Por: Raquel Goldschmidt
“El perdon hay que trabajarlo”. Yolanda Perea
Se ha enseñado el tema del perdón especialmente tratado en la época de Yom Kipur, sin embargo, es un tema casi del diario vivir.
Hace un par de años, entrevistaban a una mujer en el noticiero, cuya hija de unos 10 años fue asaltada, torturada y descuartizada, la señora llorando decía “pero yo los perdono”.
Hay religiones como el catolicismo, que ordenan perdonar a quienes hacen daño inclusive si se trata de un delito.
En el islam, todos los delitos se pueden perdonar menos el de la Sharia, que atenta contra dios, como por ejemplo el cristianismo que, al creer en la trinidad, lo convierte en un pecado mortal n perdonable.
En el judaísmo, la concepción de perdón está relacionada con el arrepentimiento sincero y reparar las causas y daños cometidos.
Ayer la palabra de la activista negra del Pacífico colombiano, Yolanda Perea Mosquera, dio una luz mejorada. Cuando fue niña fue violada por los terroristas de las FARC, después de haber asesinado a su mamá frente a ella. Dolores muy paralelos a los que siente hoy el pueblo de Israel.
La periodista de NTN24 le preguntó si perdonaba a las FARC por estos delitos contra ella, Perea, brillantemente contestó que el perdón hay que trabajarlo, se trata de dos niveles:
Después de su vivencia y de entender el camino que debe seguir la justicia colombiana hacia la paz lo cual lo explicó claramente y sin palabras rebuscadas, se puede entender con sencillez aquello que Dios en la Torah da a entender sobre el perdón.
Cuando Moshé le ruega a Dios que se dé a conocer, Dios le permite ver una de las facetas suyas posteriormente Moshé lo resume en la famosa oración Éxodo 34:6 y 7 que dice:
“Y pasó Ado-nai delante de él y proclamó: Ado-nai, Ado-nai, Dios misericordioso y clemente, tardo en la ira, magnánimo en la benevolencia y en la verdad, mantiene la benevolencia para miles de generaciones, perdona la iniquidad, la rebeldía y el error, pero de absolver del todo no absuelve, hace recordar la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación”.
Estas palabras lo que dicen se refiere a la verdad y a la justicia, magnánimo en la verdad, es la intención recalcada que el hombre debe tener en búsqueda de la verdad sin disfraz alguno, de toda la verdad, completa, sin agregar ni disminuir nada. Y que no absuelve de todo significa que sin justicia no se llega al propósito, se absuelve cuando se juzga y se cumple el juicio.
Para todo ello, se puede finalmente concluir que la verdadera paz se obtendrá cuando el mundo abra los ojos, visualice la verdad y tenga el entendimiento de juzgar al culpable, para que entienda él y sus generaciones futuras, que al mal se le llama mal y al bien se le llama bien.
La vida acaba de enseñar, que además el verdadero aprendizaje o arrepentimiento, viene cuando Dios realiza nuevamente una prueba. Lo que sucedió y está sucediendo en Israel, ha demostrado que muchas organizaciones, gobiernos, dirigentes, pobladores del mundo, instituciones, comunidades, han optado por uno u otro lado. Algunos países que se suponen que lamentaban la tragedia de la Shoa, hoy demostraron su verdadera cara del mal, apartándose del sufrimiento del pueblo de Israel, achacando a Israel un crimen que en verdad está cometiendo un grupo terrorista y no aceptan esa realidad, estas instancias mencionadas tampoco han declarado un estado de juicio al mal, al terrorismo.
Siendo así, la paz en el mundo vendrá, pero solamente para aquellos que han logrado ver la verdad y defenderla, culpado al mal y juzgado.