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El Beit Avot una bendición comunitaria

Por: Jeannine Eskenazi de Himelfarb

Hay historias de amor, hay historias reales. Hay historias que nos cuentan y otras que vivimos. Esta es una historia que vivimos y quiero compartir con ustedes.

Mis padres vivían bien en su apartamento. Una pareja mayor cada uno con su trabajo y una vida acomodada. Aunque nunca habían pensado en la idea de irse a vivir al Beit Avot, en una ocasión fueron invitados a un Golden Age que es la actividad semestral que celebran en compañía de invitados de la comunidad y en la cual participa el rabino Goldschmidt y salieron encantados. Desde ese momento a mis padres les cambió la idea de lo que podía ser un lugar para adultos mayores. Ya no lo vieron como ese sitio donde la gente lleva a sus abuelos a vivir y los deja abandonados, un sitio que huele a viejo y tal vez a desaseo. Todo lo contrario. Vieron un sitio donde la vida podría continuar y mejorar sin tener que preocuparse por las cosas cotidianas como tener una empleada, hacer mercado, pagar cuentas. Más que un sitio de encierro, vieron en el Beit Avot una oportunidad de vivir mejor y más tranquilos, de tener más tiempo para ellos. En ese momento mi mamá ya estaba enferma y en estos casos sabemos que las cosas en vez de retroceder avanzan y Annette y yo como hijas pensamos que esta oportunidad podría ser lo mejor para ellos y lo fue.

Hicimos los trámites y en Febrero llegaron al Beit Avot. La bienvenida fue espectacular en todos los sentidos. Llena de calor humano y afecto. Desde el primer día se sentía amor en cada lugar y en todas las personas con quienes se iban relacionando.

Quiero contarles cada situación que se vive dentro de esta maravillosa institución, tanto de alegría como de tristeza.

Empezando por la Junta Directiva, que está al frente de cada uno de los detalles para que todo funcione a la perfección, la administradora y sus colaboradores prestan un servicio de lujo. Quiero mencionar a las coordinadoras que están pendientes del bienestar de los adultos mayores que habitan este lugar,  el personal de enfermería que en una forma muy profesional brinda la ayuda médica que necesitan los adultos mayores, las voluntarias que sacan de su tiempo para ir a acompañar a los abuelos a almorzar, a llevarlos a una cita médica o simplemente se sientan a jugar cartas o a escuchar sus historias de vida. Otras los apoyan, a través de su profesión brindándoles el apoyo que ellos necesitan. Algunas se encargan de hacer actividades recreativas y los acompañan en sus labores cotidianas.  El personal de aseo mantiene impecable todo, el personal del comedor y la cocina, de la lavandería, de la recepción y vigilancia, en general todo ese  equipo humano que hace que ese sitio funcione como un relojito.

Entrar al comedor es como entrar a un hotel 5 estrellas. Se siente amor por todas partes. Todo el mundo está pendiente de que no le falte nada a nadie. La limpieza y la pulcritud se ven en todos los detalles. Hasta las enfermeras privadas están pendientes de que los demás abuelos estén bien atendidos en el comedor.

Más que una casa para adultos mayores, yo diría que es un club. Hay actividades culturales, artísticas, sociales, salidas recreativas como paseos y vemos cómo el Beit Avot siempre está presente en todas las actividades comunitarias, culturales, los llevan a conciertos, teatro y hasta a ver las luces de navidad en esta época decembrina en que los judíos celebramos Janucá.  Entre las actividades internas está el karaoke, bingo, hay una sala de cine donde ven las últimas películas y a veces asisten a Cinemanía donde los consienten mucho. Tienen clases de pintura, de pilates, ejercicios aeróbicos, celebran los cumpleaños del mes el último jueves y prenden las velas de Shabat en conjunto, celebran las fiestas y tienen una sinagoga donde el minian cada vez es más concurrido. Tienen clases de tanaj y clases con los rabinos. Tienen un grupo de teatro dirigido por algunas voluntarias donde algunos actúan y recrean a los demás en el Golden Age que es un evento abierto a toda la comunidad. Han presentado más de 10 obras de teatro demostrando sus habilidades que tenían escondidas. Hasta peluquería tienen. Abajo está el salón Tropical Anita Burstyn, bautizado así por los alegres colores de su decoración donde juegan cartas, charlan y toman café.

El servicio a la habitación es excelente. Como en los mejores hoteles del mundo Room service. El que no pueda bajar al comedor llama y pide el servicio y a la mayor brevedad tiene el almuerzo, el refrigerio o la comida en su habitación.

Cuando se sirve un plato de comida delicioso, hay personas a quienes les gusta dejar el último pedacito para el final. Estoy dejando lo más hermoso e importante que tiene el Beit Avot para el final. Para que se deleiten con lo mejor. Y es el servicio de enfermería, que yo lo llamaría más bien servicio de atención médica personalizada. Es el servicio diamante del Beit Avot. Cuando recién mis padres llegaron a su apartamento me impresionó un detalle que vi en la mesita de noche. Un cuadradito pequeño y yo pensé que era un despertador digital. Me llevé la sorpresa de que es una alarma de emergencia que cuando se toca suena inmediatamente  en la enfermería y casi al instante acude el personal para atender la emergencia. Desgraciadamente nos tocó utilizarla y pudimos darnos cuenta de la eficiencia en el servicio. Y no hablo solamente del servicio tan profesional que prestan, sino de la calidez humana de cada una de las enfermeras y del personal en general que labora en esta institución. Las combinaciones de los turnos son excelentes. Si tuviera que escoger entre las jefes y las auxiliares quién es la mejor, no sabría decirlo. Se me vienen muchos nombres a la cabeza, muchas caras y muchos sentimientos de amor hacia ellas. Todos los implementos que se necesitaban para la atención de mi mamá, el Beit Avot los tenía. El cariño que expresan a los residentes y a los familiares es algo especial.

La responsabilidad y el orden son notorios. Cada residente recibe el medicamento que necesita a la hora exacta. El servicio de Emermédica es excelente.

A pesar de la situación tan dolorosa que nos tocó vivir con mi mamá, sentimos mucho afecto, mucho apoyo, nos pudimos dar cuenta de la eficiencia en el trabajo. Ayudan a un mejor vivir y también a un mejor morir. Sólo puedo expresar estas palabras que sentí este tiempo: gratitud, respeto, eficiencia, profesionalismo, servicio. Podría decir que en ninguna clínica habríamos tenido un servicio tan bueno como el que tuvo mi mamá en estos difíciles momentos. A veces los hijos tratamos de tener a los padres viviendo en un apartamento cerca donde podemos visitarlos un par de días a la semana y hablar por teléfono con ellos, pero no nos damos cuenta que eso no es calidad de vida. Permanecen solos casi todo el tiempo y más cuando es uno de los dos el que vive solo. El Beit Avot es ese lugar especial donde conviven con más gente, socializan, comparten, reciben la atención necesaria para su edad y sus condiciones, pueden salir y entrar cuando quieran, los podemos visitar y no es el encierro que nos imaginamos cuando pensamos en una casa para el adulto mayor.  

Para terminar quiero contarles acerca de una carta que dejó Einstein como legado a la humanidad, a través de su hija. Le pidió que no la leyera hasta muchos años después de que él hubiera muerto para darle chance a la humanidad de que evolucionara en algunos campos. “Hay una fuerza demasiado poderosa para la cual la ciencia no ha encontrado una explicación formal y gobierna a todas las otras. Esta fuerza universal es el amor.  Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida. Esta es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo”. Y el amor es lo que se respira en cada rincón del Beit Avot. Fue una institución concebida con amor desde su creación por ese grupo de soñadores que vieron viable la idea de construir una casa, o mejor un edificio pensando en las necesidades de aquellos que un día fueron el motor de nuestras comunidades y digo comunidades porque aunque es en Bogotá también han venido personas de otros sitios a vivir esta maravillosa experiencia en sus años dorados. La junta directiva aboga para que todo marche sobre ruedas y con la colaboración de otras personas, han logrado hacer de este lugar no sólo un sitio de excelencia, sino un foco cultural en nuestra comunidad. En el corazón de cada persona que trabaja allá hay mucho amor para dar y eso es lo que hace que los residentes estén siempre felices y recibiendo la mejor atención que se merecen.

En  medio de la tristeza por la muerte de mi mamá, mi hermana y yo sentimos una tranquilidad muy grande de saber que mi papá está tan bien acompañado y tan bien atendido. Que a pesar de la viudez no tiene que estar solo en un apartamento, sino que vive en un lugar excelente rodeado de cariño, amor y otras personas con situaciones similares. Sólo me resta decir gracias, gracias, gracias.