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Al hijo malvado

Por: Raquel Goldschmidt

Cada persona ve con sus ojos, al hijo malo según su criterio. Para algunos el hijo malo es aquel que se casó con una persona no judía, le abandonan, le hacen el feo, y muchas veces hasta no cuentan con él dentro del círculo familiar. Para otros el hijo malo es aquél que se volvió un izquierdista, entonces es totalmente rechazado, es la oveja negra y se trata de no hablar de política delante de él porque “Qué vergüenza que la gente sepa”. Para otros es el de derecha, entonces se le enfrenta y se le echa en cara su “fascismo”, haciéndolo sentir lo peor que se pueda sentir. Para algunos es el mal estudiante, el pecoso, el que no cumple ninguna halajá, el que no trabaja bien, el que es ultraortodoxo y solo se dedica a estudiar, el que engaña, etc. Lo interesante es que la Hagadá de Pesaj propone a este personaje “vil”, como hijo, entre otros tres, pero en verdad, se puede hablar de cualquier persona.

Cuando en Pesaj se habla del hijo malvado no dice que sea el hijo malvado de tu familia, ni de tu comunidad. Solo presenta la pregunta que formula el hijo: “¿y esto qué es para vosotros?”, explica la Hagadah que este hijo se está excluyendo al decir para vosotros y no para él. Este concepto cabe también muy bien en la talla si se trata de una persona no judía. Como aquel antisemita que no tiene la capacidad de estudiar la historia para saber qué sucede, de investigar, de intentar sentir el dolor de la persecución de antaño o de los ataques actuales; para él es “¿ustedes por qué se quejan?” o “¿Ustedes por qué le quitan las tierras a los pobrecitos palestinos?”. Alguna noticia superficial escuchó y reaccionó, tal como el hijo malvado del que habla la Hagadá.

Según la Hagadá, al hijo malvado se le debe contestar de manera punzante. Interesante, que ¡hay que contestarle!, no hay que callar. ¡Qué error es callar! Cuántos judíos –y no judíos- murieron por haber callado. Cuánta gente calla y por ello sufren y hasta mueren seres humanos. La protesta de Netanyahu ante el congreso de los Estados Unidos, -la cual algunos consideraron no adecuada-, estaba exactamente en el punto a donde se dirige la enseñanza de nuestros sabios. Hacerse escuchar, aunque a “algún gobernante” le sonó que no dijo nada nuevo, o aunque a algunos les de vergüenza. Muchas veces hay que repetir y repetir, para que por fin se comprenda un concepto. “El no dijo nada nuevo”, dijo Obama, sin embargo, para ser algo que ya estaba dicho, fue curioso que recibiera la ovación que recibió. Es como si le dijera a mi hija, “te amo” y ella me contestara: “no me dices nada nuevo mami”. Solamente un hijo desprovisto de sentimientos me podría contestar así. Y aun así, con mayor razón, al hijo desprovisto de sentimientos, o al hijo malvado, hay que hacerle entender, diciéndole de diversas maneras hasta que entienda.

Al mundo hay que hablarle y habrá quienes entiendan y acepten con cariño lo ya sabido. Ellos, los sabios (como el hijo sabio del que habla la Hagadá), volverán a aplaudir y tratarán de propagar la enseñanza, el amor, el respeto, todos los valores que se han gritado una y otra vez. Solamente el hijo malvado –la gente que se niega a entender-, renegará, y se volteará al otro lado para seguir agrediendo. A ellos, hay que seguir contestando con dureza hasta que entiendan.

El hijo sabio, representa al hombre inteligente, es la gente que resuelve estudiar e investigar, a ellos hay que darles Hasbará, hay que promover clases en las universidades sobre judaísmo e Israel, porque es el que entenderá, y es el que promoverá la idea del bien, de la justicia y la defensa a toda costa. El hijo simple es una persona sencilla, que no ha tenido la capacidad de estudiar a fondo o que no podría entender toda la complejidad de la historia, a él hay que explicarle de manera sencilla, quién es el pueblo judío, por qué está regado por todos los países, por qué tiene derecho a desarrollarse como cualquier otro individuo, explicarle por qué debe existir Israel y de la manera más sencilla explicarle quién pone en peligro a quién. A él hay que repetirle con ejemplos quiénes son los que están atacando de muerte al mundo entero, es importante repetirle para que abra los ojos y no se deje manipular y cegar por el hijo malvado.

Finalmente aquel que no sabe preguntar, es el hijo que aún está creciendo y recién se entera de la problemática del mundo, para él, para todos los jóvenes del planeta, hay que promover en los colegios de elemental y bachillerato que se enseñe no solamente Shoa, también la historia del pueblo de Israel, también lo que es el judaísmo y los lazos de amor que unen al pueblo judío con el resto del mundo. Cada uno de nosotros seguramente tendrá alguna manera de enseñar, de mostrarle a un amigo, de opinar privada o públicamente.

Nuestros sabios dicen: “el que salva a una persona salva al mundo entero”, a esto se puede aplicar: “el que enseña a una persona, enseña al mundo entero”.

Pesaj Kasher Vesameaj a todos.