Imprímeme

¿Donald Trump, una caja de Pandora?

Por: Alter B. Himelfarb W.

ND: Interesante análisis nos envía nuestro amigo Alter Himelfarb desde Israel, en su artículo que fue publicado en “La Razón”.

Como lo canta el cantautor panameño, Rubén Blades, “Sorpresas  te da la vida, la vida te da sorpresas”.  Ciertamente no esperábamos que el presidente Trump saliera con ese positivo gesto de declarar lo que es cierto y verídico a la luz de la historia. No dijo ningún exabrupto.  Únicamente dijo lo que nadie nunca antes quiso decir desde 1947: la ciudad de Jerusalem es la capital eterna  del Estado de Israel.   

Habíamos mencionado en reciente Artículo, que el pueblo Árabe/Musulmán no tiene argumentos para reclamarla como de su pertenencia.  Si acaso, el único argumento real, es el de haber construido, durante el Califato del Emir Abd-al Malik, el santuario, -El Domo de La Roca-, entre el 689-691 e.c. y la mezquita de Al-Aksa durante la dinastía de los Omeyas, en el 715 e.c.  ¿Pero y cuándo murió Mahoma? Respuesta ¡56 años atrás!

¿Y por qué construyeron el Santuario exactamente en ese sitio? ¿Cómo y por qué llegan los Musulmanes a ese lugar? ¿Por qué? ¡Ah!, allí estaban los restos del templo de Salomón, el “Kotel” o “Muro de los Lamentos”.  De manera que lo construyen encima de los restos de una construcción de entrañable valor y significado para el pueblo judío.  Es su letanía y retahíla de que construido el Santuario, encima de lo que fue el Templo judío, “su dios Alláh es más grande que el Dios judío”.

Pero no son más, los argumentos que el mundo Árabe/Musulmán puede esgrimir.  Por donde se le mire, es inviable el capricho musulmán con respecto a Jerusalem. El Rey David entre el 1013 AEC al 973 AEC, (a 1540 años de distancia del nacimiento de Mahoma en el 570 EC.), le cantaba a Jerusalem palabras como éstas que aparecen en el Salmo 137, vers.5 y 6 y en otros: “¡Si me olvidare de ti, Ierushaláim, que mi diestra olvide su habilidad! ¡Péguese mi lengua a mi paladar si no te recordara, si no recordara a Ierushaláim en mi regocijo!”.  Igualmente, los Profetas también mencionaban a Jerusalem en sus amonestaciones al pueblo judío.

De manera que, aunque la declaración de Trump, no es vinculante, Jerusalem es la capital de Israel.  Y lo de Trump, realmente es sorprendente y valeroso, porque se trata de corregir un gravísimo error que viene desde la época de la partición, -1947-.  Hasta se creía que daría lugar a la III Guerra Mundial.  Y aunque el pueblo judío e Israel, serían quienes correrían con el riesgo de verse envueltos en esa supuesta confrontación, los mismos árabes musulmanes, han comprendido y han entendido que el torcido capricho de los “palestinos”, por Jerusalem, no da para tanto.

Siria tiene su propia guerra, aún inconclusa; Irak  tiene problemas con los kurdos, al igual que Turquía; Yemen tiene su guerra “civil”; Irán tiene sus problemas internos con las protestas de su población; Los países de la Península Arábiga, con todas éstas revueltas de corte religioso (Sunitas-Chiítas), tienen su “rabo de paja”, que prefieren no acercarlo a la candela.  Y definitivamente, la apariencia es que en la Península Arábiga, en la medida en que los príncipes herederos se culturizan y educan en universidades occidentales, de los Estados Unidos e Inglaterra, la apertura hacia un mayor conocimiento,  les ha convencido del capricho y lo antojadizo de Jerusalem para los “palestinos” 

Es increíble, pero nadie, absolutamente nadie, ningún historiador, ningún estudioso de temas como estos, ni la Academia, levantó su voz ante la ONU, para decirles: “están equivocados”.  No hay argumentos de los musulmanes, para reclamar a “Jerusalem Este” o como fuera, como capital de su país “palestino” que nunca antes tuvo existencia.  ¡Nunca! Revisando la historia desapasionadamente, se encontrará que la mal llamada tierra “palestina”, (por el bastardo emperador Adriano, quien cambió el nombre de JUDEA y SAMARIA), estaba habitada por judíos. Y lo cierto es que nunca antes hubo una gobernación o una administración palestina en  esta Tierra Santa.  ¡Jamás la hubo!