Por: Marlene Himerlfarb
Los grupos terroristas, como su nombre lo indica, se encargan de sembrar terror en la gente que piensa diferente, la que piensa normal y tiene objetivos sanos en la vida. Estos grupos están en contra de lo establecido y de las normas instauradas por una sociedad. Su misión es destruir, matar y crear malestar en la población. Proponen un nuevo orden, o mejor un desorden de vida.
El comportamiento sexual de estos salvajes de Hamás es algo que se sale de toda regla. Es increíble como pueden sentir deleite abusando en esa forma a tan salvaje de sus víctimas. Son mentes enfermas.
¿Hasta dónde puede llegar la maldad humana? Es algo que no tiene límites. Y lo más increíble es que el mundo aplaude su heroísmo.
Con las marchas con banderas y ultrajando símbolos judíos demuestran su solidaridad con este grupo de malvados que sólo sabe destruir.
¿En qué mente normal cabe la idea de matar a una mujer embarazada y seguirla torturando después de sacar un bebé de su vientre? ¿O arrancarles los senos y jugar con ellos como si fueran balones de fútbol? Aparte del horrible hecho de matar por matar, se suma el hecho de deleitarse con esas torturas sexuales que practicaron en las víctimas inocentes, unas con vida y otras después de haberlas matado. Ni el mismo Freud sería capaz de clasificar esta asquerosidad de comportamiento en ninguna de sus tratados del psicoanálisis.
¿Cómo puede haber gente medianamente culta, que apoye a un grupo que llega a estos comportamientos extremadamente sanguinarios? Es el máximo grado de maldad humana.
No hay ningún tribunal capaz de castigar estos hechos y por el contrario son aplaudidos por algunos gobernantes, políticos, dirigentes universitarios y la gran masa que marcha al grito: “desde el río hasta el mar”.
Ven a Israel como el genocida, el opresor y no como el país que está defendiendo sus valores, su pedazo de tierra, luchando por rescatar a los secuestrados y entablando una batalla sangrienta, sacrificando a sus mejores hombres y acabando con vidas de inocentes, sólo para acabar con estos grupos terroristas que son una amenaza para la vida de los ciudadanos israelíes y a largo plazo para ese mundo europeo que poco a poco se están tomando los representantes de esta “cultura” o mejor incultura en el exterior.
Cómo pueden ser tan irrespetuosos de darle a Israel el calificativo de genocida, cuando es un país que surgió precisamente como consecuencia del genocidio nazi, que diezmó a la población judía mundial. Israel fue un renacer, una respuesta a esa matanza matemáticamente planeada por Hitler, un cerebro lleno de maldad, parecido a los líderes de Hamás.
Aunque ellos, con su acto sanguinario interrumpieron y llenaron de tristeza la celebración de Simjá Torah, ahora celebran su Ramadán, que siempre ocasiona violencia, pero Israel, a pesar de todo respeta su celebración y el mundo dice en coro que Israel es un estado genocida.
Hay muertes de inocentes porque están ubicados en los blancos de batalla, en los sitios donde Israel debe atacar para tratar de exterminar a este grupo terroristas que representa una amenaza para la vida civil del país.
El ejército israelí ataca a los civiles, no porque sean civiles, sino porque es bien sabido que en Gaza debajo de cada hospital, de cada escuela, de casa mezquita, hay un arsenal exponiendo a la gente al peligro de muerte. Los utilizan como escudos humanos.
Esperamos que llegue el día que “ellos quieran más a sus hijos de lo que nos odian a nosotros”, como bien lo decía Golda Meir.