Por: Raquel Goldschmidt
Cuando el mundo entró al siglo XXI, algunos pensamos que las guerras habían quedado atrás, que el hombre, ya más educado y experimentado, por fin se dedicaría a desarrollar las ciencias, la búsqueda del espíritu, del verdadero espíritu, la justicia por fin había llegado a su máxima claridad, se acababan las épocas de la esclavitud, de las cruzadas, de los pogroms, de las acusaciones de brujería, de la fobia a los “diferentes”, del terrorismo, las pestes y pandemias, etc. por fin se estaba en el siglo del espacio y la verdad, de la claridad mental y la educación ética.
Un año y 8 meses después de haber estrenado el siglo de la inteligencia humana, el atentado de las torres gemelas derrumbó con ellas esta ilusión, de pronto se vio en los muertos y los edificios derrumbados, el principio de un derrumbamiento más cruel y mortal: el derrumbamiento de la moral humana.
Este siglo empezó mal y aunque ha tenido momentos de lucidez, ha demostrado que la idiotez y la corrupción es una enfermedad pandémica, que ha abrazado muchas cabezas dirigentes en el mundo y arrastrado en su ruta feroz a muchos “intelectuales” de alma dañada y seguidos por zombis, ingenuos incapaces de ver el dolor o peor aún capaces de aceptar el placer de la crueldad, aplaudiendo la injusticia e intentando crear una atmósfera de complacencia ante la depravación.
No se puede saber qué traerá de nuevo el futuro, podría ser una maldad más sofisticada aún o tal vez, solo tal vez, Dios permita iluminar las mentes y las almas de los seres humanos para que descubran que la vida puede ser hermosa, importante, dulce, amable, llena de paz, de salud, de crecimiento verdadero, que el dolor quedara en el pasado y sirviera como ejemplo de lo que no debe volver a ocurrir. Que el hombre se dedique a desarrollar lo que Dios entregó al hombre en rústico para construir lo que desde el principio el hombre debió haber construido: un mundo de formación externa e interna, un mundo de justicia y amor, de verdad y ayuda. De desarrollo en todos los campos. En resumen: un mundo inteligente, la referencia es a la inteligencia humana, basada en la bondad.
Ven rápido futuro limpio y racional, por favor, pero si no va a ser así, te ruego que te quedes muy muy lejos ojalá en otro espacio, pues la humanidad está suficientemente herida y ciega en este primer cuarto del siglo XXI.