Por: Raquel Goldschmidt
¿Usted qué sentiría si se realiza un evento abierto en la sinagoga y varios de los visitantes traen chuletitas de cerdo, u otros elementos que van en contra de la ley o cultura judía, para disfrutar de la función?
Este año el Mundial de Futbol en Qatar, se salió del margen del deporte. Se convirtió en una mezcla de intereses políticos, sociales, humanos, religiosos, económicos, etc. Y casi en última instancia, en un encuentro de fútbol.
Llegaron los periodistas a criticar a la sociedad y las costumbres qataríes, seguido por los políticos y diversas otras entidades representando, cada cual, su proyecto de vida.
Se sabía que Qatar tenía restricciones religiosas, las cuales parte del público abiertamente trató de no cumplir, como el uso de alcohol en los partidos. La FIFA no dijo nada, sin embargo, la FIFA se posicionó a un nivel no deportivo, especialmente el tema de "Un amor” (LGTB) muy fuera de foco.
Con o sin razón. ¿Con qué derecho FIFA se posiciona en un tema que no le concierne, para un partido de fútbol donde lo que importa son los movimientos y el ansiado gol?, ¿qué importa si un jugador es o no gay, negro, blanco, rico, gordo, alto, enano, sabio, bruto, bueno, o lo que sea? Se juega fútbol y representa un país en ese campo.
Si llegaron a criticar el estilo de vida (el cual no estoy defendiendo para nada), ¿Por qué no lo habían hecho anteriormente?, o ¿por qué solamente critican a Qatar?, ¿es el único país donde no se respetan los derechos de la mujer o de la sexualidad?, ¿Por qué preciso cuando la idea es la del deporte?
Por otro lado, y otro aspecto que ha exacerbado los ánimos es el manejo de parte de la población qatarí, en general realmente no se han portado nada bien con algunos turistas visitantes especialmente con periodistas y visitantes judíos e israelíes, los hicieron sentir totalmente mal venidos. Algunos periodistas comentaron en reportes que cuando pobladores qataríes se enteraban que eran israelíes, los echaban de donde estaban y les decía que no eran bienvenidos. Esto es el problema de la educación pro-palestina anti-israelí que se recibe en las escuelas y en hogares, pero no solo en Qatar, sino en gran parte de los países islámicos y nada que ver con el fútbol.
Imagino que si algún día le toca a Colombia ser la sede del Mundial de Fútbol, vendrán las cámaras periodísticas a buscar narcotraficantes, cocaleros, abusadores de menores, corrupción política y a protestar porque les sirvieron de desayuno un calentado con fríjoles que los dejó knockout para realizar reportajes ese día.
Nota final: la manera para que el mito del “israelí asesino de palestinos” se vaya poniendo en su lugar, no es llevando a los periodistas a los eventos de fútbol, ni manifestantes para protestar, sino que los Acuerdos de Abraham incluyan la educación escolar más atenta a la realidad histórica y realidad actual.