Por: Raquel Goldschmidt
Al principio nuestras comunidades estaban divididas según su lugar de origen, estoy hablando de los años 30/40. Cada “grupito”, trataba de reunirse de acuerdo con su identificación y estilo de tefilah (rezo) y sobresalían los tres sectores: Ashkenazím que venían principalmente de Hungría, Polonia, Rusia y Rumania. Los sefaradim (los llamaban los turcos), provenientes de Israel y algunos países orientales y los judíos alemanes.
Se cuentan muchas anécdotas que los identificaban según su proveniencia. Los polacos veían a los sefaradím como gente sin cultura religiosa, hombres infieles en su matrimonio con un montón de mujeres cada uno y ricachones. Los sefaradím veían a los polacos con mujeres “sueltas de cascos”, hombres que comían con los dedos, hacían sonar el vaso del té con la cucharita durante bastante tiempo y olían a pescado. Los alemanes, gente culta y exacta, pero muy asimilada al medio nacional.
Con el paso de los años se empezaron a derretir los muros helados de los mitos, se fueron acercando unos a otros por medio de la identidad judía en común, y también por medio de matrimonios “mixtos”, aunque seguían sobresaliendo algunos aspectos, como el machismo de los sefaradím, el feminismo de los ashkenazim y el integracionismo de los alemanes “yekes”.
Podría mencionar los muchos esfuerzos de cada una de estas comunidades en tratar de integrar a todos los judíos que vivían en Bogotá. Pero no habían podido ver una realidad, más allá de lo que unos pensaran de los otros, era la identidad. Todos judíos, sí, todos amando a un mismo Dios, todos compartiendo historia e Israel, todos con sus rituales casi idénticos, pero la realidad es que cada uno, hasta el día de hoy es una familia diferente.
El Centro Israelita, desde un principio se preocupó por establecer lugares físicos para llevar a cabo las funciones sinagogales y comunitarias, hubo varios edificios donde se desarrollaron, era fantástico, no se dependía de nadie. Cuando algunas familias decidieron construir la Adat Israel, en un lugar aún poco construido, pero con una visión futurista fantástica, casi profética, fue el hit. El Centro Israelita, pocos años después, se prendió a la idea de unidad, en la que prestaba el servicio del Rabino y Adat el lugar físico, resultó excelente muchos años, hasta que las juntas directivas de la Adat fueron cambiando. Sus recursos se empezaron a ver limitados y el Centro Israelita se volvió totalmente dependiente de esta sinagoga.
La Adat Israel, que no es una comunidad, pero su sinagoga congrega mucha gente y solía tener puertas abiertas, poco a poco se fue cerrando su mundo, -al ser una entidad privada tiene derecho-, sin embargo, se sigue considerando de utilidad para las comunidades existentes, debido a su locación y sus espacios. Esto crea muchos roces por momentos y simpatía en otros momentos.
Con el paso del tiempo, el esfuerzo de romper barreras se ha vuelto más difícil, los fuertes ideales de los líderes comunitarios y administrativos se convirtieron en retos personales casi indoblegables, el acercamiento cada vez es más difícil y las generaciones venideras son las que pueden salir perdiendo.
Nuestras comunidades se vanagloriaban hasta hace muy poco, que todos nos llevamos muy bien con todos, los Lubavitch con conservadores, Ashkenazim con sefaradím, etc. pero eso… se fue perdiendo. Nuevos rabinos han circulado en la comunidad Sefaradí, desde los 90s han pasado unos 4 rabinos, algunos de ellos muy polémicos y al contrario, las juntas de la Adat Israel permanecen casi intactas, ambos procesos sin su trabajo pensando en el bienestar general, se vuelven más difíciles para el tema de la unidad. Cada uno quiere resaltar en lo suyo y atrapar con sus dos manos lo que pueda. Pronto seremos como las demás comunidades del mundo: cada uno por su lado y usted verá qué hace.
El único techo que tenemos entre todos es la Confederación de Comunidades Judías de Colombina CCJC, que congrega a casi todas las instituciones y casi todas las comunidades del país, ha hecho una verdadera gran labor, a nivel judío, con las instituciones internacionales y a nivel interno con esclarecimiento frente a la población colombiana.
Bueno, así está la partida, no sabemos qué será el futuro. Las preguntas a futuro serían:
1.- ¿Centro Israelita seguirá insistiendo que la única solución son los salones de la Adat Israel?
2.- ¿La Comunidad Sefaradí se volverá ultraortodoxa, cada vez más y más?
3.- ¿La AIM, se volverá más liberal?
4.- ¿La CCJC, aceptará por fin a las comunidades nuevas de judíos, para ser parte de esta institución?
5.- ¿La Adat Israel seguirá cerrando sus puertas a personas que no consideran “de su línea”?
6.- ¿La Comunidad de la AIM, seguirá siendo invitada a las actividades comunitarias, como ha sido hasta hace poco?
7.- ¿La Adat Israel volverá a ser el espacio donde todos puedan entrar y se reconozca la labor del rabino del Centro Israelita?
Por ahora, parecería ser que mucho no se puede hacer hasta que cambie para bien la mentalidad de los dirigentes actuales de cada comunidad, congregación e institución local.
Esta es mi opinión, por esto invito a la reflexión; serán muy bienvenidas sus opiniones. Además, invito a quienes no están de acuerdo con algunas acciones o actividades de su comunidad o institución, a postularse para trabajar con juntas, comités, comisiones, etc. Para lograr que nuestras comunidades sean prósperas, justas, inteligentes, humanas, accesibles, y sensibles.