Imprímeme

El mejor día del padre

Por: Raquel Goldschmidt

Acabamos de pasar en Colombia el día del padre. La tradición católica lo celebra el 19 de Marzo, día de San José, al ser José el padre de Jesús. Hoy se celebra en el ámbito católico como el día del hombre, pero en esta fecha solo algunos países como Marruecos, Bolivia, España, y Honduras entre otros pocos lo celebran.

En Colombia, Estados Unidos, Argentina, Cuba y en verdad la mayoría de los países se celebra el tercer domingo de junio. El día del padre, honra la paternidad de cada hombre y éste día se exalta dándole regalos e invitándolo a comer.

No es una costumbre judía, sin embargo no hay ninguna contradicción con la halajá. Pero sí es necesario, que se sepa que en el ideario judío, el padre es la imagen de la enseñanza, de la continuidad, del orgullo y de la identidad. Su figura, como padre es honrada y hasta venerada. Aparece desde la Torah ni más ni menos que dentro de los Diez Mandamientos, y aparece junto con la madre, la cual no se deja de un lado, desde el principio.

A partir del momento de la halajá en la Torah sobre honrar a padre y madre, son muchísimos los tratados que se han manejado dentro del judaísmo con respecto al padre, a la madre y a ambos. Han pasado períodos de extrema sumisión al padre pero siempre con el limitante de la halajá, por dar un ejemplo: si un padre es agresivo o le ordena a un hijo hacer algo doloroso o ilegal, el hijo no está obligado a obedecer al padre. Por otro lado, está claro, en todos los tiempos el amor, respeto y admiración hacia el padre. En la Torah se declara: “Shma Bení musar avija veal titosh Torat imeja”, escucha hijo: presta atención a las lecciones de tu padre y no deseches las enseñanzas de tu madre.

La presencia del padre y de la madre, son una constante en la vida del judío, esto ha sido así en todas las épocas. Hoy, también esto es motivo de argumentos para importantes cómicos en medios de cine, TV o escritos. Pero también ha sido motivo de argumentos para los más grandes sabios que han dominado los textos sagrados. La riqueza y volumen de este material me impide mencionarlos, sin embargo hay que recordar que existe un tratado completo en el Talmud llamado “Avot” (padres), dentro de este contenido, que son como consejos que dan grandes sabios del Talmud, se extraen algunas enseñanzas y es llamado el Tratado de los padres: Pirkei Avot, contiene principios morales básicos, como justicia, respeto, humildad, bondad, amor al estudio de la Torah, etc.

En otras palabras, las enseñanzas de nuestros padres y de nuestros sabios, son una constante del diario vivir, y la relevancia y manifestación de agradecimiento debe ser diario, y no necesariamente un día en particular a través de regalos y cenas, pero sí a través de una diaria conducta correcta, de ser una persona estudiosa, cumplidora de la ley de la Torah, de juicio, generosa y bondadosa.

El honrar a nuestros padres continúa aún después de fallecidos, cuando a través del Kadish que recitamos, que es una alabanza a Dios y a las leyes que se nos ha entregado, demostramos que hemos cumplido con la misión de haber estudiado y cumplido la Torah que es algo por lo que nuestros padres se sentían orgullosos.

Yo sé que mi papá Z”L, se sentía feliz cuando le celebrábamos su cumpleaños, con alegría y regalitos, también el día del padre cuando lo mimábamos especialmente, pero la alegría de ese día, no era ni comparable con el sentimiento de emoción que le vi en su rostro el día que mi hermano le anunció, a los 18 años, cuando estalló la guerra del 67 en Israel, que se iba de voluntario a ayudar a la existencia del Estado de Israel, ese orgullo, y ese sentimiento no lo volví a ver igual en su rostro nunca más, era la realización del amor a nuestra tierra ancestral, Israel, que le había transmitido nuestro papá. Y también sé, que si el alma de mi papá existe y está a mi lado, debe sentir esa emoción al ver que su hija ha seguido por el camino del amor al judaísmo que me transmitió; muchas veces mi padre mencionó su orgullo de nuestra ascendencia del Ramá, Rabí Moshé Isserles, y posteriormente del Jatam Sofer.

Yo me he sentido muy emocionadamente orgullosa de mi hija, o sea, he tenido najes muchas veces pero especialmente cuando decidió ser una jovencita religiosa y después hacer un doctorado en un tema duro de tratar como lo es la Inquisición en Cartagena, que ha representado un episodio de la historia poco tratado a fondo pero valioso e importante que aún es vigente hoy. Me he sentido emocionada y orgullosa de mi hijo, también muchas veces pero especialmente cuando decidió que además de su exitosa profesión es jazán en festividades religiosas y en matrimonios. Esas emociones han sido mis mejores regalos del día de las madres y creo que para mi esposo también. Le he visto el rostro de emoción a mi esposo con los logros de sus cuatro hijos y especialmente cuando sus actividades se relacionan con el amor, con el arte, sea flamenco o diseño de ropa basado en su fotografía (que también es dar amor). Estoy segura que como nosotros, los padres se han sentido muy orgullosos de sus hijos cuando realizan algún trabajo productivo que genera amor, justicia o sabiduría.

Sé que cada hijo sabe cómo hacer sentir orgulloso a su papá; desde que es pequeñito, y hace su primer dibujito, se lo lleva con su carita de “mira qué hice para ti, lo que aprendí a hacer por ti”.

Ojalá Dios ilumine a cada uno para saber cómo crecer diariamente basado en las enseñanzas de los padres y en los caminos de amor, rectitud y justicia que de alguna manera hemos recibido de ellos, ésos momentos de najes que les brindamos a nuestros padres, no importa la edad y tampoco importa si están físicamente presentes o no, son el mejor regalo y el mejor día del padre.