Por: Tyla Kellogg Gleiser
ND: Este bellísimo artículo fue publicado en la revista de la Pontificia Universidad Javeriana, por la exalumna del Colegio Colombo Hebreo Tyla Kellog Gleiser, estudiante de sexto semestre de Derecho y Comunicación Social con énfasis en Periodismo.
En el Colegio Colombo Hebreo (CCH) los estudiantes viven experiencias de multiculturalidad y aprenden a sentirse orgullosos de su doble identidad, como lo testimonia la autora de este artículo.
Cada vez que paso por el puente de la calle 153 con Autopista Norte me acuerdo de muchas cosas. Al fin y al cabo es la ruta que tomaba todos los días desde kínder hasta cuando me gradué del Colegio Colombo Hebreo.
El Hebreo es muy especial para todos sus alumnos, exalumnos, padres de familia, profesores y trabajadores porque es mucho más que un colegio: es el hogar de la juventud de la comunidad judía de Bogotá. Como lo dice el Gran Rabino Alfredo Goldschmidt, el colegio es “el pilar de la comunidad de Colombia”. Daniel de la Zerda, presidente de la Junta Directiva del Hebreo desde 1992 hasta el 2000, dice que la necesidad de una institución en la cual se pudiera forjar la identidad judía fue la que impulsó la creación del colegio en 1948.
Por su relevancia y trascendencia, el colegio tiene muy buenas relaciones con las demás instituciones judías de la ciudad y del país. Si bien cada una es independiente, tienen un vínculo muy estrecho y colaborativo. Los estudiantes y el personal del Hebreo están en constante comunicación con las sinagogas, Carmel Club Campestre, Beit Avot (ancianato) y los otros colegios judíos de Colombia con el fin de programar y realizar actividades que reúnan a la juventud con el resto de la comunidad.
Desde que entré a la Universidad me he preguntado muchas veces cómo sería yo si me hubiera graduado de un colegio distinto. Siempre llego a la conclusión de que no sería la misma porque el colegio me inculcó los valores del judaísmo y el sionismo; me enseñó a estar orgullosa de mi religión y a no temerle a la diferencia.
Jorge Alberto Mejía, rector actual del colegio, se encarga de que la identificación con Colombia esté siempre presente en los estudiantes. Por más de tener nuestra comunidad, es muy importante aprender a apreciar el país que nos ha brindado un lugar para vivir en paz y sin ningún tipo de restricción. A pesar de que Colombia ha pasado por situaciones muy difíciles, siempre nos hemos sentido en casa. Me di cuenta de que fue en el colegio donde entendí que ser un judío colombiano es algo excepcional porque no hay nadie más como nosotros en el planeta. ¡Tenemos lo mejor de ambos mundos! No muchos jóvenes pueden decir que el martes en la cafetería comieron bandeja paisa y que el miércoles almorzaron falafel* con hummus*.
No solamente recibimos clase de física y filosofía, también aprendemos hebreo y religión, espacios que permiten una conexión más espiritual con los estudiantes. El CCH no sería lo mismo sin sus horas semanales en las que los morim* y morot* y los rabinos nos enseñan desde las cosas más simples hasta las más trascendentales de nuestra fe.
La mayoría de los alumnos del Hebreo sienten un amor profundo por su colegio ya que este les brinda todas las herramientas necesarias para crecer y volverse personas solidarias y empáticas. Shanna Gleiser, estudiante de tercero primaria, dice que está muy contenta de estudiar ahí porque “aprende hebreo y cosas muy importantes de la religión”. A lo largo de su historia, el colegio ha graduado aproximadamente a 1400 estudiantes, todos con un fuerte sentimiento de pertenencia a la institución. Algunos de sus exalumnos más notables son Moisés Wasserman, Azriel Bibliowicz, Simón Brand, Mike Cusnir, Yonatan Bursztyn, Jorge y Mark Rausch.
Pero principalmente, el Hebreo es multicultural. Del colegio se han graduado algunas personas que no profesan la religión. Actualmente, el 10% de sus alumnos no son judíos. Santiago Pedraza cree que en su vida escolar aprendió a ser más tolerante con los demás. “Kabalat Shabat* con el rabino, Sucot*, Iom Haatzmaut* y todos los rituales hacen que uno cambie de perspectiva porque uno se apropia de ellos, así no haga parte de la religión”. Comer matzá en Pesaj* y manzana con miel en Rosh Hashaná* son tradiciones que muy pocas personas conocen, pero todos los que han pasado por el CCH entienden y aprecian.
Bailar rikudim* cantar melodías tradicionales, guardar el kashrut*, recordar momentos difíciles para nuestro pueblo, celebrar los festivos, hacer bar y bat mitzvah* y comer lo típico para cada festivo no sería lo mismo sin compañeros que lo compartan.
Haber corrido al coliseo para ensayar los bailes y las canciones para el acto de Iom Haatzmaut* fue único, así como almorzar en la sucá* con olor a pino fresco. Pero nada se compara con haber ido a la oficina del rabino incontables veces, abrir su cajón y sacar chocolates Lindt o Max Brenner. También fue muy especial escucharlo tocar Erev Shel Shoshanim, Od Lo Ahavti Dai o Noladeti Lashalom en su acordeón por los pasillos mientras estábamos en clase de matemáticas. Estas canciones se quedan en nuestras memorias para siempre, y cada vez que las escuchamos, nos acordamos de estos escenarios. Esta música es especial para nosotros porque además de oírlas en el colegio, las escuchamos mucho en nuestras casas ya que son letras que unen al pueblo: todos los judíos alrededor del mundo las conocen. Además, no tienen diferencias generacionales como el rock y el pop; abuelos y nietos las cantan al tiempo.
En el 2018, Israel y el Colegio Colombo Hebreo cumplirán 70 años. Será una celebración para demostrar lo importante que son la unión y la fuerza de las generaciones que van pasando para vivir como comunidad y como pueblo. La presentación de Iom Haaztmaut estará a cargo de los estudiantes y tendrá como objetivo reunir a toda la comunidad y asegurar el sentimiento de permanencia que tenemos.
Glosario:
*Matzá: pan ácimo, parecido a una galleta de soda, que se consume en Pesaj para recordar lo que comieron los judíos cuando salieron de Egipto.
*Falafel: bolitas fritas de garbanzo que se comen con pan pita, uno de los platos típicos de Israel y del mundo árabe.
*Hummus: puré de garbanzos que se condimenta con sal, ajo, jugo de limón y aceite de oliva y que se sirve como acompañamiento del falafel.
*Morim y Morot: profesores y profesoras.
*Kabalat Shabat: es el momento del rezo de la noche del viernes en la que se le da la bienvenida a Shabat, el último día de la semana que recuerda el fin de la creación mediante el descanso.
*Sucot (y sucá): festivo religioso en el que recordamos que los judíos deambularon por el desierto por 40 años. Se construye una sucá, cabaña de al menos dos paredes completas con techo hecho de materia prima sin terminar (como ramas y hojas de pino), para recrear la vida judaica del momento. Se hacen las bendiciones y se agitan las cuatro especies (etrog, lulav, hadás y aravá).
*Iom Haatzmaut: Día de la Independencia de Israel.
*Pesaj: festivo religioso en el que se recuerda la esclavitud y el éxodo de los judíos de Egipto.
*Rosh Hashaná: es la festividad del año nuevo judío, su traducción literal al español es “cabeza del año”.
*Rikudim: danzas típicas israelíes.
*Kashrut: normas alimenticias de la religión.
*Bar y bat mitzvah: ceremonia que celebra la mayoría de edad de la persona en la religión. Para los hombres (bar mitzvah) es a los 13 años, mientras que para las mujeres (bat mitzvah) es a los 12.
tkellogg@javeriana.edu.co