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Israel, tierra de promesas

Por: Bella Clara Ventura

¿De qué se nos acusa ahora?

En la mira, Israel se convierte

en flanco de miradas condenatorias.

Se ignoran sus bondades

porque el dedo acusador

sólo quiere descartar la realidad

de un  país que corresponde

al tamaño de un pequeño departamento

en cualquier parte del mundo.

Y es ese territorio tan diminuto

pero gigante en realizaciones

el que se hace presente

en todo momento de los desastres

acontecidos en nuestro planeta Tierra.

Acude con sus equipos médicos

a salvar alientos desvalidos,

a ponerle cura a los heridos

y a tender manos frente al dolor.

Lo hizo recientemente en el Nepal

o en Haití para siempre recordar,

su invaluable colaboración

ante la congoja ajena,

transformada en propia

en el momento del auxilio.

La estrella del Estado de Israel brilla

en cada rincón para decir aquí estamos.

Sí, Israel, esa diminuta medina,

foco de repudio

en el corazón del hombre

que no se declara abiertamente antisemita

pero que lo sigue siendo

cuando tilda a Israel de asesino.

Sólo se defiende,

como se le otorga el derecho

a cualquier nación amenazada,

rodeada de enemigos,

prontos a verlo destruido.

No, eso jamás ocurrirá.

Israel es nación que recibe

a diario bendiciones,

donde el espíritu divino se desnuda

ante un paisaje que se quiere en fulgor.

Sembrado de verdes y frutales

le señala al mundo

que siendo un desierto,

la mano trabajadora

le sabe sacar fruto a la tierra.

Y sin embargo,  ojos ciegos

no quieren ver esta realidad que honra

a un pueblo hecho para la ayuda,

para servir al semejante

cuando su alma decae

y las circunstancias de la vida

lo llevan a la pena.

Israel, ¿qué haría la Humanidad sin ti?

Tus científicos traen soluciones a los problemas.

Tus hombres se visten de generosidad

a la hora de la entrega.

Y el mundo sigue diciendo

que Israel no tiene cabida

porque el ejemplo que da duele.

Le recuerda a otros países

su deber con el ciudadano.

En el caso de Nepal fue a buscar a sus hijos

ante los ojos extrañados de otros individuos

dejados en abandono.

Israel ama a su gente.

Su gente ama a Israel.

Un nombre que resuena a la hora

de brindar brazos al trabajo de rescate,

y de una verdad que se inscribe en el alma

de aquellos que ven cómo Israel

se desvive cuando el abatimiento

golpea a los humanos

bajo soles y lunas de otros lugares.