Por: Yaacov Amar Rothstein
Nunca antes en mi vida me había impactado tanto una reunión como esta que tuve con el Rav Lau. Lo digo basándome en mis anteriores experiencias. Durante estos últimos años he conocido todo tipo de personajes de la sociedad israelí: grandes Rabinos, empresarios, políticos, académicos, generales, emprendedores, premios Nobel... pero nunca antes había conocido a una persona con la personalidad y genialidad del Rav Lau.
Les cuento un poco sobre el Rav Israel Meir Lau:
Nacido en Polonia en 1937, hijo del Rav Moshe Haim Lau (quién fue el último Rabino del pueblo Piotrków y asesinado en Treblinka por los alemanes), Israel Meir Lau que durante su niñez lo apodaban "Lulek" por su indescriptible carisma, fue enviado por los nazis a campos de trabajo forzado y finalmente enviado a Buchenwald, uno de los campos de exterminio más terribles de la guerra.
Después de que el ejército estadounidense liberó a los judíos de Buchenwald en 1945, el pequeño Lulek de solo 8 años de edad migró a Eretz Israel junto con su hermano Naftali. Son muchas las hazañas del Rav Lau como para relatarlas todas aquí, pero quiero recalcar que fue el Gran Rabino de Israel, galardonado con el Premio Israel y con La Legión de Honor (la más alta distinción del gobierno francés), entre otros.
Actualmente es el Gran Rabino de Tel Aviv, portando la antorcha de la Tora. Se podría decir que él es parte de una "dinastía", pues es descendiente de una cadena de 37 generaciones de Rabinos en Europa.
¿Qué me impactó tanto del Rav Lau?
No solo fue por su extenso conocimiento en múltiples campos el cual se evidenciaba cada vez que él hablaba. Cada frase que el Rav Lau pronunciaba era como tratar de llenar un vaso de agua, pero no por medio de un grifo sino con una cascada; de alguna forma el Rav lograba transmitir su idea de forma abundante, concisa y poniendo cada palabra en su preciso lugar.
Pero más allá de su extraordinaria sabiduría, fue por su actitud y conducta de donde más aprendí. No creo que tengo la capacidad literaria de describir aquí cada detalle del comportamiento de Rav Lau, pero si pudiera resumir en un solo término su conducta, utilizaría el término en hebreo "Derej Eretz"; pues incluso la palabra "Mentsch" quedaría insuficiente.
Con este texto quiero transmitir dos puntos. Lo primero es que debemos recordar que sobre nosotros siempre hay un ojo que ve y un oído que escucha. Debemos siempre tener en cuenta que nos rodean personas que aprenden de nosotros por medio de nuestro comportamiento. Ojos que nos ven y oídos que nos escuchan: bien sean de nuestros hijos, empleados, compañeros, familiares.
Y al igual que como en un libro, todas nuestras acciones quedan inscritas en sus corazones. Por eso debemos ser rigurosamente éticos con nuestra conducta en cada detalle. Del mismo modo como yo aprendí del Rav Lau, las personas que te rodean aprenden de ti, querido lector.
Lo segundo que quiero transmitir con este texto es sobre la Haftara (Yehezkel 37) que se lee en el Shabat de Pesaj en nuestras sinagogas:
"...me llevó en el Espíritu de Hashem y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. [...] Y me dijo: Hijo del hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor, tú lo sabes [...] Así ha dicho Hashem a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Hashem"
Esta profecía de Yehezkel refleja no solo la historia personal del Rav Lau, sino que es la realidad de nuestro pueblo. Pasamos de ser montones de huesos secos y nos llenamos de espíritu, de músculos, piel y progresivamente nos llenamos de espíritu.
Hace menos de 90 años que nos masacraban en la Shoa y hoy renacimos cubriéndonos de economía, avance tecnológico, militar, etc... No obstante, falta llegar a la plenitud de la profecía. Aún necesitamos que nuestro colectivo poco a poco adopte el espíritu que necesitamos para enfrentar los desafíos sociales y nacionales.
Debemos esforzarnos y actuar. Nadie más lo hará por nosotros. Así como la generación de huesos del Rav Lau nos heredó y dejó listo el cuerpo de Israel, pienso que nuestra tarea es heredarle a la siguiente generación el espíritu.