Por: Rav Daniel Shmuels
El arduo trabajo del establecimiento Haredí por reinterpretar y legislar un nuevo concepto de judío, basándose en parte en el espectro de las Hiljot dadas por el Rambam en su Mishná Torá, parecería de sobra cuando en la actualidad más y más denominaciones judías se alejan del tronco central de nuestra sagrada Halajá; la cual, en última instancia, establece el estatus de una persona como judía. Hoy en día tenemos tres grandes denominaciones que se llaman a sí mismas judías; a saber, ortodoxa, conservadora y reformista. Dentro de cada una de ellas hay varias subdenominaciones que se articulan alrededor de los presupuestos particulares de cada denominación. Es la relación de cada una de estas denominaciones con la Halajá la que establece el estatus de judío para cada una de ellas. Ahora bien, la pregunta que nos compete en esta ocasión es, ¿qué tanto debe incorporar una persona en su diario vivir para ser considerada judía?
De acuerdo a nuestra Halajá, la respuesta más extrema puede ser nada en absoluto desde que esa persona haya nacido de una madre judía; empero, como se ha mencionado anteriormente, ese concepto está cambiando día a día y no estoy hablando de la falta de modus vivendi frente a la Halajá sino a la conceptualización de lo que es una madre judía, lo cual dejaría a una mínima parte de la población en general como judía. Si se toma este presupuesto como punto de partida, debido a lo cuestionable de una línea materna verificable, aquellos que se consideran como conservadores y reformistas no forman parte del pueblo judío; entonces, ¿quiénes son judíos si las estadísticas proveen más de 15 millones de judíos en el mundo?
En esta ocasión, no entraré en detalle frente a la historicidad y análisis Halájico que llevó al establecimiento Haredí a determinar que las otras dos denominaciones no puedan ser consideradas judías. Debido a mi educación formal y a mi praxis personal, me restringiré al campo de la ortodoxia. Cabe anotar de antemano que la categorización que pretendo hacer a continuación no está estandarizada ni reconocida como oficial por ninguna denominación; en cambio, es una análisis personal frente a la problemática de unificación y diferencia que sufre nuestro pueblo hoy en día.
El asunto de las denominaciones y las diferencias entre el pueblo judío se remonta a tiempos bíblicos; de hecho, estas diferencias con sus consecuentes denominaciones y formación de grupos siempre ha girado en torno a la interpretación, o ausencia de la misma, sobre la Halajá. Si llegamos hasta nuestros días, es ese mismo factor el que determina quién es ortodoxo y quién no lo es. De repente, como por obra de magia existe una correlación entre una observancia Halájica y el ser judío; es decir, si alguien no cumple la Halajá no es ortodoxo y por consiguiente no es judío. Afirmación que no tiene ningún peso Halájico, pero que lamentablemente existe hoy en día dentro del establecimiento Haredí.
En la actualidad, dentro de la ortodoxia, se pueden observar 5 movimientos claros y definidos por su particular relación con la Halajá. Como lo he dicho en más de una ocasión, la Halajá en muchas instancias no tiene una sola opinión frente a la ejecución de una Mitzvá sino que tiene varias, usualmente oscilando entre una opinión muy estricta y una opinión menos severa. Estos grupos o movimientos de los que hablo se relacionan con la Halajá en ese espectro, desde aquellos que se adhieren a la opinión más estricta e inamovible, pasando por aquellos que siguen la opinión más indulgente y dinámica hasta aquellos que no incorporan ningún aspecto Halájico en su vida. De cualquier forma, todos ellos están cubiertos y amparados bajo el gigantesco manto que es nuestra sagrada Halajá.
Desde esa perspectiva las 5 sub denominaciones que encontramos hoy en día dentro de la ortodoxia son; a saber, los Jasidim, los Mitnagdim o Haredí, los ortodoxos modernos, los de ortodoxia abierta y aquellos que a título propio nombró como tradicionales, sin confundirlos con los Masortí de Israel o conservadores en la diáspora.
Los Jasidim junto con los Mitnagdim o Haredí son aquellos que conocemos como ultra ortodoxos y son ellos los que forman aquello que conocemos como el establecimiento Haredí. Dentro de cada uno de ellos hay diferentes grupos con diferentes Minjaguim –tradiciones- pero cuya adherencia a la Halajá es exclusivamente hacia la opinión más estricta e inamovible. Los Jasidim son los que llevan a cabo con más rigor la opinión más estricta de la Ley mientras que los Mitnagdim o Haredí en general cumplen la opinión más estricta al pie de la letra sin ir más allá de ella.
Hacia mediados del siglo XX surge un movimiento llamado ortodoxia moderna, donde sus miembros cumplen la Ley al pie de la letra pero se abren a una opinión más indulgente en muchos aspectos de la vida moderna y se alejan de los dos anteriores en su forma de vestir y en su desarrollo profesional, entre otros. Uno de los aspectos más controvertidos de este movimiento surgió a finales del siglo XX cuando se propuso la aceptación de pantalones como prenda femenina bajo el concepto que tanto el diseño como el material de esta prenda es diferente para mujeres que para hombres, más aún si se trata de pantalones grandes y sueltos. El establecimiento Haredí destituyó esta posibilidad porque de cualquier forma no ofrece el Tzniut –recato- Halájico debido a Pisuk Raglayim (el hecho que el movimiento de las piernas se vea, el cual está prohibido por la Halajá tanto para hombres como para mujeres y es por eso que muchos Jasidim y Mitnagdim utilizan un saco largo que los cubre hasta las rodillas conocido como Capote).
Ahora bien, hacia inicios del siglo XXI se establece como movimiento formal un grupo de judíos que abiertamente se adhiere a la opinión más indulgente de la Halajá, no solo en unos cuantos aspectos de la vida cotidiana sino en todos los aspectos posibles del judaísmo y del diario vivir. Pero su apertura no es solo frente a la Halajá ya escrita sino que asumen un rol activo en relación con los cambios sociales que existen dentro de nuestro pueblo y deciden legislar dentro del marco Halájico nuevas opciones para todos los judíos que quieran practicar un judaísmo ortodoxo, revitalizando de esta manera el papel activo y dinámico de la Halajá dentro del judaísmo. Este grupo se conoce como ortodoxia abierta.
Nos queda un último grupo, se trata de aquellos judíos que llamo tradicionales. Los llamo tradicionales porque tienen una identidad completamente judía aun cuando su proceder no cumple todos los requisitos de la Halajá y más bien sobre pesa una ausencia de compromiso Halájico. Estos judíos son partícipes de festividades como Pesaj, Rosh Hashaná, Yom Kipur, Janucá, Purim y Shabat, en su propia versión. Sin embargo, lo que hace que este grupo pertenezca a la ortodoxia son los papeles legales judíos que forman parte intrínseca de su vida; a saber, Brith Milá, Bar Mitzvá, Guiur, Ketubá, Guet, etcétera. Es el registro escrito ortodoxo de estos eventos lo que en último análisis los hace parte del judaísmo ortodoxo y es esa realidad la que nos da la posibilidad que muchos de ellos puedan regresar a una mayor observancia de la Ley, cualquiera sea la denominación por la que decidan optar.
Entonces, ¿por qué para ser judíos todos nos tenemos que adherir a la opinión más estricta si la Halajá misma nos da la posibilidad de tomar diferentes caminos y aún así seguir cumpliendo con ella y seguir siendo judíos? Más aún, ¿en qué parte de la Halajá o de una Teshuvá de alguno de nuestros grandes Poskim –eruditos en Halajá- se establece la necesidad de excluir a aquellos que no siguen nuestro parámetro Halájico para ser judíos?