Imprímeme

De Pinjas a Eliahu HaNavi

Por: Rav Daniel Shmuels

Nuestra sagrada Halajá junto con la eterna Torá del Todopoderoso nos dan las herramientas para vivir día a día dentro de un marco ético y moral de acuerdo a los estándares del judaísmo. Ese marco involucra todos los aspectos de la vida cotidiana sin importar donde nos encontremos. Ahora bien, el espectro que nuestra Halajá nos proporciona es lo suficientemente amplio como para optar por diferentes caminos, unos más estrictos y otros más indulgentes, y aún así cumplir con nuestra misión como judíos en esta tierra. 

Cuando hablamos de extremismo no sólo nos podemos referir al extremismo religioso sino también al extremismo laico, ambos pertenecen a una misma categoría y ambos pretenden anular la validez del otro con argumentos, valga la redundancia, extremistas. Si bien, hay una problemática social y antropológica de trasfondo en relación con la aceptación de la diferencia, es importante para nosotros como judíos entender el extremismo en todas sus manifestaciones para poder contrarrestar este mal que en última instancia está separando a nuestro pueblo.

Anteriormente, en este espacio, se expuso la Ka’aanut de Pinjas y cómo Dios lo recompensó por su acción. Si Jazal nos enseña que el camino apropiado es el camino medio y no el extremismo; entonces, ¿por qué Dios bendijo a Pinjas? Es más, ¿qué podemos aprender de ello y cómo se manifiesta ese aspecto dentro de nuestra Halajá en la actualidad? Para dar una posible respuesta es necesario regresar al texto bíblico y a todo lo que Mesora nos enseña acerca de Pinjas; lo cual, nos lleva a Eliahu HaNavi y al Brit Mila.

A pesar de la aprobación y recompensa que Dios expresa frente al acto de Pinjas vemos como semejante acto no es aceptado por el pueblo. No se trata de un acto de rebeldía del pueblo contra la voluntad Divina; sin embargo, en ese momento el pueblo mismo no podía ver con objetividad el verdadero regalo que Dios le estaba dando a Pinjas. En la bendición y recompensa que Dios le da a Pinjas leemos: “Atención, le doy a él (Pinjas) Mi pacto de paz”. La pregunta que surge inmediatamente es, ¿por qué darle a un hombre de pasión extremista, de fuerza radical y de intolerancia un premio tan opuesto a su personalidad y carácter? La respuesta es simple, porque más allá de un premio la recompensa es el antídoto a su extremismo. 

La repentina necesidad de alguien en responder violentamente, sin compasión humana y drásticamente frente al proceder particular de cualquier individuo es peligrosa para Klal Israel y por consiguiente exige una bendición de paz. Como nos enseña acerca de Pinjas el Netziv (Rav Naftali Zvi Yehuda Berlin) en su Ha’amek Davar: “En recompensa por cambiar la ira del Todopoderoso, bendito sea Él, Él lo bendijo con el atributo de paz para que su comportamiento no fuese tan irascible”. Así mismo el Rambam, en Hiljot Deot, nos enseña que el antídoto para un extremo es precisamente el extremo contrario; es decir, para Pinjas, quien actuaba violento, el antídoto era la paz. De acuerdo al Ktav Sofer (Rav Avraham Shmuel Binyamin Sofer); Pinjas, el temperamental, necesitaba moverse al extremo contrario de la violencia radical, al de la paz para lograr llegar al camino apropiado; el cual, es el medio normal en todas las categorías de disposiciones. 

De cualquier forma, Pinjas no es el único extremista en nuestro Tanaj. De hecho, la Haftara de Pinjas nos habla de uno más, entre los tantos que nuestro pueblo ha visto surgir una y otra vez. Se trata del muy querido y apreciado por todos nosotros Elihau HaNavi. Hoy en día Eliahu HaNavi es un símbolo de esperanza y alegría por su conexión con la llegada del Moshiaj; sin embargo, en principio nuestro querido y apreciado profeta fue perseguido por sus drásticas y severas medidas de Ka’aanut. 

El Tanaj nos enseña que cuando Eliahu huye al desierto temeroso de Izevel tiene una conversación con Dios en donde él dice que ha sido muy extremista (Kano Kineiti) de Dios porque los hijos de Israel han olvidado su pacto con Él. Jazal nos enseña que en este diálogo los reclamos de Eliahu son vistos con desprecio y duda por Dios; de hecho, todas las preguntas que HaShem le hace a Eliahu evidencian que su Ka’aanut está entrelazada con inseguridad, inflexibilidad e intolerancia. Nos enseña Jazal que Dios no busca el extremismo del profeta, en cambio busca su compasión por Israel. Al final de la conversación con Dios, Eliahu el extremista, cuyas pasiones y fervor fueron vistas como impuras, es removido de su labor como profeta. Entonces Jazal establece: “Pinjas Ze Eliahu!”, Pinjas es Eliahu. 

Esta acción le dió a Eliahu paz eterna y lo convirtió en el mensajero de paz y tranquilidad para Israel que es hoy en día para todos nosotros, su pasión por el extremismo se convirtió en pasión por paz, compromiso, mérito y resolución. Nuestra tradición nos enseña que todos los asuntos de duda Halájica serán resueltos con el regreso de Eliahu. Entonces vemos como Eliahu, el Ka’aani, pasó de extremista y proveer prejuicios sobre los hijos de Israel a ser amoroso y tener compasión por todo Israel. Esto es lo que la Halajá, como nos lo enseña Jazal, nos está diciendo acerca del extremismo: Hay que combatirlo con paz! La única manera de contrarrestar este mal, bien sea religioso o laico, es por medio de paz. 

Ahora bien; ambas historias de extremismo tienen un efecto sobre nuestra Halajá en un ámbito que no es puntualmente acerca de los deberes que debemos tener con nuestro prójimo, se trata del Brit. En el Brit Mila de todo niño judío, el Mohel recita el primer versículo de la Parshá de Pinjas y enseguida lo pone en el Kisei Shel Eliahu (el trono de Eliahu) y entonces el Mohel dice: “Este es el Trono de Eliahu el profeta quien es recordado por su bien”. Esto lo vemos en la actualidad como una manera de girar el posible extremismo (Ka’aanut) hacia una paz permanente en un momento donde reiteramos en nuestra propia carne el Pacto eterno de Klal Israel con el Todopoderoso.

La costumbre de poner al niño en el trono de Eliahu se remonta al momento en que Eliahu estaba huyendo del rey Ahab debido a que él había defendido con extremismo el honor Divino contra los pecadores de Israel que no querían llevar a cabo el Brit. Nuevamente Dios tiene un diálogo con él y nuevamente Dios ve como inapropiada su Ka’aanut puesto que no se puede culpar y castigar a toda la nación por el pecado de unos cuantos. Como consecuencia de esto, el Midrash nos enseña que Dios le instruye a Eliahu que esté presente en todos los Brit para asegurarse del cumplimiento de la Mitzvá. Pero el Midrash también nos enseña que ante los ojos de Eliahu existe la posibilidad que haya algún pecador entre los asistentes de la Mitzvá, quien quiera que sea, a quien Dios perdonara indudablemente; entonces, el que Eliahu esté presente en cada uno de los Brit pondrá a prueba su tolerancia por encima de su rigidez extremista para ser entonces un emisario de paz. Es por eso mismo que el Mohel dice en el Brit: “Eliahu, mensajero del Pacto, atención, el tuyo está delante tuyo, párate a mi diestra y permanece cerca a mi”. En este punto Eliahu deja a un lado su extremismo e inflexibilidad para compartir la responsabilidad y la felicidad de este momento para Klal Israel.

La gran lección de todo esto es que Dios no quiere ni exige de nosotros el extremismo, lo que Dios exige, por encima de todo, es el respeto y el amor por nuestro prójimo, la paz interna en cada uno de nosotros para no responder con radicalismos, fanatismos y extremismos. Si vamos a hablar de extremismos, el extremismo que Dios quiere de nosotros es el extremismo por la paz, el amor y el respeto para con nuestro semejante, eso es lo que nos enseñan la vida de Pinjas y la de Eliahu. Es nuestro deber como judíos amarnos y respetarnos, a pesar de nuestras diferencias, sin importar nuestro estatus o linaje o nivel de observancia. No debemos olvidarnos nunca que somos uno y como uno que somos no debemos jamás cerrar nuestras puertas a los demás y menos dentro de nosotros mismos.