Por: Victor Zajdenberg
En la época del Imperio Romano existían en el Estado Judío cuatro Grupos o Partidos: Los Saduceos, cuyo nombre significaba “Justicia” o “Rectitud”, eran los Sacerdotes que custodiaban y atendían el Templo de Jerusalem desde los tiempos del Rey Salomón. Los Fariseos eran quienes interpretaban la Ley Escrita y Oral y oficiaban en las relaciones internas del Pueblo Judío y, juntos con los Saduceos, de las políticas externas con Roma.
Los esenios, quienes se consideraban una secta disidente, se dedicaban a sus peculiares estudios y ritos de la Torá (Biblia). Y los Zelotes eran quienes promovían un estudio integrista de la Ley y un nacionalismo extremo que condujo finalmente a los enfrentamientos con el Imperio Romano, a la no negociación y a la guerra con ellos, a la destrucción de Jerusalem y el Templo Judío y a 2.000 años de dolorosa dispersión.
Yosef ben Matityahu, luego convertido en Flavio Josefo, fue uno de los que rechazaron la ideología de los Zelotes defendiendo las relaciones política y diplomáticas con Roma. Sus libros fundamentan la historia del Pueblo Judío y la Guerra desatada entre Judea y el Imperio Romano.
Si bien el primer ministro Benjamín Netanyahu vuelve, una vez más, a la cima del poder y con su Partido Likud representan a la rama política Conservadora, para formar Gobierno tuvo que aliarse con partidos ortodoxos, ultraortodoxos y ultra nacionalistas. Sería su sexto Gobierno durante 15 años, más el período del que ha comenzado actualmente. Todos conocen lo que muchos llaman la “muñeca política” de este Líder, aunque otros lo denominan como un “animal político” por haber logrado esta continuidad como gobernante dominando y/o excluyendo a sus opositores dentro de su propio Partido y a los aliados externos. Sin embargo, esta cadencia que se inicia contiene diversos factores y personalidades que representan un verdadero desafío a su conducción que puede producir dificultades con la otra mitad de los israelíes opositores, la gran mayoría de los judíos de la diáspora y las diversas potencias mundiales existentes en el mundo globalizado actual.
Itamar ben Gvir, en su Ministerio de Seguridad Nacional, ya ha provocado la reacción de los árabes (amigos y enemigos), de los Estados Unidos, de Europa, de las Naciones Unidas y del Consejo de Seguridad. Ascender, sin autorización, al Monte del Templo, llamada por los musulmanes Explanada de las Mezquitas, a los pocos días de asumir como ministro, fue por lo menos una imprudencia provocativa. Bibi Netanyahu, ¿habrá estado enterado sobre esta actitud?
El Partido ultraortodoxo JUT (Judaísmo Unido de la Torá) exigió que se paralice la generación de energía eléctrica en Shabat en todo Israel, exigencia a la que el Partido Likud se negó rotundamente.
Ytzhak Goldknopf, también del JUT, demandó durante las negociaciones eximir a los jóvenes ultraortodoxos del Servicio Militar lo que representa una desigualdad manifiesta con los que se alistan en las FDI (Fuerza de Defensa de Israel) para defender a toda la población de los ataques terroristas. A esta declaración Bibi afirmó que “fuimos elegidos para dirigir el país a la manera nacional, liberal y democrática”. Israel debería aplicar la “Doctrina Liberman”: “A igualdad de beneficios, igualdad de servicios”.
El ya decepcionante Amijai Chikli, flamante ministro de Asuntos de la Diáspora, hijo de un Rabino Masortí (Conservador) tendrá a su cargo las relaciones con la mitad de los judíos del mundo que no viven en Israel. Lamentablemente, en sus primeras declaraciones, manifestó su desprecio a los judíos Reformistas diciendo: “buscan asimilarse y afiliarse a grupos antiisraelíes”, generalizando de manera inaudita a toda una línea religiosa por igual.
Aryeh Deri, conductor indiscutido del Partido ultraortodoxo Sefaradí Shas, ocupará los Ministerios de Interior y Sanidad. Además, podrá ser viceprimer ministro por haber exigido aprobar una Ley especial que lo desliga de una condena que lo inhabilitaba por fraude fiscal, habiendo llegado en su momento a un “acuerdo de culpabilidad”. Este tema está actualmente en manos de la Corte Suprema de Justicia por la supuesta inconstitucionalidad de la Ley pertinente.
Otra situación problemática es la determinación del ministro de Justicia Yariv Levin de impulsar una “Reforma Judicial” que puede conducir a la dependencia política de la justicia. En realidad, los únicos escenarios necesarios de un cambio consensuado serían las funciones excesivas del Fiscal General, los límites desmedidos del Asesor del Estado y el poder de la justicia en la aplicación de lo que sería “el espíritu de la Ley”, denominada en Israel “Activismo Judicial”, que aboga no solo por la estricta aplicación de las leyes constitutivas, lo que daría según el ministro de justicia, una influencia desproporcionada al Poder Judicial y a la Corte Suprema de Justicia.
En el pensamiento de Cicerón (106 ae/43 ae), “el buen ciudadano es aquel que no puede tolerar en su patria un poder que pretende hacerse superior a las leyes”.
Sr. Netanyahu. Con estos “socios”, su genio y ambición, ¿no pondrán en peligro la Seguridad que proyecta implementar, La Democracia que lo ha conducido al poder y las Libertades que toda la población israelí desea resguardar?
A la Oposición, y en especial al exgeneral y actual parlamentario Benny Gantz, habría que sugerirles las palabras que Stefan Zweig escribe en su crónica sobre Cicerón: “Lo más prudente que puede hacer un hombre sensato cuando se encuentra con otro más fuerte que él es evitarlo y aguardar un cambio, hasta que el camino vuelva a quedar libre”.