Imprímeme

Mi Jerusalem de oro

Por: Marlene Himerlfarb

Hay ciudades donde se siente una energía diferente y un ritmo de vida muy loco. Entre ellas están Nueva York, París, Ciudad de México, Bogotá, Cartagena, (guardando las proporciones) Buenos Aires, aunque no conozco, pero por lo que he visto, emana una energía especial. Machu Picchu entra en esa categoría de vibraciones energéticas.

Conozco otras muy lindas, pero son lindas y ya, pero ahora estamos hablando de magia, de energía, de conexión con la tierra.

Hay muchas más que todavía no he conocido y por eso no puedo comentar. Pero no me refiero a la belleza o a la grandeza de la ciudad, sino a ese aire especial, a esa energía que se siente al llegar. Hay muchas otras que conozco, pero tienen otras características diferentes. Muy bonitas, pero no emanan esa energía a la que me refiero. Es algo muy especial.

Cuando digo energía, magia, me refiero a algo extraño que nos atrae, nos envuelve y nos hace sentir que tenemos los pies despegados de la tierra. Eso se siente al llegar a Jerusalem. Es una energía que atrapa y atrae. Sus construcciones blancas, sus estrechos pasadizos, su historia llena de contenido bíblico dan un sentir diferente. Es una ciudad llena de luz, se siente espiritualidad en todos sus rincones. Escaleras que suben y bajan, revelando sus secretos. El imponente muro de los lamentos, símbolo del pueblo judío donde se llora más de una lágrima y se clama por más de un deseo. Es el único vestigio que quedó después de la destrucción del segundo templo. Si yo fuera arquitecta lo usaría como base para la edificación del tercer templo.

Por esta época de guerra, se ha bajado el turismo, pues es obvio que nadie quiere venir a visitar un país en guerra. Vienen los voluntarios y los que tienen aquí familia. Pero poco a poco la gente va a querer volver a este maravilloso destino que sigue siendo Israel, a pesar de todo. Y a pesar de todo siguen llegando olím jadashim (nuevos inmigrantes) a comenzar una nueva vida.

El otro día fuimos a recorrer esas estrechas calles con mi amiga Daniela y nos sorprendió la soledad del shuk (mercado al aire libre), donde siempre hay que pedir permiso para pasar y esta vez reinaba la soledad en sus pasillos con escalones y en los locales llenos de chucherías para llenar las bolsas de los turistas. Da lástima ver los locales con mucho menos clientes de lo habitual. Esto hace que la atención sea mejor, pues hay que venderle todo a los pocos turistas que vienen y además atienden mejor para que compren y para que vuelvan.

Fue así como compramos pulseritas de ojitos, mariposas y otros chécheres típicos de Jerusalem. En uno de los almacenes hasta nos pusieron música para que bailáramos. Fue un paseo lindo de mucho caminar y respirar ese ambiente mágico que emana esta hermosa ciudad. Casi todos los almacencitos son de árabes y muchos están cerrados, algunos temporalmente y otros permanentemente, pues no pudieron aguantar la falta de turismo que mueve esta economía artesanal.

Siempre es bueno volver a Jerusalem. El otro día leí algo como que a Jerusalem no se va, se vuelve. Es parte del retorno a Tzión, por eso el clásico dicho beshaná aba birushalaim (El próximo año en Jerusalem). Siempre que lo escuchaba decía el próximo año, algún día, hasta que me tocó y no me la creo.

El viernes volvimos de visita a la ciudad de piedra blanca, con un paseo de la Olei (la organización latina de inmigrantes). Esta vez íbamos al museo Hertzl. En sus jardines y paredes, está contenida toda la historia de la construcción del pueblo de Israel. Están los sueños convertidos en realidad de ese soñador sionista que fue Theodoro Hertzl, a quien se le ocurrió la loca y excelente idea de crear un estado que albergara a los judíos sin que nadie los molestara, donde pudieran edificar sus sueños, construir un país y mostrarle al
mundo que Israel vive. Am Israel Jai.

Subimos a los buses como cuando íbamos a los paseos del colegio. Este grupo de la Olei de Modiin es una belleza y aunque la mayoría son mayores, tienen alma de niños.

¡Siempre alegres, siempre listos! Has llegado a tu destino, como diría Waze, fue la frase que nos hizo parar de cantar esas melodías que escuchamos dese niños, para disponernos a entrar al museo. Nos recibió una hermosa guía que lleva muy poco tiempo aquí, pero como es joven ya habla un hebreo más fluido que el nuestro, y en un español argentinizado nos hizo un excelente tour. Puertas que se abren y están llenas de sorpresas.

La primera puerta nos llevó al primer congreso sionista mundial y el visitante se siente en el lugar en vivo. Después muestran la película de la vida de este soñador que logró convencer a medio mundo que su idea era buena. Es un documental muy agradable, donde dos artistas muy conocidos le enseñan a Lior, un joven artista, como debe encarnar el personaje de Hertzl. Es una película que se acerca mucho a lo real. Cuando el actor interioriza al personaje, logra mostrar su vida y su sueño. Muy didáctica y pedagógica la forma de contar la historia, el origen de este país.

Por una foto, me di cuenta de que Herzl era zurdo como mi papá. Por ahí dicen que los zurdos son más inteligentes. Hertzl murió muy joven y no alcanzó a ver su sueño hecho realidad, pero dejó este mundo sabiendo lo que iba a suceder. Sus palabras eran: “SI LO QUERÉIS NO SERÁ UNA LEYENDA”. Y así fue. Pidió ser enterrado aquí y así es como trasladaron sus restos y los de su familia a la explanada donde están enterrados varios de los grandes líderes que han gobernado este país de sueños.

Toda la vida tuve mucha cercanía con este gran líder, pues mi colegio se llamaba Theodoro Hertzl, en memoria y honor a este gran pionero del Estado de Israel. Lástima lo que está sucediendo en la actualidad, pues estoy segura que si Hertzl viera a estos enemigos tratando de destruir ese sueño que se hizo realidad, derramaría más de una lágrima. Pero también estoy segura de que en su honor y respetando su memoria, los judíos del mundo no vamos a permitir que esto suceda y será como una segunda oportunidad.

Yerushalaim shel zaav (Jerusalem de oro) como dice la canción.