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¿Qué es Jinuj?

Por: Rav Daniel Shmuels

El título de la Parshá de esta semana, Vayeitzei, connota "haberse ido" y hace referencia a la partida de Yaakov Avinu de su hogar en Eretz Israel. Nos cuenta la Torá que en tanto él estaba lejos de su hogar estableció la mayoría de su familia, once de sus doce hijos, de los cuales todos permanecieron leales al camino judío de su padre. Paradójicamente, esa no fue la suerte de Avraham Avinu ni de Itzjak Avinu, quienes establecieron y vivieron con sus respectivas familias en Eretz Israel, ambos tuvieron hijos rebeldes; sin embargo, Yaakov Avinu, logró obtener un complemento perfecto con sus hijos fuera de Israel.

Entonces; surge la pregunta, ¿cómo es posible que fuera de Israel Yaakov haya logrado que sus hijos se mantengan fiel a las creencias de su padre? Nuestra tradición hace una analogía entre Israel y Jarán, santidad y corrupción respectivamente, en donde Avraham e Itzjak, al estar inmersos en santidad, expulsaron todo rastro de negatividad y a pesar de los valores dados a sus hijos, no lograron con éxito que todos sus hijos fueran fieles a sus creencias; en cambio, Yaakov al estar en Jarán, rodeado de corrupción y maldad, logró desarrollar la habilidad de lidiar con el mal y así mismo eliminar cualquier potencial negatividad dentro de su familia, logrando de esta manera construir un complemento perfecto con sus hijos, quienes fueron leales y fieles a su judaísmo. En el trasfondo de todo esto se encuentra algo fundamental, algo que está presente desde Avraham, pero que por los motivos ya expresados no obtuvo el éxito completo; a saber, la obligación de instruir a los hijos apropiadamente en el camino del judaísmo. Esto nos lleva a un aspecto de la Halajá un tanto complejo y prácticamente extinto en nuestros días dentro del judío común, dentro del judío que se encuentra inmerso en el mundo cotidiano, donde predominan los valores impuestos por la sociedad moderna en la que vivimos, el Jarán moderno, en donde la espiritualidad se ve cada vez más comprometida, se trata de la Halajá de Jinuj.

Jinuj literalmente significa entrenamiento y se refiere al entrenamiento que se le da a un hijo para que cumpla y lleve a cabo las Mitzvot cuando llegue a su mayoría de edad; es decir, es la educación que se le da al niño en relación con los valores judíos para que al cumplir su mayoría de edad pueda llevar a cabo las Mitzvot y las Hiljot de nuestra sagrada Torá y así asuma su judaísmo con responsabilidad y amor hacia nuestras tradiciones y por ende, hacia el Todopoderoso. Para entender un poco más el asunto, Jinuj es la educación que el padre le imparte al hijo acerca del cumplimiento de la Torá. He aquí lo interesante, lo que para un adulto es una Mitzvá para un menor es Jinuj y el menor, como lo establece la Halajá, no es responsable de ningún Mandamiento hasta que cumpla la mayoría de edad. Entonces, ¿quién es responsable por las transgresiones del menor? Y más allá de ello, ¿sobre quién recae la responsabilidad de Jinuj, sobre el padre o sobre el hijo?

No hay duda que las transgresiones de un menor, si bien son transgresiones, no son castigadas pero sí son responsabilidad del padre quien falló en educar a su hijo dentro del camino del judaísmo y el padre ha transgredido la Halajá de Jinuj; sin embargo, si el menor llega al punto de entender que hay un deber religioso y que su padre no lo ha impartido, es responsabilidad del niño educarse o buscar ayuda para ser educado en el judaísmo, aun cuando no haya llegado a la mayoría de edad. Es decir, la responsabilidad principal se encuentra en el padre, quien tiene la obligación Halájica de educar a su hijo dentro de los valores judíos; empero, al fallar el padre en esto, la responsabilidad de Jinuj recae sobre el menor por más que su incumplimiento no conlleve un castigo. Lo interesante de la Halajá de Jinuj y la responsabilidad frente a ella es que no termina cuando el menor llega a la mayoría de edad; por el contrario, la Halajá establece que el deber de Jinuj tiene que continuar hasta que el padre se asegure que su hijo está instruido y adherido a todas las leyes del judaísmo, bíblicas y rabínicas. Ahora bien, no se trata de "obligar" bajo la fuerza y el castigo esta educación; de hecho, la Halajá nos enseña que la manera apropiada de impartir educación a los niños es bajo el término Halájico de "Darjei No'am", el camino placentero; es decir, en no convertir el proceso de Jinuj en una tortura sino en algo agradable, por más que el padre sea muy estricto en el cumplimiento de las Mitzvot. Creo que la analogía más apropiada para Jinuj en este caso es la de Pésaj; a saber, aun cuando el niño no está obligado a comer Matzá y puede comer Jametz, ningún padre durante Pésaj le da de comer a su hijo Jametz. Eso es lo que es Jinuj, una responsabilidad mutua impartida por el adulto y aceptada por el menor.

Como hemos visto, la responsabilidad de Jinuj, por parte del padre, usualmente va mucho más allá de la mayoría de edad judía; sin embargo, nos resta la pregunta, ¿en qué momento debemos iniciar el proceso de Jinuj con nuestros hijos? El Talmud en la Masejta de Baba Batra 21a atribuye la incorporación de educación judía formal a Rav Yehoshua Ben Gamla, quien instituyó casas de estudio (lo que hoy llamamos escuelas o colegios) en todos los pueblos e hizo la educación judía formal obligatoria a los seis años de edad. Bajo esa misma óptica, Rav Yehuda Ben Tema, en Avot 5:21, establece que a la edad de cinco el niño debe estudiar la Biblia, a los diez la Mishná, a los trece debe cumplir las Mitzvot y a los quince debe empezar a estudiar el Talmud. Como lo atestigua la historia, en esa época, antes de iniciar ese proceso formal de educación, había una educación implícita en el hogar, en donde el niño sencillamente seguía las costumbres de los padres; empero, el padre no era parte activa de la enseñanza y en lo que se hacía énfasis era en el concepto talmúdico de "Tikonot Shel Beit Raban" que literalmente significa los órdenes de la casa de los rabinos pero que entendemos como "los niños que estudian en la casa del rabino". En principio, las sinagogas tenían adjunto tanto una escuela primaria en donde se enseñaba la Biblia como una escuela secundaria donde se enseñaba la Mishná. Técnicamente había un tercer paso y era que los jóvenes asistieran al Beit Din local en donde se sentaban en tres filas en las cuales iban progresando a medida que otros estudiantes fueran ascendidos a sentarse con la corte, pero esto era solo en el caso en que se hubieran decido ir por el camino rabínico. Con la destitución de las cortes de justicia formales y el hecho que el Talmud se escribió en Yeshivot, fue eventualmente la Yeshiva la institución que tomó la educación formal judía hasta nuestros días. 

De cualquier forma, si bien hay un legado talmúdico acerca del momento en donde debemos iniciar el proceso formal de Jinuj con nuestros hijos, el Mejaber establece que el momento en el cual recae sobre nosotros como padres la Halajá de Jinuj es cuando el niño posee entendimiento; es decir, cuando mentalmente logra diferenciar entre bien y mal, cuando mentalmente está en capacidad de hablar correctamente, cuando mentalmente tiene la posibilidad de memorizar. Obviamente, esto va a variar de caso en caso y la Halajá nos muestra su inmensa sabiduría al no establecer una edad específica sino más bien una edad en donde existe una posibilidad intelectual. Lo que sí es cierto es que por lo general, a nivel de Minjag, dentro de la ortodoxia el proceso de Jinuj con los niños varones inicia en el momento que se les hace su primer corte de pelo, cuando se les hace el Upsherín; es decir, los tres años de edad. Es ahí en donde el padre inicia su responsabilidad de Jinuj que hoy en día no sólo es proveer educación formal sino también educación informal dirigida y activa en el hogar donde se aseguran y proveen los valores judíos.

A pesar de esto, hoy en día, veo como los padres están más preocupados en cómo sus hijos van a "conquistar" el mundo laboral o cotidiano y todos sus esfuerzos van a una educación secular vacía llena de substitutos materiales en donde la banalidad se sobrepone a nuestros valores ancestrales. He tenido casos donde personas adscritas a comunidades ortodoxas consideran apropiado gastar $10,000 dólares en un vestido de novia que sólo será utilizado una vez; sin embargo, consideran que pagar $30 dólares por un Sidur o una Mezuzá, los cuales se pueden utilizar permanentemente por toda una vida, es un robo. Bajo ninguna circunstancia pretendo insinuar que se debe escoger una en lugar de la otra y lo digo a título propio, por cuanto primero me gradué de la universidad secular y fue después que fui a la Yeshiva; el asunto, como nos lo enseña la Parshá de la semana, es lograr infundir en un mundo cotidiano los valores de nuestra sagrada Halajá a nuestros hijos y con ellos subsistir con la veracidad de nuestros valores en la modernidad que nos arrolla.

La pregunta final yace en determinar hasta qué punto estamos dándole a nuestros hijos los valores apropiados para continuar con el judaísmo de nuestros antepasados tal como lo establece la Halajá.