Por: Ricardo Angoso
No cabe duda que Irán está detrás del ataque terrorista del 7 de octubre contra Israel y que el mismo no es una casualidad, sino fruto de una estrategia no encubierta de destruir toda forma de diálogo entre las autoridades israelíes y el mundo árabe, incluyendo a los palestinos moderados.
El reciente ataque masivo del grupo terrorista Hamas a Israel, con el resultado más de 1.000 muertos y 2.000 heridos, no ha sido algo casual, sino que el momento elegido responde a la estrategia de Irán por aislar a Israel en la región y evitar la casi segura normalización de relaciones entre el Estado hebreo y Arabia Saudí. Como ha ocurrido en otras ocasiones en Oriente Medio, el ataque tenía intenciones políticas, como evitar el reconocimiento por parte de otro Estado árabe a Israel y la posibilidad propiciada por ese hecho de que Israel y los palestinos más moderados iniciaran conversaciones para lograr una paz duradera, unos objetivos ambos que ahora están mucho más lejos de lograrse en el corto plazo. Este ataque tiene mucho que ver con este factor geopolítico crucial de gran trascendencia y calado en la región.
Irán, que por cierto había normalizado con Arabia Saudí sus relaciones diplomáticas recientemente, se estaba mostrando muy activo por todos los medios para evitar esas relaciones entre Israel y los saudíes y que la mismas condujesen a ese diálogo político con los palestinos, ya que aislaría a los actores regionales a los que apoya activamente, como Hamas y Hizbulá, en Gaza y Líbano, respectivamente. La diplomacia saudí estaba dispuesta a dar ese paso histórico como parte de un proceso previo para que Israel volviera a la mesa de negociaciones con los palestinos, es decir, con la Autoridad Nacional Palestina y no con Hamas.
No es ningún secreto que Irán apoya desde hace años a estas dos organizaciones terroristas con ayuda militar, económica y diplomática y que ambas son enemigas declaradas del Estado de Israel. En numerosas ocasiones, Hamas y Hizbulá han atacado a Israel con misiles, cohetes y ataques de mortero, pero hasta ahora, hasta este fatídico sábado siete de octubre, que ya quedará grabado en los anales de la historia del Estado hebreo, nunca habían llevado un ataque masivo, sincronizado y utilizando todos los medios a su alcance para atacar al que consideran su enemigo eterno. Ambas organizaciones, además, comparten su negativa a negociar con Israel bajo ningún concepto y siguen defendiendo esa creencia árabe que la única solución al problema palestino es “echar a los judíos al mar” o eliminarlos de la faz de la tierra físicamente.
En el pasado, Irán ya planificó varias acciones terroristas en el exterior, como los atentados terroristas contra la Embajada de Israel en Buenos Aires, en 1992, y contra la organización hebrea Amia, en 1994, cuya autoría iraní, pese a las obstrucciones judiciales inducidas por varios gobiernos peronistas, es clara e indiscutible. Además, Irán nunca ha ocultado que pretende la destrucción total del Estado hebreo y, por dicho motivo, el plan de desarrollo de energía nuclear por parte de Teherán preocupa especialmente a las autoridades judías y a sus aliados norteamericanos. Para desestabilizar a Israel, Teherán también utiliza a su principal aliado en la región, Siria, que también ha lanzado en varias ocasiones cohetes contra territorio israelí e históricamente se ha negado a reconocer a Israel. Damasco instiga de forma permanente a los israelíes e introduce armas desde su territorio a las fuerzas de Hizbulá en el Líbano, país desde donde también se producen periódicos ataques contra objetivos israelíes.
Así, utilizando a Hizbulá, Siria y ahora a Hamas es como Irán golpea a Israel usando el terrorismo sin distinguir entre objetivos militares y civiles, indiscriminadamente como ocurrió ayer, en que fueron asesinados, secuestrados y encerrados en jaulas, como perros, hasta niños y niñas indefensos. Para la aniquilación total de Israel, piensan en Teherán, todo sirve y el fin siempre justifica hasta los métodos más abyectos, como los empleados ayer y que son de dominio público a nivel global gracias a las redes sociales.
1.A tenor de lo ocurrido ayer en Israel habrá que tener más en cuenta las tesis del ejecutivo israelí de Benjamín Netanyahu, en el sentido de que hasta no se desactive el programa nuclear iraní, incluyendo la total destrucción de las instalaciones militares iraníes implicadas en el proyecto, no desaparecerán las amenazas para el Estado hebreo, incluyendo un ataque nuclear que tantas veces ha sido anunciado por las autoridades iraníes;
2.Ya hemos visto que los preceptos religiosos no detienen a estos fanáticos, capaces de linchar cadáveres, violar mujeres, encarcelar a niños en jaulas, matar a civiles indefensos en sus camas y asesinar ancianas en paradas de autobús, y que enfrentamos una amenaza real sin escrúpulos humanos ni principios morales ni éticos. Los responsables de estos hechos son capaces de cometer los crímenes más atroces. Como ha dicho el responsable de Israel en las Naciones Unidas, Gilad Erdan, “Israel no tiene la intención de discutir la paz con Hamás; la tarea es destruirlos. La era de hablar con estos salvajes ha terminado. Es hora de destruir la infraestructura terrorista de Hamás, de eliminarla por completo, para que tales horrores no vuelvan a ocurrir.” Ya no se puede aceptar a Hamas como un actor político responsable, civilizado y con legitimidad para ser interlocutores del pueblo palestino. Son unos criminales de guerra que han cometido crímenes execrables contra la humanidad y están absolutamente deslegitimados en términos políticos;
3.A partir de ahora, las posibilidades de un Estado palestino quizá se diluyen para siempre y nunca más habrá un diálogo sincero entre palestinos e israelíes. Se han roto todos los puentes y la responsabilidad es de Irán junto con su brazo político en Gaza, Hamas. Un Estado palestino, con fronteras reconocidas por la comunidad internacional, en manos de Hamas o la Autoridad Nacional Palestina, sería un peligro para el pueblo judío y constituiría una fuente interminable de conflictos en Oriente Medio, sembrando la inestabilidad, la inseguridad y el caos en toda la región. Israel debe desconectar totalmente del territorio de Gaza y de los asentamientos palestinos de Cisjordania para, a renglón seguido, comenzar su definitiva inserción en una región desmantelando todas las bases iraníes en la zona, incluyendo a Siria y Líbano. Si los palestinos pensaban que esta iba a ser una gran victoria militar y política, han cosechado en apenas horas su descrédito político, su deslegitimación como un actor serio y responsable para resolver el conflicto regional, el repudio internacional casi generalizado y su carácter de poco fiables a merced de la forma bárbara y criminal en que han perpetrado el ataque contra civiles israelíes de una forma indiscriminada y miserable. Es una derrota palestina en toda regla, aunque algunos piensen lo contrario, y tendrá fatales consecuencias para su causa.