Imprímeme

El Kotel

Por: Bella Clara Ventura

Muro, tan antiguo como los padecimientos,
donde se estrellan las penas
de corazones lacerados 
en papelitos exorcizadas.

Al Todopoderoso piden
ayuda o la mano que borre heridas.

Mi rostro aplastado contra la piedra
implora sabiduría, elevación. 
Clama por la paz del mundo
en momentos de tanto dolor,
de locura delirada.

Ora por la sonrisa del prójimo,
por la dulzura de la tierra,
por la cercanía de alma entre los semejantes
sin importar moradas ni el color de sus visos.

Lágrimas recorren la textura carrasposa
donde se anidan centenares de solicitudes.
Un mar de anhelos cubre el cuerpo
de la muralla en lamentos.

Un grito quedo le sale a la voz del muro.
Pinta en el cielo los reclamos.
Obedece a su misión,
ser canal de las preocupaciones
que aquejan la existencia de un mundo
sin rumbo, sin humanidad,
sin cantos sólo con llantos.

Unidos a mi lágrima. 
Invoco la plegaria de un paraíso 
en el pecho del hermano.
Un abrazo esculpido de sales.
Un reclamo que se lo trague la tierra
con un salto de buen humor
dejado en la piedra
en el beso universal que le sé dar.

¡Oh! piedras de Jerusalén escuchen
el sufrir fraterno.
Me hermana en sentimientos
y en súplicas.
Ruego que el malestar halle su fin
en el templo de los suspiros
cuando el Mesías se instale 
en el corazón de todos
bajo el brillo de lunas verticales
y soles despelucados.