Por: Raquel Goldschmidt
“En vez de ser buenos entre Rosh Hashaná y Yom Kipur, ser buenos entre Yom Kipur y Rosh Hashaná”. Yeshayahu Leibowitz, Químico, filósofo y escritor israelí.
Este año las sinagogas se llenaron más que el vacío que había dejado la pandemia del COVID19. Algunas de las personas amigas entre ellas, no se veían desde hacía años y por supuesto se saludaron muy afectuosamente y charlaron todas las charlas que se debían desde hacía años… el tema es que lo hicieron durante la tefilah.
Lo cierto es que la gente también había puesto un espacio de distancia con Dios, sin embargo, sentí que el estar en el ambiente sinagogal fue un alivio para muchos, una emoción especial.
El ayuno de Yom Kipur orienta hacia un estado especial, que, a pesar de la emoción del encuentro con las amistades, permite la apertura de un espacio en el alma, para ver con lupa asuntos de la vida más profundos; enfrentar el hambre, el dolor y la carencia. Algunas personas suelen sufrir mucho durante el ayuno y no les permite concentrarse en estos asuntos más que en su propia salud y ese es un llamado de atención de Dios.
“Por qué hemos ayunado y Tú no ves?, ¿Por qué hemos afligido nuestras almas y Tú no atiendes?, he aquí que en vuestro día de ayuno halláis vuestro propio gusto y vejáis a todos vuestros trabajadores, ayunáis para riña y contención y para herir con el puño de maldad, no ayunáis en el día de hoy para hacer que en lo Alto se oiga vuestra voz. ¿Acaso éste ha de ser el ayuno que Yo escojo para que el hombre aflija su alma?, ¿Acaso encorvar la cabeza como junco y extender saco y ceniza, a esto llamáis ayuno que aceta tu Dios?” Isaías, 58:3 al 6.
La queja de Dios a través de Isaías se enfoca en la sinceridad y el verdadero propósito del ayuno. Es un ayuno sin repaso de las acciones, sin un propósito de mejorar ni un ápice. Tal vez algunas personas ayunan por un motivo social, otras… ni siquiera sienten que hay necesidad de un ayuno. Se sigue la vida, como que nada más la vida es para esa misma persona. Sin embargo, hay una respuesta:
“¿No es más bien este ayuno que Yo escojo?: Soltar las ligaduras de la maldad, desatar las coyundas del yugo, enviar libres a los oprimidos y que rompáis todo yugo. ¿No es partir tu pan al hambriento y a que los pobres que no tienen hogar los cojas en tu casa? Que cuando veas al desnudo lo cubras y que no te retires despiadadamente de tu misma carne”. Isaías 58:7 al 9.
El propósito del ayuno es enderezar las acciones, intentar de ver la necesidad humana sin importar quién es y en qué trabaja, algunas personas no necesitan del ayuno para estar reflexivos de su propio manejo de vida. El día de Yom Kipur per se, es reconciliatorio y puede lograr cambiar el rumbo de una vida y a través de ese cambio, lograr la paz y tranquilidad de otras vidas.
Si se va a charlar en la sinagoga, se debería ser prudente y no interrumpir a quienes requieren del rezo de ese Gran día para lograr su reflexión que le hará bien a su alma y tal vez a otras vidas por intermedio de ella. Si se tiene la necesidad de charlar, retirarse un rato de la sinagoga y después regresar. Algunas personas no entienden el tema de la reflexión, no por eso son malas, solo lo ignoran.
Solo es necesario que se sepa: el que tiene es porque Dios se lo permite para que algo aprenda de esta vida, aprender a compartir y a arreglar y el que no tiene, es porque necesita aprender algo, tal vez a recibir y a acompañar. Cada uno en su interior lo sabe.
Dios quiera que este nuevo año que ha regalado a la humanidad, llene al mundo de paz, que se pueda abrir los ojos y no simplemente ver sino observar, calcular y actuar.
Shaná tová.