Imprímeme

De la Halajá a la realidad

Por: Rav Daniel Shmuels

La Parshá de esta semana nos relata acerca de las abominaciones que las ciudades de Sodom y Amora estaban llevando a cabo en la tierra; eventualmente, cuando Avraham Avinu se entera que Dios va a destruir a Sodom, donde se encuentra Lot con sus hijas y esposa, él se acerca a Dios y le pregunta si destruiría a los buenos con los malos. El asunto es sumamente interesante porque Avraham Avinu llega a negociar la destrucción de Sodom hasta el punto en donde Dios acepta no destruir la ciudad si encuentra 10 hombres buenos. Pero, ¿qué tiene que ver esto con la Halajá? Pues bien, hoy en día nosotros podemos y tenemos el deber religioso de exaltar el nombre de Dios en público sólo si hay 10 hombres judíos mayores de 13 años de edad en el lugar donde se está llevando a cabo un rezo. Esto es lo que se conoce en hebreo como Minian, un quórum de 10 hombres judíos mayores de edad que al estar reunidos rezando pueden hacer la oración pública y por consiguiente exaltar el nombre de Dios. Es del anterior pasaje de la Torá que nuestros sabios establecieron la noción de comunidad y por consiguiente de Minian, 10 hombres judíos mayores de 13 años hacen comunidad, hacen congregación, y por consiguiente pueden exaltar el nombre de Dios. 10 hombres justos en Sodom hubieran exaltado el nombre de Dios, 10 hombres justos hubieran hecho comunidad y a su vez salvado la cuidad; pero no fue así, entonces la ciudad fue destruida. 

Precisamente es la Halajá, la cual establece los requisitos de un Minian, la que me permite, en esta ocasión, introducir el tema central que voy a presentar. Para empezar, me parece importante aclarar que de este concepto Halájico de Minian continuaré, como es nuestra tradición, estableciendo que el género anatómico al que se refiere es al masculino por cuanto la Halajá hace su legislación basada en la clara y especifica terminología de la Torá que en este caso es Eish, hombre. Sin embargo, en líneas generales, el tema que presento a continuación compete tanto a hombres como a mujeres.

Es de común acuerdo que para poder hacer Minian se necesitan 10 judíos; es decir, para poder exaltar el nombre de Dios en público es necesario un quórum de 10 judíos. En esto todos estamos absolutamente de acuerdo, no hay la más mínima duda al respecto; el problema Halájico surge cuando tenemos que entregarnos a la complicada tarea de determinar quién es judío. Pero, ¿por qué es complicada? La respuesta es muy sencilla y todos la sabemos de memoria, un judío es alguien que nace de una madre judía. Es a partir de dos fuentes de la Torá; a saber, Vayikra 24:10 y Devarim 7:1-5, que nuestros sabios en el Talmud, en la Masejta de Kidushin 66b, establecieron la ley que si uno de los dos padres de una persona no es judío, la persona toma el estatus de la madre; es decir, si la madre es judía, la persona es judía, si ella no es judía, la persona no lo es. La Halajá es muy clara en esto y no hay vuelta de hoja, quien haya nacido de una madre (comprobada) judía, es judío sin importar si esta persona practica o no, cumple o no, las Mitzvot de la Torá y las múltiples Hiljot a las cuales estamos sujetos todos los judíos del mundo. La única otra manera de ser judío, si una persona no nació de una madre judía, es por medio de un proceso de conversión aceptado por la Halajá. En esta ocasión no hablaré de conversiones al judaísmo y toda la controversia Halájica que le rodea, sencillamente hablaré de ser judío, nacido de una madre judía, y que a pesar de la claridad expresada puntualmente al respecto en nuestra sagrada Halajá, la realidad es otra; así como del dicho al hecho hay mucho trecho; así mismo, de la Halajá a la realidad hay ...una opinión rabínica.

Si bien, lo que presento acá no representa la opinión ni el comportamiento de la gran mayoría de las autoridades rabínicas, y más bien son casos aislados, esto que expongo tienen un impacto dentro de la cotidianidad de la ortodoxia y puede, a largo término, llevar a antagonismo entre nosotros mismos, y crear daño dentro del judaísmo haciendo que nuestro pueblo se separe cada vez más, cuando lo que necesitamos en estos tiempos tan oscuros es unificación, y encima haga que muchos judíos se alejen cada vez más de su judaísmo, cuando la solución está en manos de la Halajá que Dios nos dio.

Iniciaré esta exposición relatando una situación en el cual, abruptamente, un Beit Din bastante prestigioso y reconocido tanto en Norteamérica como en Israel, radicalmente estableció que un judío nacido de una madre judía ortodoxa no era judío. Me llega un caso en el cual una pareja de novios que jamás han convivido juntos desea casarse. El hombre es judío nacido de padres judíos, criado en las costumbres judías ortodoxas, educado en el colegio judío, pero no es observante de la Halajá; lo que yo llamaría un judío ortodoxo tradicional, donde todos sus documentos judíos y afiliaciones son ortodoxas pero no cumple la mayoría de la Halajá. La mujer no es judía y desea iniciar un proceso de conversión para así poderse casar bajo una Jupá y hacer una familia judía. Frente a esta decisión, ambos deciden emprender un recorrido de aprendizaje y práctica del judaísmo ortodoxo. Después de un buen periodo de tiempo aprendiendo y comprometiéndose con la Halajá, ambos llegan al punto de cumplir a cabalidad, Al Pi Halajá, Kashrut, Shabat, Tefila, Brajot, Tzniut, Shomer Neguia, etc; es decir, una vida judía ortodoxa. Pues bien, al llegar el momento de la conversión, el Beit Din establece que ella no está preparada para la conversión, aún cuando todas las preguntas que le fueron hechas las contestó sin falla y aún cuando su estilo de vida privado y público por casi dos años ha sido el de una persona judía. El motivo, porque su futuro esposo no es judío! Ella no se puede convertir si se va a casar con un no judío. De acuerdo al Beit Din, aún cuando el futuro esposo es de madre judía, debido a que hasta hace poco había empezado a observar la ley no puede ser considerado judío y más aún se lo debe castigar prohibiendo la conversión de su futura esposa para que así no se puedan casar y formar una familia judía. No solo le niegan la conversión a quien sin duda alguna va a ser una ejemplar judía sino que encima de todo establecen que el hombre no es judío aún cuando su madre es judía y él ha empezado a cumplir la Halajá. Entonces, ¿en dónde queda la claridad de la Halajá frente a quién es judío y quién no lo es? ¿Dónde queda nuestra Halajá del todo si al fin de cuentas está supeditada a la opinión de un rabino o de un tribunal rabínico? Aquí no se está cuestionando la conversión per se, un Beit Din la puede aceptar o no a opinión propia, lo que no se puede hacer es "establecer" que un judío nacido de una madre judía no es judío e ir en contra de nuestra sagrada Halajá. Esa es la cuestión que nos compete en esta ocasión. Como se ha presentado anteriormente, la ley es muy clara frente a quién es judío; sin embargo, como se ha expuesto, la Halajá es una e invariable hasta que una opinión rabínica decide cambiarla arbitrariamente. Esta es la problemática que existe frente a ser judío nacido de una madre judía dentro de la ortodoxia. En Norteamérica, para que una persona soltera se case, dentro de la ortodoxia, es necesario que el Beit Din local expedite un certificado de judaísmo. Y si alguien es judío pero el Beit Din "establece" que no es judío; entonces, ¿cómo se puede casar? Para ir más allá en esta problemática, ese certificado es el mismo que se necesita desde el año 2005 DEC si una persona soltera va a hacer Aliyah y esto ha llevado a una serie de problemáticas, hoy en día calmadas, entre los diferentes movimientos judíos actuales fuera de la ortodoxia. El caso que acabo de relatar es uno de muchos casos similares en Norteamérica. Lo que es incomprensible es que si la Halajá es una y es muy clara; entonces ¿por qué suceden estos casos y dónde queda la veracidad de la Halajá? 

El caso anterior es un caso individual; pero, ¿qué sucede cuando se pasa al registro general? ¿Qué sucede cuando toda una organización establece que aún cuando se haya nacido de madre judía no se es judío? ¿Dónde queda nuestra Halajá cuando existen opiniones rabínicas ortodoxas que establecen que determinada filiación a un movimiento en particular hace que una persona no sea judía del todo aún cuando haya nacido de una madre judía? Tal es el caso de la Agudat HaRabonim; cuando, en marzo de 1997 DEC, estableció que los movimientos conservador y reformista están por fuera de la Torá y por fuera del judaísmo dando a entender que nadie perteneciente a estos movimientos es judío así haya nacido de una madre judía. Si bien; la Agudat HaRabonim no es la mayoría de la autoridad rabínica en Norteamérica, fue necesario que el RCA, Rabbinical Council Of America, la rama rabínica de la Union Of Orthodox Jewish Congregations Of America, publicará inmediatamente una declaración disociándose de este "hiriente anuncio público que vuela en la cara del pueblo judío". Es obvio que la declaración de la Agudat va en contra de la Halajá y por ende el RCA tenía que pronunciarse. Si bien, actualmente la Agudat aclara que la idea detrás de esa declaración era la de que los conservadores y los reformistas dejaran sus sinagogas para unirse a las sinagogas ortodoxas y así regresar al único y verdadero judaísmo, el daño está hecho y muchos de estos rabinos de la Agudat, hasta hoy en día, consideran que el único judaísmo es el judaísmo ortodoxo y solo aquellos que lo siguen son judíos, los demás no lo son sin importar si son nacidos de madres judías.

Pero vayamos aún más lejos, dentro de la misma ortodoxia, hay sectores y rabinos que consideran a otros judíos nacidos de madres judías no judíos. Este es el caso del prominente rabino, ya fallecido, Rav Eleazar Menajem Man Shaj, cabeza del movimiento Haredi en Israel durante muchos años, quien emprendió una campaña incesable contra el movimiento Jasídico de Lubavitch, en donde llegó a establecer que nadie que pertenezca al movimiento de Jabad es judío. El rabino Shaj llegó al punto de declarar formalmente que la religión más cercana al judaísmo era Lubavitch, excluyéndolos absolutamente del judaísmo. Más allá de la opinión personal y arbitraria que lo pudo haber llevado a hacer estas declaraciones legales que influenciaron a sus seguidores hasta hoy en día, queda la pregunta abierta acerca de lo que la Halajá establece acerca de quién es judío y quien no lo es. Lo que habría que preguntarle a todos estos líderes rabínicos es; a saber, si ellos son judíos y siguen la Halajá al pie de la letra; entonces, ¿por qué están cambiando la Halajá a su mejor antojo para establecer quién es judío y quién no lo es, cuando la ley es tan clara? Lo más interesante de todo esto es que en ninguno de los casos mencionados se habla de Kared, no se habla de Kared con el Beit Din, no se habla de Kared con la Agudat, no se habla de Kared con el rabino Shaj y el motivo por el cual no se habla de Kared es porque para ellos estos otros judíos sencillamente no son judíos. Y esa es la atrocidad contra la Halajá y contra Klal Israel y en relación con esto hay que poner un pare y bajo ninguna circunstancia debe haber resignación y silencio frente a los arbitrarios designios de un rabino o un Beit Din. No hay duda que se es judío si se nace de una madre judía, cumpla o no cumpla la Halajá y las Mitzvot. La Halajá está por encima de la opinión arbitraria rabínica y eso mismo lo establece la Halajá. No podemos a nuestro mejor antojo determinar quién es y quién no es judío. La Halajá es la Halajá y está hecha para que todos la sigamos, ese fue el motivo por el cual Dios nos la dio. Entonces, nuevamente, ¿de acuerdo a la Halajá quién es judío? Es más, ¿cómo puede haber judíos nacidos de madres judías que no son judíos?