrania se encuentra dividida por esta línea de fractura entre el Este de influencia pro rusa y el Oeste pro Unión Europea, lo que la condujo a la tragedia que está viviendo en carne propia y a la crisis alimentaria, energética, militar y política del mundo entero.
Rusia, por otro lado, observaba desde su época de vulnerabilidad pos soviética, como la Potencia Hegemónica Global en que se había convertido EE.UU se le estaba acercando y rodeando por el Norte, el Oeste y el Sur y ha cometido el grave error de invadir a un país hermano, como lo era Ucrania, justo en el momento que las encuestas le daban al Presidente Volodimir Zelensky menos del 30 % de aprobación popular, convirtiéndolo en un héroe nacional debido a su resolución de resistir hasta las últimas consecuencias con el más que generoso apoyo armamentístico y financiero brindado por Occidente.
De esa forma en lugar de preparar el terreno para la unión entre el espacio Euroatlántico y el Euroasiático, desde Alaska hasta Vladivostok, han hecho todo lo contrario, con el resultado transitorio del fortalecimiento de China Comunista que observa, estudia y se prepara para sus propias apetencias expansionistas. Se trata de Taiwán ya que Hong Kong y Macao hace tiempo fueron absorbidas por China, a pesar de los convenios firmados con Gran Bretaña de “Un País con dos Sistemas”, fórmula que ha groseramente incumplido.
Lanzada esta “operación especial”, así designaba Rusia la invasión a Ucrania, Israel se encontraba en un dilema táctico y una decisión estratégica; debía encontrar la forma de mantener relaciones de estabilidad con todos los participantes de este desgraciado conflicto.
Estados Unidos era un aliado fundamental al que no se debía ni convenía irritar; con Rusia se habían establecido relaciones cercanas y compromisos tácitos que permitían operaciones y vuelos sobre los cielos de Siria para detener y/o retrasar los abastecimientos bélicos que Irán envía a la organización terrorista Hezbollah a través del territorio sirio y Ucrania por tener con este país lazos ancestrales (buenos y malos) donde habitaron y todavía vive una Comunidad judía importante, aunque muchos de sus miembros ya han emigrado a Israel.
Pero tenía que suceder; era harto difícil mantener un perfecto equilibrio en este indeseado desbarajuste global provocado por la Guerra Fría II entre EEUU y Rusia y la Guerra Caliente que se desarrolla entre Rusia y Ucrania. Determinados actos negativos del Estado Judío y variadas actitudes innecesarias provocadas por algunos integrantes del heterogéneo gobierno actual han originado una crisis entre Israel y Rusia que no ha llegado a una ruptura total solo por los vínculos especiales y personales que Vladimir Putin mantiene desde su infancia con la Comunidad judía y con Israel. Bastaba con haber enviado a Ucrania un Hospital de Campaña y la ayuda humanitaria y no avanzar con envíos de equipamiento militar “defensivo” pues, además de ser un acto provocativo, lo necesita para su propia defensa ante enemigos estatales como Irán que vocifera impunemente sus intenciones de destruir a Israel y las organizaciones terroristas como Hezbollah, Hamas, Jihad y el ISIS que no cesan en sus criminales ataques y atentados.
El Embajador de Israel en Ucrania Michael Brodsky, en uno de sus discursos, no debería haber expresado que “una guerra ajena se convierte en una guerra que es nuestra” y “las directivas fueron cautelosas, aunque hay una clara solidaridad con Ucrania”. La visita del Presidente Biden a Israel tampoco ha servido de mucho ya que solo fue un entreacto para llegar a Arabia Saudita a fin de reclamar un incremento en la crítica producción mundial de petróleo.
Las respuestas de Rusia comenzaron a fluir: no habrá de participar en los Juegos Macabeos de Israel 2022; prohibirá las actividades de la Agencia Judía y para ello convocó una Audiencia Judicial en Moscú que se llevará a cabo el próximo 28 de Julio. A comienzos del mes de Julio Rusia volvió a exigir que Israel cese en forma incondicional sus “inaceptables” ataques aéreos en Siria porque violan su soberanía.
El enfrentamiento con Occidente condujo a la reunión Putin-Jamenei, cuestión que daña a Israel, en el cual el jerarca iraní elogió al Presidente ruso por “su política hacia Israel”. Asimismo, Rusia ha ampliado, mediante una Ley, su definición de “Agentes Extranjeros” y en este caso podrían ser así considerados los representantes judíos de la Agencia Judía y los de Organizaciones judías internacionales como el Congreso Judío Mundial entre otros.
Para tratar de restablecer las excelentes relaciones con Rusia, existentes antes de estos hechos, Israel ha enviado una delegación especial a fin de conversar, esclarecer y resolver esta encrucijada surgida entre ambos países.
Esperemos que la psicopatía de los dirigentes del mundo actual no siga perjudicando a la sociedad global y tomen en cuenta las recomendaciones de Henry Kissinger para acabar con esta guerra inútil entre Rusia y Ucrania.