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La práctica de la religión

Por: León Kadosh

“Los judíos tienen que comprender que la Torah fue creada para liberar al hombre y no para esclavizarlo”. Maurice Nicoll.

“La interpretación literal y ritualista del Pentateuco pertenece a un nivel de comprensión únicamente externo”. Maurice Nicoll.

“La idea subyacente en toda sagrada escritura es la de proporcionar un significado más elevado que el que pueden dar las meras palabras, para proporcionar al hombre un entendimiento superior”. Maurice Nicoll.                                

Con el mayor respeto hacia mis amigos religiosos, y con el mayor cariño hacia ellos porque conozco a fondo las profundidades de la vida religiosa, tengo que lamentar que están desperdiciando casi toda su vida en esta encarnación. Me explico: la están desperdiciando en cuanto a su evolución espiritual.

Cuando oramos, ¿estamos pensando en alabar a Dios por mandato religioso o por costumbre?, o más bien ¿estamos tratando de sentir acercamiento a su naturaleza, que es la misma nuestra? ¿Sentimos que tenemos un propósito en el silencio de nuestras meditaciones como una búsqueda hacia Él?

Nosotros decimos que somos Hombres y Mujeres. Pero somos SERES. Seres que no nos damos cuenta de nuestra perfección porque no tenemos conciencia de nosotros mismos ni de nuestro sitio en esta vida.

Creo que todos aceptamos que el Ser humano tiene además del cuerpo una parte intelectual y una parte emocional o espiritual. Esto corresponde aproximadamente a “Rúaj”, “Nefesh” y “Neshamá” en nuestra creencia religiosa.

La práctica de todas las virtudes humanas, ya no es cosa de la religión. Eso ya es del resorte de nuestra educación en el mundo civilizado. El comportamiento culto, el respeto hacia los demás, las buenas maneras, el comportamiento en sociedad y el don de gentes. Nos enseñan éstas prácticas en cualquier escuela, desde los años elementales. ¿Qué nos falta entonces para la formación integral de nuestro Ser?

El estudio de la Torá y la Guemará es un excelente entrenamiento intelectual. Nuestra mente se ejercita y se estira con estas disciplinas hasta crear personas con una cultura excepcional. Este desarrollo mental también se obtiene estudiando cualquier ciencia profana como las matemáticas, la arquitectura o la química. Con todas ellas logramos el crecimiento de nuestro intelecto y el almacenamiento de gran cantidad de conocimientos en nuestra mente, en nuestro cerebro.

Pero nos queda faltando el desarrollo de la otra parte de nuestro Ser: la de los sentimientos, la parte emocional, que tiene su sede en el corazón. Los estudios mencionados no conmueven nuestras fibras emocionales. Son el almacenamiento frío del conocimiento. Para lograr una manifestación madura de nuestros sentimientos, hacia nosotros mismos y hacia nuestro prójimo, es indispensable conocer, educar y controlar nuestro ser emocional.

Hay sólo una faceta de las prácticas religiosas que sirve para nuestro desarrollo espiritual, y es la Kavaná, intención o devoción que nos hace sentir una emoción parecida a un éxtasis místico que sacude el sentimiento y conmueve nuestro centro emocional. Ese centro emocional, que tenemos tan subdesarrollado, es el que nos acerca a Dios. Esta emoción la sentimos cuando estamos en total concentración en algún rezo o estudio cuyo significado nos transporta a un sentimiento profundo que produce una alegría interior y vivenciamos dentro de nosotros lo que estamos diciendo. Es la puerta de entrada al mundo emocional que tenemos tan abandonado.

Pero los instantes que duran estas emociones vitalizadoras del espíritu son muy pocos y no nos damos cuenta que podríamos incrementar estas experiencias muchas veces para aprovechar el tiempo en que permanecemos en este planeta. El despertar de nuestra atención, la introversiónde nuestra atención y el deseo de servir a los otros tan predicado en nuestros principios y mitzvot, son ejercicios que nos ayudarían en este propósito.

Las demás prácticas, especialmente las que no entendemos, las que llevamos a cabo sin ninguna concentración, con la mente en otra parte, las que repetimos mecánicamente, que se vuelven rutina inconsciente, que no nos tocan el sentimiento, no tienen ninguna utilidad para nuestro espíritu. Lo mismo pasa con los rituales que practicamos como si fueran fetiches o amuletos a los que les atribuimos virtudes sobrenaturales. La santidad no está en las cosas, sino en el respeto que nuestra consciencia les profesa.

Las personas que se dedican a las prácticas religiosas porque fueron educadas dentro de ese ambiente, en su mayoría las practican de buena fe y con la más sana intención de estar cumpliendo los mandatos divinos porque este mundo es solamente la antesala del “Haolam Haba”, para obtener en premio una beatitud feliz en la próxima vida. Así lo dice un pequeño compendio titulado “Miselat Yesharim”. Pero ¿realizar estas prácticas rutinariamente es suficiente? ¿Dónde dejamos la consciencia?

Estas personas se imponen tantas limitaciones religiosas que poco a poco se van desadaptando del ambiente en que viven y se van aislando porque los demás a su alrededor tienen costumbres distintas y los rechazan porque no los comprenden. Si salen del medio en que se encierran, no pueden moverse con naturalidad y muchas cosas les están prohibidas o no pueden acercárseles. Yo lo viví y lo sé.

Cómo hacer para abrir la mente a una comprensión superior, sin abandonar los principios básicos de la religión, sabios como son, pero depurándolos de la cantidad de costumbres y reglas que le han sido adicionadas, también con la mejor intención, pero que no pasan de ser las opiniones personales de los líderes religiosos de cada generación. Dentro de esta mayor comprensión ¿tenemos una apertura, aceptación y respeto hacia otras creencias? ¿Hemos desarrollado amor impersonal hacia los demás y hacia toda la creación? El movimiento centrípeto de las creencias nos inclina a rechazar otras ideas y nos lleva a una separación y no a una unión con el resto de la humanidad.

Todo lo anterior lo estoy diciendo sin ánimo de ofender a nuestros amigos religiosos, sino con la intención de hacerlos ver una realidad que desconocen. Para la persona buscadora que quiere aprovechar su paso por la tierra, éstos son los interrogantes que tiene que hacerse con sinceridad y descubrir el reto que tiene que enfrentar para acelerar su evolución personal. Recordemos siempre que

Religiosidad no es lo mismo que Espiritualidad.