Por: Victor Zajdenberg
“El pasado no terminó, ni siquiera es pasado”. William Faulkner.
Vladimir Putin, Presidente autocrático de la Federación Rusa, y Xi Jinping, dictador de la República Popular China, han concluido lo que ellos han denominado un “Mundo Multipolar Justo” durante la Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), realizada en Astaná, Capital de Kazajistán.
Si es “Justo” o no, es para un largo debate, aunque debe reconocerse que, incluidos los 5 países de la región asiática más el resto de los integrantes del BRICS y países como Pakistán y la europea Bielorrusia conforman más del 40 % de la economía mundial sin ser entidades democráticas, salvo la India que sí lo es.
El sueño de un gran mundo democrático y liberal americano-europeo-asiático que debería haberse constituido después de la desintegración del Imperio Soviético (1991/2) se ha desvanecido definitivamente. Por el contrario, cada vez más, se evidencia la configuración de un nuevo Mundo Bipolar, disfrazado de Multipolar, con China como la Potencia geopolítica principal, Rusia la subrogante como lo es Europa para los Estados Unidos y una serie de naciones que adhieren a alguna de estas dos Alianzas, la “Atlántica” o la “Centroasiática”.
A China le sirve para consolidar sus diversas “Rutas de la Seda”, un faraónico proyecto en pleno desarrollo. A Rusia la beneficia para su guerra en Ucrania y el hecho que su desarrollo económico, financiero y comercial pueda abarcar a todos los países de esta nueva Alianza concluida en la OCS.
¿Quiénes se perjudican con esta nueva construcción? En primer término, Ucrania lamentablemente, destinada a ser el campo de batalla de una larga guerra de desgaste militar, material y desgraciadamente humano que ya cumple con más de dos años y medio de duración.
En segundo lugar, Europa que paga el costo de ésta guerra con inflación y falta de competitividad con EE.UU y China. Pareciera que Viktor Orbán, Premier de Hungría a cargo de la Presidencia Rotatoria del Consejo de la Unión Europea (CUE), es el único de sus 27 miembros que vería con buenos ojos el fin de la guerra en Ucrania pues, por las condiciones analizadas en esta nota, con el paso del tiempo serían peores las condiciones de una posible negociación de “alto el fuego” y/o de “paz”, gusten o no a Occidente y a Ucrania los resultados de estas. Los viajes de Orbán a Ucrania entrevistándose con Volodimir Zelenski y a Rusia para reunirse con Vladimir Putin tienen ese objetivo, a pesar del rechazo del resto de las Autoridades de la UE.
Como tercera incógnita debería considerarse la debacle de Joe Biden, Presidente de USA, en su debate con el ex Presidente Donald Trump, del cual ha surgido un doble “lame duck” (“pato rengo”): la vulnerabilidad electoral de Biden y la condena judicial de Trump convierten a Estados Unidos en una Potencia global indescifrable. A su vez Europa, al no poder encarar sus actuales contradicciones internas relacionadas con la apabullante inmigración ilegal por un lado y la guerra en Ucrania por el otro, está efectuando cambios fundamentales de la centroizquierda hacia la centroderecha (Italia, Francia, Alemania, etc.) que no permiten estabilizar la política común europea.
Por lo contrario, en el Reino Unido ha sucedido un histórico cambio de dirección desde la Conservadora centroderecha de Rishi Sunak hacia la Laborista centroizquierda de Keir Starmer quien, como Jefe de su Partido, ha limpiado sus bases de los ultraizquierdistas antisemitas y anti sionistas como Jeremy Corbyn y sus adictos.
Es de esperar que Starmer siga la línea centrista y responsable como lo fuera la de Tony Blair, considerado el mejor Premier Laborista de Inglaterra, y promueva la paz en Ucrania y el Medio Oriente donde el Estado de Israel, en su lucha contra los terroristas de Hamas y Hezbollah, anhela volver a la normalidad del desarrollo y la felicidad existentes antes del trágico 7/10 en el que Hamas invadió el país y asesinó, violó e incineró a civiles, hombres, mujeres y niños, residentes vecinos a la Franja de Gaza.