Por: Rav Daniel Shmuels
"No trataréis mal verbalmente al converso” (Ex 22:20).
La problemática inicia con la palabra "Guer" que literalmente significa extranjero. La Torá dice: "No trataréis mal verbalmente al Guer porque vosotros fuisteis Guerim en la tierra de Egipto (Ex 20:22)". De esto deducimos que se está hablando de un extranjero, alguien que no es originario a una tierra pero vive en ella. Entonces, ¿de dónde sale la idea de conversión? Nosotros no nos convertimos en egipcios sino al contrario siempre fuimos israelitas; es decir, siempre continuamos siendo extranjeros, nunca hubo una conversión masiva de los hijos de Israel al mundo egipcio y sus costumbres, sencillamente fuimos extranjeros que como tal vivimos en una tierra ajena manteniendo nuestras costumbres para eventualmente ser esclavizados como extranjeros, no como egipcios, y finalmente ser liberados por el Todopoderoso para así regresar a nuestra tierra. Si leemos nuevamente el Pasuk, la Torá habla de extranjero, no de converso. No es posible pensar que, manteniendo la veracidad de las palabras, tal vez la Torá hace referencia a cualquier extranjero que viva entre nosotros y no a un extranjero que se convierta a nuestras costumbres y que por ende ya no es extranjero sino uno de nosotros. La idea es armoniosa pero irreal. Nuestros sabios decidieron dividir el término Guer en dos; a saber, Guer Toshav y Guer Tzedek. A grandes rasgos, el Guer Toshav es una persona que no es judía pero que vive en la tierra de Israel y que respeta las costumbres judías. Un Guer Tzedek es una persona que no nació judía pero que decidió abrazar la fe hasta el punto de rechazar su pasado para vivir una vida plenamente judía, tomando sobre sí todo el legado histórico, ancestral y legal de los hijos de Israel sin excepción alguna; es decir, un converso.
Nuestros sabios interpretaron que el Pasuk anteriormente mencionado hace referencia al Guer Tzedek, no al Guer Toshav y no al Guer en general. Esto nos aclara que no debemos tratar mal verbalmente exclusivamente al converso y no a todo aquel que llamemos extranjero. Ahora bien, en relación con esta Mitzvá, el Talmud ve la necesidad de aclarar la importancia de no infringir este mandamiento por tres motivos básicos; a saber, primero porque se puede recaer en abuso verbal muy fácilmente, segundo porque también fuimos extranjeros en Egipto y tercero porque el abuso verbal no tiene arreglo ni solución, la herida y el daño queda hecho (a diferencia de un daño monetario que se puede reponer físicamente).
Rabi Eliezer, en la Masejta de Baba Metzia 59b, nos dice: "La Torá nos advierte de no hacer daño a un Guer en 36 lugares, otros dicen que en 46 lugares". El Sefer HaHinuj va a decir que el Tanaj contiene entre 24 y 46 advertencias frente a infringir este mandamiento. Esto solo indica lo importante y relevante que este pecado es para Dios y por tal motivo nos lo recuerda constantemente, para no caer en su incumplimiento. Así haya discrepancia entre algunos fieles, un hecho es real y es que las advertencias cuánticas implican un pecado mayor; es decir, entre más veces se mencione algo indica que es más grave el pecado y por ende es más fácil caer en el mismo. Entonces, el Talmud nos recuerda que esta transgresión no es una sola sino más de una; de hecho, son 36 o 46 pecados que cometemos cuando abusamos verbalmente a un converso. Esta es una Mitzvá para tomar muy seria, pues no sólo el Talmud habla de ella, también está codificada en el Shuljan Aruj en Joshen Mishpat 228, está codificada en el Sefer HaMitzvot del Rambam como la número 252; encima de todo, es la número 49 de las 194 Mitzvot negativas que podemos llevar a cabo hoy en día de acuerdo al Sefer HaMitzvot HaKatzar del Jofetz Jaim. Entonces, ¿por qué el Talmud dice que los conversos son tan dañinos para el pueblo judío como una llaga de lepra?
En la Masejta de Yevamot 43b, el Talmud proclama: "Los Guerim son tan nocivos para el pueblo de Israel como lo es una llaga de lepra". Una declaración bastante fuerte si se lee fuera de contexto y si no se la entiende de la manera apropiada, tal como nos lo enseñaron nuestros Baalei Tosfos y obviamente puede crear sentimientos de aislamiento entre los conversos y dar paso a cuestionar inapropiadamente al Talmud, pues la lectura literal de esa línea, fuera de su contexto y propósito real, daría paso a decir que los sabios del Talmud en esta parte pecaron 36 o 46 veces y no creo que ese sea el caso.
La razón por la cual nuestros sabios escogieron la palabra lepra va más allá de nuestro entendimiento, pero tiene que ver con el marco de referencia talmúdico y no con la enfermedad como tal. Los Baalei Tosfos nos enseñan que lo que el Talmud quiere decir en este caso es que tenemos que ser muy cuidadosos con los conversos, pues ellos son muy delicados y frágiles para el pueblo judío y por ende hay que ser más meticulosos en su trato; es decir, nuestro comportamiento tiene que ser más cuidadoso y delicado que con los demás judíos. Es en ese sentido que Yebamot se refiere a un converso como una llaga (de lepra). En principio a una llaga hay que tenerle mucho cuidado, sanarla, protegerla, curarla, revisarla, ser muy delicado con ella para que cure su estado de llaga y entonces, con el buen cuidado y protección, se sane por completo y armonice con el resto del cuerpo y ya no sea más llaga, sencillamente sea una parte más de todo el cuerpo y no un pedazo aparte. Entonces, esto quiere decir que cuidar, sanar, proteger esa llaga implica no maltratar verbalmente a quien se convirtió (y esto incluye jamás recordarle que se convirtió ni mencionar jamás que se convirtió porque como lo dice el Rambam, el Mejaber y el Jofetz Jaim, es uno de los pescados más graves en los cuales se puede caer con el pretexto de inocencia) pero ese cuidado extra que hay que tenerle también implica darle la bienvenida, apoyo y soporte necesario para que se sienta en familia, sea uno más de nosotros, ese es nuestro deber, no excluirlo como fuimos excluidos en Egipto.
Sin embargo, hoy en día seguimos viendo atropellos contra los conversos y no es un asunto fácil de hablar sin crear antagonismo y controversia. Vemos comunidades que rechazan todo tipo de conversión, existe un "apartheid" silente donde rabinos y presidentes comunitarios niegan el ingreso y la participación total o parcial de conversos y de sus hijos a sus sinagogas, escuelas, Yeshivot y comunidades, sencillamente porque son conversos, más no por su entrega a la fe, la cual es incondicional y total en una realidad donde necesitamos más adeptos y más amigos que abracen nuestra Halajá y nuestro pasado. Pero no sólo es silente, tenemos el ejemplo clásico de la Takaná Siria, donde públicamente se legisló que dicha comunidad rechaza todo tipo de conversión (tampoco entraré en detalle en este aspecto porque ello amerita un artículo en sí mismo). No importó la opinión de Rav Moshe Feinstein cuando se comunicó con Rav Kassim frente a dicha Takaná, quien la consideró totalmente anti Halájica. Si esto no es tratar mal verbalmente a un converso; entonces, ¿qué es? Si esto no es ir en contra de la Torá y de sus mandamientos; entonces, ¿qué es? Me pregunto, ¿dónde quedan las enseñanzas de nuestros sabios frente a esta situación? Supongo que los sirios son mejores que Dios y en ellos no hay pecado alguno.
Lo que nos enseña el Tanaj y nuestra historia es todo lo contrario, Yitro, el suegro de Moshe Rabeinu fue un converso y por ende lo fue su esposa Tzipora. Rahab, quien ayudó a salvar a los hijos de Israel en la época de Yehoshua y fue el ancestro de ocho de nuestros profetas incluyendo Jeremías, fue converso. El profeta Obadia fue converso y tiene su propio libro en el Tanaj. Onkelos, el primer gran comentarista de la Torá fue converso. Rut, tal vez la conversa más famosa que hay en nuestra historia, fue la bisabuela del rey más grande de todo Israel, el rey David y sin ella, una conversa, no habría un Moshiaj por venir. Entonces, ¿cómo es posible que con toda esta evidencia y soporte Halájico siga existiendo este tipo de atropello? ¿Quién en sus cinco sentidos va a rechazar la llegada del Moshiaj? Supongo que este será el comportamiento de aquellos que comenten este pecado: "Que pena Moshiaj Ben David pero veo que usted desciende de una conversa; lo siento, pero no en mi familia o en mi sinagoga o en mi comunidad".
¿Por qué no se debe maltratar verbalmente a un converso? Para no herir sus sentimientos, él acaba de aceptar el yugo Divino y toda nuestra fe con todos sus derechos y prohibiciones, nos acaba de abrazar con todo su ser y nos ha aceptado como hermanos, con nuestra historia, con nuestras virtudes y nuestros defectos. ¿Por qué lo habríamos de maltratar? Aparte, porque en algún momento todos estuvimos en ese lugar cuando fuimos extranjeros en Egipto, sabemos lo que siente el corazón de un extranjero porque fuimos extranjeros en esa tierra y aún hoy en día muchos lo somos en la diáspora. Si me preguntan cuál es mi legado, yo no respondo que soy colombiano o que soy norteamericano, sencillamente respondo que soy judío, soy un extranjero en un país ajeno.
Si un judío es humano, también lo es un extranjero, si un extranjero es menos humano también lo es un judío. Dios nos hizo, a través de los siglos, en el arquetipo por excelencia de extranjeros a nivel mundial para luchar por los derechos de los extranjeros, por los nuestros propios y por los de otros, en donde se encuentren, quienes quiera que sean, cualquiera que sea el color de su piel y cualquiera que sea su cultura, porque aun cuando ellos no sean exactamente iguales a nuestra imagen si lo son a la imagen de Dios y si nos preguntamos en este punto, ¿por qué no debemos maltratar al extranjero? La respuesta es muy simple, porque nosotros somos el extranjero. Ese es el motivo por el cual debemos promover el cumplimiento de esta Mitzvá.
Entonces, ¿qué nos está diciendo la Torá y nuestra sagrada Halajá que hagamos y qué estamos realmente haciendo para cumplir a cabalidad esta Mitzvá y no transgredirla?