Imprímeme

Las diez tribus perdidas de Israel

Por: Rav Daniel Shmuels

La Parashá de Bejukotai se llama así porque inicia diciendo: "Si vosotros perseguís Mis leyes" (Lev 26:3); según Rashi, esto quiere decir que es obligación de todo judío trabajar tenazmente en el estudio de la Torá (todos los días de su vida) y la palabra que usa Rashi en este punto implica eso, "trabajar tenazmente", no solo estudiar la Torá por medio de una lectura superficial una vez a la semana sino sumergirse completamente a diario en el estudio de la misma con tenacidad y devoción; es más, esa parte del versículo no significa que tenemos la eterna obligación de cumplir las Mitzvot de la Torá porque la segunda parte del mismo dice: "Guardad Mis Mitzvot y observadlas" (Lev 26:3). Entonces, este "perseguir" las Mitzvot del Señor implica sumergirse en el estudio diario de la Torá, de toda la Torá, con una dedicación absoluta y extrema; empero, antes de iniciar el versículo la Torá, a nivel gramatical, pone un condicional que destituye en esta ocasión el estudio de la Torá como Mitzvá (la Mitzvá como tal aparece en Devarim 6:7); a saber, utiliza la palabra "si". Paradójicamente, este aspecto condicional que no la hace Mitzvá como tal, la convierte en soporte Halájico para la Mitzvá per se y como base fundamental de toda Halajá que surja de ella. El punto es que Bejukotai implica un nivel más profundo que el de cumplir las Mitzvot y refuerza la necesidad diaria y eterna de estudiar la Torá completa del Todopoderoso, no solo una parte, no sólo un aspecto, sino absolutamente toda; es decir, tanto la Torá Shebijtav como la Torá Shebealpe.

Esto nos trae una problemática actual que viene sucediendo desde la creación del estado de Israel y que por medio del presente escrito pretendo aclarar desde la perspectiva de la Halajá; a saber, la problemática de la migración de los judíos etíopes y de los de la India. Es bien sabido que ha habido algunos líderes rabínicos que se han opuesto radicalmente a la autenticidad o legitimidad del estatus judío de estos grupos. Si bien, el asunto puede verse superficialmente como prejuicio racial, Jas BeShalom, son motivos Halájicos los que producen estas dudas. Por su lado, el público general judío, incluyendo los emisarios de la Gadol Rabanut, considera que estos grupos pertenecen a lo que llamamos las diez tribus perdidas de Israel y como tal tienen todo el derecho de regresar a Israel; pero, ¿por qué hay una oposición rabínica a esta idea y de dónde proviene? 

Se ha hablado anteriormente de la necesidad que las 12 tribus de Israel estén en el territorio de Israel establecido por la Torá para cumplir ciertas Mitzvot. Esto quiere decir que cada tribu esté en su territorio más no que efectivamente no tengamos a las doce tribus entre nosotros hoy en día. Esto me causa curiosidad porque si bien hubo una deportación de las diez tribus del reino del norte y una eventual desaparición de las mismas a lo largo del imperio babilonio, lo que nos enseña el libro de Jeremías, es que él fue donde cada una de las tribus estaba y regreso a Yehuda con representantes de cada tribu para que todas las tribus permanecieran vivas dentro de Yehuda. Así que, punto número uno, técnicamente todas las tribus de Israel están hoy en día entre nosotros, todos estamos entremezclados; es más, otra de las tantas labores que tendrá el Moshiaj es determinar a qué tribu pertenece cada persona. Eso no quiere decir que no haya grupos de personas, aparte de aquellos que están actualmente entre mezclados, que provienen legítimamente de cualquiera de esas tribus; empero, hay un problema Halájico muy grande; a saber, ¡Bejukotai! Todos los judíos tenemos la obligación de perseguir las Mitzvot de la Torá, de trabajar tenazmente en el estudio de la Torá; entonces, ¿por qué estos grupos no tienen una Torá de la cual estudiar para poder cumplir? Ese es el primer aspecto de la duda. La base de esta pregunta surge de las múltiples comunidades del mundo que han vivido apartadas como, por ejemplo, la yemenita que a pesar de las adversidades, distancia y exclusión tienen la Torá Shebijtav completa además todos los demás libros. De hecho, en la exposición del Posek Halájico completo del cual estamos hablando se toma, aspecto por aspecto, esta comunidad como paradigma.

En el caso de los judíos etíopes, ellos solo tienen un rollo de pergamino escrito en su idioma nativo, no está escrito en hebreo antiguo, ni en arameo, ni siquiera en babilonio, está literalmente escrito en su idioma nativo actual. Este pequeño pergamino solo relata la historia del éxodo de Egipto, nada más, para ellos no hay un Bereshit, un Noaj, un Abraham, un Shabat, una Kashrut, tan solo ese relato donde se prohíbe comer Jametz y estipula comer Matzá. El caso de los judíos perdidos de la India es más complejo porque ni siquiera tienen un pergamino, tan solo un grupo de costumbres y tradiciones que dan cuenta de un pasado ancestral judío. Entonces, ¿dónde queda Bejukotai? Ese es el punto de quiebre donde las autoridades rabínicas actuales no logran articular la posibilidad de ser judío (hijo de Israel) sin este punto básico y fundamental de la Torá. La solución de la Gadol Rabanut ha sido llevar a cabo un proceso de conversión para este grupo de personas. Acá tengo que aclarar que este aspecto Halájico es exclusivamente Ashkenazí, pues para el mundo Sefaradí este aspecto Halájico no tiene importancia frente a la evidencia; de cualquier forma, ambas tradiciones exigen una conversión de estos grupos al llegar a Israel.

La idea del Posek no era negar rotundamente la veracidad de su origen, más poder incorporar Halájicamente a estos grupos dentro de la vida judía actual, así como el de personas que provienen de una línea de madres judías que no llevaban una vida judía pública. El asunto Halájico en cuestión era poder saber el proceder frente a la incorporación de una vida judía contemporánea de estas personas, más no el rechazarlas por ser etíopes o de la India o de dónde sea y mucho menos negar su legitimidad como descendientes de una de las diez tribus perdidas. Si bien, en principio el Posek cuestiona la legitimidad del origen de estos grupos debido a la ausencia de estudiar tenazmente la Torá completa, el mismo responde que aquello que estos grupos o personas tienen en sus manos como Torá y sus respectivas tradiciones hacen las veces de esta insistencia Halájica por cuanto lo instauran como parte fundamental de su estudio y comportamiento diario. Entonces; la Rabanut, hoy en día, establece Halájicamente la necesidad de llevar a cabo una conversión de toda persona que tenga más de una generación en donde no haya una referencia pública de ser judío por parte de otro judío; es decir, si existe una brecha generacional en donde otro judío no sepa de la existencia de esa persona como judío, se exige llevar a cabo una conversión para que la persona asuma sus obligaciones y responsabilidades como judío hoy en día. Estas conversiones difieren de aquellas que se llevan a cabo por parte de personas que no provienen de estos grupos y frente al caso de los judíos etíopes y de la India, el asunto es bastante simple y como diríamos coloquialmente, es entrada por salida. Este es el proceder que el Beit Din de B'nei Brak ha llevado por tanto tiempo con extrema compasión y justicia.

Pero, ¿dónde quedan todos los judíos que en la actualidad no llevan a cabalidad Bejukotai? Nuevamente, la duda rabínica yace en el "reconocimiento público de otro judío" más no en la obligación de trabajar tenazmente en el estudio de la Torá hoy en día. No por ello la Halajá excusa a aquellos que no se entregan a este deber; empero, nos da una luz de comprensión frente a ciertos procederes que nuestros líderes rabínicos subrayan como fundamentales para hacer parte del pueblo judío. Solo resta preguntarnos, ¿hasta qué punto estamos realmente llevando a cabo Bejukotai?