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Tecnología y Halajá

Por: Rav Daniel Shmuels

Los tiempos en los que nos encontramos actualmente están dando pasos enormes en relación con los avances tecnológicos y científicos en general. Estos avances se hacen para proveer un mejor y más fácil estilo de vida para la humanidad, un estilo de vida que está destinado a una mayor longevidad y bienestar físico, mental y emocional para todos. A su vez; estos avances, creados en muchos de los casos afuera del mundo judío, han sacudido el estilo de vida ortodoxo. Hablo de sacudir porque tales innovaciones han permitido que, sin advertencia alguna, nuestra sagrada Halajá se reactive en su función dinámica para eventualmente adaptarse a las nuevas propuestas científicas que se incorporan a la humanidad. 

Sin lugar a dudas, la sacudida más fuerte que tuvimos fue la introducción de la electricidad junto con la del automóvil. A partir de ese momento, los avances que vemos día a día resultan en una lista gigantesca que incluyen avances en el campo tecnológico, médico, químico, farmacéutico, etcétera. Son los Poskim (rabinos eruditos que deciden la Ley) de nuestra generación, los encargados de supervisar, analizar y a partir de ahí, decidir si cualquiera de esas innovaciones, en cualquier campo, está permitida por nuestra Halajá o si tal o cual innovación va en contra o no está contemplada por la misma. 

Ahora bien; cuando hablamos de tecnología específicamente, es factible que no veamos el aspecto complejo que ella en sí misma involucra en la cotidianidad del judaísmo. Nuestro pueblo, a través de su historia, ha oscilado entre momentos de extrema apertura a los cambios tecnológicos y científicos a momentos de total negación a cualquier posibilidad de cambio. En relación con este último tenemos desde la absurda oposición a tener asientos o calentadores en las sinagogas durante los devastadores inviernos de Europa oriental hasta la prohibición actual que existe en Williamsburg que las mujeres manejen automóviles o que tengan teléfonos inteligentes, porque ello va en contra de nuestra tradición. Estos ejemplos ratifican la necesidad que tenemos como pueblo de mantener nuestra Halajá abierta al progreso simultáneo de la humanidad y que muy al contrario de lo que podríamos creer, resulta una labor bastante compleja.

Cuando hablamos de Halajá y tecnología tenemos que tener en cuenta dos aspectos para entender su devenir dentro de nuestro judaísmo. Por un lado está la innovación como tal, el objeto que facilita o produce un efecto determinado, y cómo ella se puede incorporar en la cotidianidad de la vida judía. Para alivio de muchos, en la gran mayoría de los casos, yo diría que un 99% de los casos, un análisis profundo y apropiado establece que la innovación, cualquiera que esta sea, no va en contra de la Halajá y por consiguiente está permitido su uso. Es más, hoy en día, en la mayoría de los casos empezamos a utilizar esa nueva tecnología sin saberlo y sin realmente pensar si ella está o no permitida por nuestra Halajá, ese es nuestro nivel de adaptación como humanos y así mismo es la Halajá, intrínsecamente adaptable.

Ahora bien, por otro lado se encuentra el uso de esa innovación en Shabat y en Yom Tov. Ahí la cosa cambia y muchas de esas innovaciones resultan prohibidas durante esos días. La gran mayoría de nuestros Poskim se enfocan más en el estudio, análisis, resolución y legislación de este segundo aspecto por cuanto el primero resulta casi inherente a nuestro modus vivendi. 

Nosotros como judíos tenemos una entidad que desde el 1977 se dedica exclusivamente a esa labor y además se dedica a introducir nuevas innovaciones para facilitar el cumplimiento de Shabat y de Yom Tov. Se trata de Majon Tzomet, también conocido como el Instituto Zomet. La palabra Tzomet es un acrónimo de las palabras Tzevtei Mada VeTora que significa Equipos de Ciencia y Torá. El Instituto es una organización sin ánimo de lucro israelí de alta tecnología que se especializa en equipos de IT y en aparatos electrónicos destinados a cumplir con los requisitos Halájicos para los días sagrados; aparte de ello, también analiza aparatos ya existentes en el mercado mundial para modificarlos de acuerdo a la Halajá, haciéndolos entonces permisibles durante esos días. 

El instituto fue creado por Rav Yisrael Rozen, quien también fundó y dirigió durante muchos años la Oficina de Administración de Conversión al Judaísmo del Gran Rabinato de Israel. Hoy en día Rav Rozen, aparte de dirigir Tzomet, es Dayan (juez) del Beit Din (tribunal rabínico) para conversiones del Gran Rabinato. El aporte Halájico de Rav Rosen en el campo de la tecnología aplicada a Shabat e Yom Tov es incalculable para el mundo ortodoxo. El Instituto como tal está afiliado a la ortodoxia moderna, aspecto que resulta absolutamente fascinante por ser una entidad aprobada y promovida por el establecimiento Haredi. Esto puede deberse a que Rav Rozen, en sus análisis, consulta con diferentes autoridades rabínicas de dicho establecimiento para finalmente legislar. 

El Instituto Tzomet, aun cuando extremadamente pequeño, nos provee cada año, desde 1980 y contando, con Tehumin, una compilación anual de Psakim (legislaciones) acerca de la vida judía moderna, tecnología y Halajá. Si bien, para la gran mayoría de judíos resulta bastante sencillo incorporar o excluir el uso de alguna tecnología en el diario vivir o en los días sagrados, para muchos otros es indispensable tener una base Halájica que ratifique esa permisibilidad. Por ejemplo; hoy en día vivimos en edificios que prenden sus luces públicas con sensores corporales o que abren sus puertas públicas con aplicaciones de teléfonos inteligentes, ¿cuál debe ser nuestro proceder frente a ello? Son las respuestas a esos pequeños detalles lo que nos hace judíos observantes de la Ley. Son esas respuestas y análisis Halájicos los que mantienen viva nuestra Halajá, análisis que pretenden evitar una Ka’aanut (extremismo) donde no se puede usar nada nuevo en el día a día, mucho menos en Shabat, porque pone en peligro nuestras tradiciones y valores. Desde la perspectiva que se lo quiera ver, el aporte de Rav Rozen permite que nuestra Halajá continúe viva, dinámica y lista a adaptarse para los nuevos aportes de la tecnología. Entonces, ¿qué tanto estamos haciendo cada uno de nosotros en nuestra cotidianidad para mantener esa Halajá viva, dinámica y adaptable?