Por: Victor Zajdenberg
Recep Tayyip Erdogan, el presidente autócrata de Turquía ha decidido cambiar más de 500 años de historia con los judíos y 75 años de relaciones con el Estado de Israel. Sueña con restaurar el antiguo Imperio Otomano, con él como nuevo Sultán, acusando a los israelíes de asesinar niños palestinos en Gaza y adhiriendo a su país a la histérica presentación de Sudáfrica ante el CIJ (Corte Internacional de Justicia).
“Cuando un amigo se va,
Queda un espacio vacío”.
Nadie mejor que Cortez y Serrat para expresar el dolor que se siente cuando un amigo se aleja dejando un angustiante espacio vacío.
La historia de las excelentes relaciones de Turquía con los judíos tiene varias centurias y se remiten a la tragedia de Sefarad en el siglo XV cuando estos fueran brutalmente expulsados de España por los bárbaros reyes católicos Isabel y Fernando.
No solo fueron desterrados los judíos de Sefarad; también fueron convertidos por la fuerza, degradados, expoliados y eliminados por el fuego en las hogueras de la “Santa Inquisición”. Con esta encarnizada limpieza étnica y religiosa, España logró convertirse en un Imperio limpio de judíos (judenrein) por muchos siglos.
La España antisemita actual aún no ha pagado lo suficiente por los males e injusticias que sus antecesores descargaron sobre el Pueblo Judío, prosiguiendo con sus políticas de odio hacia todo lo que respira aire de judaísmo, sionismo e Israel.
Mas hoy, siglo XXI y 500 años después de estos hechos, no hablaremos de España.
“Cuando un amigo se va,
Queda un tizón encendido”.
Pero el espíritu de Sefarad no pudo ser apagado y a pesar de los criminales designios de los Reyes Católicos, los sufridos integrantes de la grey judía se expandieron al norte hacia Holanda y al este hacia Turquía, el poderoso Imperio Otomano
En su camino hacia el doloroso exilio, los judíos de Sefarad fueron creando comunidades, sinagogas, casas de estudio (Ieshivot) y nuevas fuentes económicas y culturales.
La primera sinagoga levantada fuera de España fue la de Dubrovnik (hoy Croacia) la que todavía está en pié y representa la más antigua de toda Europa luego de las que España destruyera o usurpara para reconvertirlas en iglesias católicas.
En distintas ciudades del trayecto hacia el Imperio Otomano se construyeron centros comunitarios activos y plenos como en Split (Croacia), Sarajevo (Bosnia), Sofía (Bulgaria), Atenas (Grecia) y en toda la geografía otomana.
“Cuando un amigo se va,
Una estrella se ha perdido”.
Los judíos de Sefarad fueron progresando dentro y cerca de los límites del nuevo Imperio Otomano quien en el año 1453 venciera dramáticamente al milenario Imperio Bizantino, comenzando con este trascendental hecho histórico un largo período de enfrentamientos entre los turcos y las distintas potencias europeas cristianas de aquella época, entre ellas la cristianísima España.
Lentamente los judíos de Turquía fueron guardando en la memoria colectiva la estrella perdida de Sefarad creando una nueva y floreciente comunidad que perdura hasta los tiempos actuales con creaciones culturales, litúrgicas, musicales y culinarias que los ha distinguido durante más de 500 años.
Tales fueron las influencias y las bonanzas, en cantidad y calidad, que aportaron los inmigrantes judíos al Imperio que le permitieron al Sultán Otomano no desaprovechar las oportunidades de manifestar su agradecimiento, mofándose de los Reyes Católicos, por enviarle gente tan valiosa sin pedir nada a cambio.
“Cuando un amigo se va,
Se detienen los caminos”.
Los judíos sefaraditas de Turquía se convirtieron en sus ciudadanos más fieles en agradecimiento a la libertad y seguridad que siempre tuvieron en sus dominios.
Hasta Kemal Ataturk, el Estadista de la Nueva Turquía surgida después de la 1ª. Guerra Mundial, consideró a los judíos como una retaguardia segura y fiel en momentos de máxima gravedad para su propia supervivencia nacional.
Esta fidelidad recíproca e interdependiente permitió elaborar lazos indestructibles entre Turquía y el renacido Estado de Israel a partir de 1948 y hasta hace poco tiempo atrás.
Muchísimos judíos salvados de la Shoáh (Holocausto) pasaron por Turquía para encaminarse hacia la Palestina Judía primero y al Estado de Israel después.
Las actividades sionistas también pudieron desarrollarse, dentro del territorio turco, sin ningún impedimento y sus relaciones con el nuevo Estado Judío fueron inmejorables.
Todos los senderos conducían hacia una verdadera amistad entre ambos pueblos.
“Cuando un amigo se va,
Empieza el alma a vibrar”.
En uno de los viajes realizados y estando en Izmir (Esmirna), la bella ciudad recostada sobre las costas del Mar Egeo, elevamos la vista al cielo para observar las maniobras que realizaban en el aire los pilotos de unos esbeltos aviones de guerra.
Sin esperar las preguntas, nuestra guía nos explicó que eran aviones israelíes que ante la imposibilidad de practicar con ellos en Israel por la proximidad de sus fronteras con los paises enemigos, lo hacían en los cielos turcos.
Además, ambas Fuerzas Aéreas, la turca y la israelí, realizaban ejercicios conjuntos en forma permanente y rutinaria para el estudio de operaciones interactivas.
Estábamos en los comienzos del nuevo milenio (Siglo XXI) luego del derrumbe del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética.
“Cuando un amigo se va,
Queda un terreno baldío”.
El año 2002 quedará marcado como el inicio de un proceso donde Turquía comienza a provocar un cambio trascendental.
En las elecciones de ese año ganan los fundamentalistas islámicos de Erdogán y con actitudes hostiles cada vez más evidentes le da un giro inesperado al timón del barco turco, desviándolo de la ruta encaminada en el siglo pasado por Kemal Ataturk.
Erdogán sabía que lo vigilaban de cerca las laicas Fuerzas Armadas Republicanas y la UE (Unión Europea) que estudiaba su solicitud de ingreso a la misma y es por ello que decide elegir un trayecto mas largo para el logro de sus objetivos, intentando engañar tanto a los militares de su pais como a la disminuida Europa.
Mientras tanto la moneda de cambio que Erdogán propone a sus nuevos “amigos” del mundo árabe e islámico comienza a ser, lentamente, el Estado de Israel.
“Cuando un amigo se va,
Queda un árbol caído”.
El resto ya es historia reciente:
1. Calumnias crecientes contra el Estado de Israel y su Ejército.
2. Acusaciones de genocidio durante el operativo en Gaza contra el Hamas.
(¡Que cinismo! ¡Que atrevidos! Los mismos que todavía no han reconocido el Genocidio armenio y que reprimen a los kurdos en Turquía y en Irak...).
3. Relaciones en el pasado con Basher Asad, el ya declarado asesino de Darfur.
4. Fomento a las relaciones carnales con Jamenei y el teocrático régimen de Irán, enemigo declarado de Israel.
5. Cancelación de los ejercicios militares conjuntos de Turquía con Israel.
6. Puesta al aire de programas televisivos para niños presentando a los soldados israelíes como asesinos de los pobres niños palestinos.
7. Abstención en la OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica) donde se condenó a Irán por su programa nuclear declarado.
8. Erdogán nunca censuró las declaraciones de Irán llamando a “borrar del mapa” a Israel y organizando conferencias para negar el Holocausto.
9. Votaciones recientes en las Naciones Unidas siempre a favor de Irán y contra Israel.
10. Es por ello que Israel reconoce que Erdogán, Premier de Turquía, ha dejado de ser un socio confiable y un mediador apto e imparcial, descalificándolo para participar en conversaciones de paz.
“Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío”.