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El Cementerio Sefaradita de Altona (Hamburgo), Patrimonio UNESCO de la Humanidad

Por: Jack Goldstein

De Casseres, Fidanque, Bemveniste, Fonceca, De Lemos, García de los Reyes, Rodriguez Mendez, Levi Ximenez Pereira… estos son algunos de los apellidos que se pueden encontrar inscritos en las lápidas de Altona.

La diáspora de marranos portugueses también llegó al puerto de Hamburgo en Alemania. Para finales del siglo XVI, unas 7 familias se habían afincado allá. Par décadas después ya contaban con tres comunidades y para 1652, unidos bajo la sombrilla de Kahal Kadosh Bet Israel, y junto con la comunidad Ashkenazi, sumaban 1200 almas, haciendo de Hamburgo la comunidad judía más numerosa de Alamania.

La sección sefaradita del cementerio de Altona, fundada en 1611 y clausurada en 1869, ocupa aproximadamente una cuarta parte del lote de 2 hectáreas sobre la avenida Konigstrasse, a pocas cuadras del actual barrio rojo de la ciudad y cerca del puerto. La relevancia histórica de sus 1600 lápidas radica en su riqueza artística, muchas de ellas  decoradas con árboles de la vida, rosales, calaveras con fémures y anclas de barco (hubo piratas entre ellos, o prósperos comerciantes de azúcar con el caribe y Suramérica).  En mi reciente visita, una inscripción en particular me llamó la atención, la del Ger Tzedek (converso), quien orgullosamente logró enterrarse como judío, reconocido así por su comunidad, a pesar de haber nacido halájicamente como goy.

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