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La felicidad en el judaísmo

Por: Raquel Goldschmidt

El propósito final del judaísmo no es la felicidad, jamás se menciona en ninguno de los textos sagrados, la felicidad es una consecuencia por cumplir con lo que se enseña en los textos sagrados.

Se menciona la alegría de las festividades y la importancia de alegrarse especialmente en Sucot tal como aparece en la Torah (Deuteronomio 16:14 y 15). La alegría en la festividad de Sucot es considerada obligatoria, pero es pasajera, la felicidad es una condición final.

Hay otro momento que se ordenó estar alegres, no siendo una orden Divina sino humana, se trata de Purim, cuando en aquellos días, Mordejai Hayehudí ordenó a todos los judios estar felices y festejar ese día de salvación (Esther 9:20 al 22).

La alegría empuja a festejar, reír, cantar, compartir con los demás, en tanto que la felicidad es un estado de bienestar que cumple con los requisitos emocionales y sicológicos que cada cual requiere en ese momento, incluso también con las necesidades físicas.

La alegría se manifiesta con signos exteriores, mientras que la felicidad no necesariamente se refleja de manera visible, se siente internamente. La felicidad es más profunda.

De acuerdo con el fundador de Aish Hatorah, Rav Noaj Weinberg Z”L, “La felicidad proviene del arte de disfrutar y apreciar constantemente lo que ya se tiene”.

Componentes de la felicidad

Finalmente se concluye que para llegar al estado de felicidad hay que trabajarlo, al igual que otras condiciones de estabilidad humana, como la paz, la justicia y la sabiduría.