Por: David Cybul-Kiewicz
A principios del siglo XX, en la hermosa isla de San Andrés, un hombre visionario y emprendedor, Louis Rubinstein, dejó una huella imborrable. Este judío polaco, que eligió establecerse en San Andrés, transformó la vida en la isla y se convirtió en una figura muy querida en la comunidad.
El Sr Louis Rubinstein (1), un 20 de Julio frente a la catedral católica de la Isla, Junto a otras personas importantes de la isla.
Louis Rubinstein llegó a San Andrés en una época en la que la isla todavía conservaba su singularidad y autenticidad. Se instaló en el área de San Luis de Providencia, que en ese momento era el epicentro político y comercial de la isla. Hoy en día, esta área se conoce como El Gough, en honor a la familia Gough que también habitó el sector.
Uno de los mayores logros de Louis Rubinstein en San Andrés fue la apertura de su supermercado. La casa a la derecha de la foto era su residencia, y a su derecha, fuera de la foto, se encontraba su supermercado. Este supermercado fue una innovación extraordinaria en la isla. Su tienda era la más grande y mejor surtida de San Andrés, y las mercancías llegaban desde Europa, Estados Unidos y
Panamá. Este supermercado se convirtió en un centro vital para la comunidad, donde los habitantes de la isla podían acceder a una amplia variedad de productos.
Louis Rubinstein también desempeñó un papel importante en la vida económica de la isla al introducir una moneda local. Esta moneda, acuñada por Rubinstein, tenía un valor de 5 centavos y permitía a la comunidad evitar el incómodo trueque que a menudo se realizaba en la época. Su iniciativa fue un ejemplo de su compromiso con el bienestar de la isla y su gente.
La familia Rubinstein no solo se destacó en el ámbito comercial, sino que también se aventuró en otros campos. Helena Rubinstein, sobrina de Louis, era conocida por su espíritu aventurero, que la llevó a explorar el mundo de la cosmética. Si bien su fama se extendió más allá de San Andrés, su vínculo con su tío Louis y su tiempo en la isla contribuyeron a su desarrollo personal y profesional.
Louis Rubinstein se ganó el afecto y el respeto de la comunidad de San Andrés. Durante las fiestas patrias, desde el balcón de su casa, tenía la costumbre de lanzar monedas a los jóvenes que se reunían para celebrar. Esta tradición se convirtió en un evento esperado y divertido para todos los habitantes de la isla.
Hoy en día, las personas de la comunidad isleña aún recuerdan a Louis Rubinstein con cariño y cuidan de su tumba como un tributo a su legado. Murió hacia el final de los años 60. Su historia es un recordatorio de cómo individuos emprendedores y dedicados pueden dejar una marca perdurable en una comunidad y enriquecer la vida de quienes la habitan. Louis Rubinstein, un hombre de visión y corazón, es un ejemplo de cómo una persona puede cambiar el curso de una isla y enriquecer la vida de quienes la habitan.