Por: Raquel Goldschmidt
Janet Finkelstein y yo visitamos la casa/museo de la artista Vicky Possin, solo puedo decir que fue toda una experiencia, una despampanante experiencia.
Si me pidieran describir a Vicky lo haría refiriéndome a la transparencia, a la creatividad, a la búsqueda de la felicidad y su obra: agua, luz, belleza y amor.
En su apariencia sencilla y cariñosa se encierra un universo de imágenes de emociones y sentimientos, tal como Janet lo describe: “toda esta obra es bella, tiene su significado, pero además tiene un peso importante”. Es que cada cuadro tiene su historia, cada pieza tiene su momento en la vida.
Vicky desde muy niña se inclinaba al arte, estudió con Maruja Possin de Shaio y Lucy Goodman.
De ahí en adelante, ha incursionado en casi todas las técnicas, excepto carboncillo.
Ha sido profesora de arte hasta el día de hoy, incluso los hijos de Janet de pequeños pasaron por su espacio y pudieron expresar todo lo que ellos deseaban con la aprobación y estímulo de Vicky.
La historia comienza desde su mamá, doña Dora Moreinis de Possin, quien diseñaba hermosos dibujos sobre porcelana, la continuó su hija Vicky abre espacios a las pinturas planas, con altorrelieves, esculturas en diversos materiales, según lo que su alma le aconseja en el momento.
Recientemente falleció un joven de un colegio, Vicky, con todo el dolor que ha cargado en su alma, resolvió crear una serie de “restitución”. Pero la verdad es que hay varias obras de restitución de diversas épocas.
Una de las más significativas es “la escalera”, una humilde escalera casi inútil, que se llevó a casa, la decoró, de abajo hacia arriba, con las dificultades tan difíciles de sobrellevar por las que ella estaba pasando, pero hay que ir subiendo y aclarando la vida, cada escalón es más limpio, más libre de tristezas y preocupaciones, hasta llegar a un escalón por debajo del superior, totalmente limpio, es el extremo del amor y la luz limpia. Obra que fue exhibida en la Galería “El Cometa”.
Su obra es ver luz donde el espacio solo permite una rendija muy pequeña iluminada, Vicky la obliga a salir en forma de arte.
Es importante recordar que la familia Possin fue una de las primeras familias judías que se establecieron en Colombia y siempre han sido personas empeñadas en ser un soporte para el país, en el campo de la medicina, del arte y del urbanismo.
Vicky ha realizado varias exposiciones, yo vi su obra expuesta en uno de los eventos de Limmud Bogotá, pero sus obras se han lucido en lugares como “Salón de Fuego”, “Biennale de Céramique” (Francia), “Galería Casa Cuadrada” además de exposiciones individuales. Fue galardonada en el 2002 en el concurso de “Cerámica de Artierra” obteniendo el segundo puesto.
Aún sigue dictando clases en su taller privado y hasta el 2020 en el Liceo Francés, dicta conferencias de apreciación del Arte Moderno y Contemporáneo. Se la puede encontrar en Facebook e Instagram.
Su esposo Adriano Moreno conserva aún una hermosa Torah que heredó de su abuelo judío Adriano, quien trajo dos Torot desde Europa, una de ellas fue donada a la nueva comunidad emergente de Santa Martha. También el profesor Adriano escribió una hermosa Meguilat Esther.
Vicky tiene 3 hijos, una ya no está con nosotros, pero hay un hermoso gráfico de ella en la cocina de su casa, donde ha dibujado a su familia y a visitantes, sus otros dos hijos están casados, tiene 4 nietos, dos en Israel y dos en Costa Rica.
Kol Hakavod Vicky por ese espacio que has dado en tu obra al judaísmo a través de las mikvaiot y Shabat que has hecho, gracias por ese legado que estás dejando a nuestra querida Colombia, eres un orgullo para la comunidad y para Colombia.