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Mi visita al Beit Avot

Por: Ida Gutstadt

Voy a comenzar con un breve recordatorio de mis visitas anteriores a Bogotá y al Beit Avot.

En el año 2016, invitada por mi querida amiga Sue Hauter estuve visitando por unos 7 u 8 días la ciudad de Bogotá y como parte de los paseos, conocí el Beit Avot entre otros sitios relacionados a la Comunidad Hebrea de Bogotá y por supuesto a varias personas.

Por razones personales, con la ayuda nuevamente de Sue Hauter y esta vez también de la querida Estela Goldstein Z”L, el 4 de febrero de 2020 volví a viajar a Bogotá, pero esta vez sin regreso a mi tierra natal, la Isla de Cuba. El objetivo era una breve estancia en Bogotá para de ahí hacer aliah. Estaría unos días en casa de Sue y luego otros, quizás un mes en el Beit Avot, invitada por Estela Z”L.

El 13 de febrero llegué al Beit Avot para mi breve estancia en la espera de la aprobación de mi viaje a Israel. La aprobación fue relativamente rápida, ya en los primeros días de marzo, la Sra. Karin Zonszain me avisa que he sido aprobada para viajar a Tierra Santa, pero debo esperar a que “todo esto pase”, ya recién había comenzado la pandemia llamada Coronavirus y todo el mundo estaba “patas arriba”, aeropuertos cerrados; lo que ya sabemos, la vida nos cambió a muchas personas, además de los muchos fallecimientos y mucho más.

En esa espera estuve durante 8 meses y este fue el tiempo que sirvió para involucrarme, acercarme, encariñarme, compartir y no sé cuántas cosas más con los residentes del Beit Avot, sus trabajadores, la Comunidad Hebrea de Bogotá y sin lugar a dudas con el Rabino Alfredo Goldshmidt (a través de las actividades realizadas por ZOOM) y al partir, en octubre de 2020 para reunirme con mis hijas y nietos, quedó un pedazo de mi corazón en ese sitio mágico que me acogió con mucho cariño durante ese tiempo, siempre amenazado por la pandemia.

Desde entonces siempre me propuse volver, no solo a Bogotá, sino al Beit Avot y finalmente, después de casi 4 años lo logré.

Entonces, ¿cómo me sentí? ¿Cómo me recibieron? Realmente ambas respuestas son las mismas: “de forma inmejorable”. Si hace 4 años dejé un pedazo de mi corazón, esta vez quedó otro más.

Volví a recibir cariño, una linda acogida y para hacerlo mejor aún, celebré mi cumpleaños 76 rodeada de esos maravillosos amigos, más otros que se sumaron como Sue, Paola, Irene Teichner, Tania Szapiro. Qué más se puede pedir. Tener amigos y sentirse querido y útil es más que suficiente.