Imprímeme

La segunda oportunidad

Por: Rav Daniel Shmuels

La Parashá de Beahalotja nos entrega 5 nuevas Mitzvot, 4 de las cuales hacen referencia a lo que hoy en día llamamos Pesaj Sheini, el segundo Pesaj. Estas cuatro Mitzvot son la única ocasión en que la Torá, si dadas ciertas circunstancias, nos da una segunda oportunidad de llevarlas a cabo, a pesar que en principio se debe llevar a cabo en el momento establecido. No hay ninguna otra Mitzvá en toda la Torá que tenga esta facultad. No hay un Yom Kipur Sheini, ni un Sucot Sheini y mucho menos un Shavuot Sheini. Solo Pesaj tiene esa particularidad; entonces, cabe preguntarnos, ¿por qué esta festividad y este ofrecimiento tiene una segunda oportunidad? Más aún, ¿qué nos puede enseñar nuestra sagrada Halajá de esta Mitzvá que no llevamos a cabo hoy en día?

La Torá no habla de Pesaj Sheini; de hecho, el nombre de Pesaj Sheini es atribuido formalmente a Rashi, aun cuando el término obviamente ya venía siendo utilizado, en la Masejta de Rosh Hashaná cuando explica que Pesaj Katán es el mismo Pesaj Sheini. Ahora bien, ¿por qué tenemos un segundo Pesaj? Como nos lo enseñan nuestros sabios, el motivo por el cual Pesaj es la única festividad que tiene una segunda oportunidad es porque sin Pesaj no podríamos haber tenido un Shavuot, un Rosh HaShaná, un Yom Kipur o un Sucot. Es gracias a ese majestuoso evento que nosotros ayer, hoy y en generaciones por venir podemos celebrar todas las demás festividades. 

La Torá nos enseña que Pesaj Sheini es solo para aquellos que no pudieron celebrar Pesaj debido a estar ritualmente impuros por contaminación con un muerto o para aquellos que se encontraban muy lejos del Templo y no podían llegar a tiempo para entregar su ofrenda Pascual; entonces, esta era una segunda oportunidad para poder hacerlo. Hoy en día todos estamos ritualmente impuros sin un Templo en Jerusalén y por consiguiente las leyes que rigen ese día no las podemos llevar a cabo; en cambio, nos exige que todos celebremos ritualmente Pesaj en la fecha establecida por Dios en un principio sin ninguna posibilidad de no poder llevarlo a cabo y por ende sin la posibilidad de que nadie en la actualidad pueda cumplir con Pesaj Sheini. Entonces, ¿qué tan relevante es Pesaj Sheini para nosotros?

Desde el punto de vista Halájico, no hay mayor instrucción práctica en relación con este día, Iyar 14, más que la exclusión de Tajanún durante los rezos. Un Minjag que tiene mucha prevalecía entre todo Israel es comer Matzá en todas las comidas de este día en conmemoración de la Matzá que se comía con el ofrecimiento de Pesaj Sheini y algunos de nosotros seguimos el Minjag de ser lo suficientemente cuidadosos como para guardar un poco de Matzá de Pesaj para comer de ella específicamente en este día como recordatorio de la posibilidad de esta Mitzvá en cada una de las comidas haciendo las veces de Afikoman, de postre final. De acuerdo al Posek Rabi Zev Cohen, en su Responsa Bein Pésaj L'Shavuot, hay tres leyes relacionadas con la muerte y el duelo que deben ser observadas en Pesaj Sheini; a saber, no se dice un elogio para un fallecido así como no se dice Tziduk Hadin, no se recita el Kel Male por la memoria de un fallecido y por último, no se puede descubrir una lápida si cae en este día. De cualquier forma, no todo Israel se sujeta a esta legislación; de hecho, la gran mayoría no las lleva a cabo. Aparte de ello, no hay nada más que nuestra Halajá nos dice; empero, son las diferencias y similitudes entre las leyes que rigen el ofrecimiento de Pésaj y Pésaj Sheini en tiempos del Templo las que nos pueden dar un gran aporte Halájico.

A diferencia de Pesaj, en Pesaj Sheini se podía tener Jametz en la casa; sin embargo, la ofrenda se tenía que comer con Maror y Matzá al igual que en Pesaj, estaba permitido remover la carne de la ofrenda de Pesaj Katán del grupo de quienes la estaban comiendo, la ofrenda no era llevada junto con el Korban Jaguiga (ofrenda de una festividad), Pesaj Sheini es solo un día, no una semana, y solo para aquellos que no pudieron llegar al Templo a tiempo para la ofrenda Pascual. Al igual que en Pesaj, toda la carne del ofrecimiento tenía que ser asada, se tenía que consumir toda la carne ese día sin dejar restos para el día siguiente, y tampoco se podían quebrar ninguno de los huesos del ofrecimiento.

Más allá de las leyes que enmarcan esta Mitzvá, más allá de la festividad per se, subyace el hecho que es el Todopoderoso quien nos da esta posibilidad, fue Él quien nos sacó de Egipto, fue Él quien nos construyó como una nación, fue Él quien nos dio una segunda oportunidad para recordar, por todas nuestras generaciones, las bondades que Él tuvo para con nosotros cuando nos liberó de la esclavitud, una segunda oportunidad para recordar este evento que nos hace los judíos que somos hoy en día. Hay dos aspectos a esta segunda oportunidad; a saber, la posibilidad de llevar a cabo las Mitzvot que Dios nos entregó a pesar que no las hallamos llevado a cabo en un momento determinado y la posibilidad de convivir con Jametz y Matzá en un ofrecimiento Pascual. 

El primer aspecto nos proporciona la idea subyacente de Teshuvá, la idea de tener una segunda oportunidad en esta vida de siempre poder llevar a cabo las Mitzvot del Todopoderoso, la idea que nuestra cercanía y conexión con Dios es eterna e inquebrantable; por tal motivo, el único Dios del universo nos da la posibilidad de siempre cumplir Sus Mitzvot. Si bien, por algún motivo hemos sido impedidos de cumplirlas, siempre hay una segunda oportunidad; de hecho, este es el momento de hacerlo y ese es el hecho subyacente en esta Mitzvá. 

En cuanto al segundo aspecto, la Halajá que permite tener Jametz y Matzá en esta segunda oportunidad, está la idea de vivir en el mundo cotidiano, en el mundo actual, en ese mundo terrenal con todos sus beneficios y problemas pero a la vez llevar a cabo Sus Mitzvot. El Jametz representa el mundo cotidiano y la Matzá la santidad que traemos al mundo cuando llevamos a cabo las Mitzvot de la Torá. En este concepto tenemos una segunda oportunidad de llevar a cabo nuestras Mitzvot en un mundo moderno que nos rodea, sin excluirnos de él sino por el contrario, sumergirnos en él para poder sacarle provecho y así enaltecer el nombre de Dios. Entonces, ¿estamos realmente aprovechando esta segunda oportunidad que Dios nos ha dado para cumplir Su Torá acá en la tierra?