Por: Rav Daniel Shmuels
Motzei Shabat inicia la majestuosa festividad bíblica de Shavuot, una de tres fiestas de peregrinación conocidas en hebreo como Shlosh Et Aregalim. Shavuot es el magno evento donde el Eibishter se dirigió a todos los hijos de Israel al pie del Jar Sinaí y en voz propia nos entregó Los Diez Mandamientos; a saber, la piedra angular de nuestra sagrada Torá para todas nuestras generaciones y el pilar ético moral de la civilización occidental. Shavuot no es el momento en el cual Moshe Rabeinu, al mejor estilo de Hollywood, descendió del Jar Sinaí con las Tablas de la Alianza como equivocadamente se puede llegar a pensar sino el momento en el cual Dios se dirigió a todos y cada uno de nosotros verbalmente para entregarnos su Torá.
En el caso de este año, como en cualquier ocasión donde una festividad bíblica inicia al finalizar Shabat, es importante recordar que antes de encender las velas de Yom Tov es necesario recitar la siguiente Brajá: baruj hamavdil bein kodesh l’kodesh; esto significa, Bendito es aquel que separó entre la santidad (de Shabat) y la santidad (de Yom Tov). Las velas de Yom Tov se deben encender aproximadamente una hora más tarde del momento en que se encendieron las velas de Shabat para asegurarse que el mismo haya finalizado.
Debido a que es prohibido iniciar una llama en Yom Tov, más no está prohibido transferirla o aumentarla, es necesario antes de encender las velas de Shabat encender una vela de más de 24 horas para que de ella se pueda transferir el fuego a una nueva vela de más de 24 horas al finalizar Shabat; esta última, a su vez, será de la cual se transfiera el fuego a las velas de Yom Tov del primer día. Entonces, antes de iniciar el segundo día se transfiere el fuego de la vela aún encendida a otra nueva vela de más de 24 horas, la cual también puede servir como vela de Yizkor en el dado caso, para de ella transferir el fuego a las velas de Yom Tov del segundo día. Este proceder, un tanto complejo y un poco confuso, refleja nuestra responsabilidad Halájica frente a Shavuot, frente a todas las Mitzvot MiDeOraita y MiDeRabanan, frente a la siempre unificada Torá Shebijtav y Torá Shebealpe.
Para entender un poco más está responsabilidad Halájica eterna que tenemos todos nosotros como judíos nos tenemos que remitir a este imponente evento de Shavuot. Ahora bien, es imprescindible en este punto aclarar que Moshe no descendió una o dos veces de Jar Sinaí para esta ocasión específica de Matan Torá, como equivocadamente se puede cree, sino un total de 8 veces y cada vez más y más leyes fueron surgiendo.
Cronológicamente hablando, los hijos de Israel fuimos liberados de Eretz Mitzraim por el Eterno y nos encaminamos al Jar Sinaí donde el Todopoderoso nos acompañó de día en una nube y durante la noche en un pilar de fuego. Al llegar al pie Monte nos asentamos y entonces Dios citó a Moshe Rabeinu para que subiera.
Al encontrarse con el Eterno, Él le instruye a Moisés que le ofrezca un convenio a los hijos de Israel. Debido a todo lo que Él ha hecho por nosotros, Dios invita a los hijos de Israel a que seamos su amado pueblo por siempre en tanto nosotros aceptemos obedecer sus Mandamientos. Moisés baja del Monte para informar esto y entonces los hijos de Israel aceptamos este convenio sin aún conocer el contenido de los Mandamientos (Ex 19:1-8). El Señor entonces le informa a Moisés que Él tendrá una audiencia durante la cual todo el pueblo estará invitado a escuchar para de esta manera asegurar que Klal Israel crea en la profecía de Moisés. Después de ciertas preparaciones por parte del pueblo, una nube desciende del Monte cubriéndolo completamente y entre truenos y relámpagos, el pueblo entero escucha las “Diez Palabras” o el “Decálogo”.
Invadidos por el temor, el pueblo le pide a Moisés que los excuse de escuchar la voz del Eibishter y prometen obedecer todo lo que él les comunique en nombre de Dios. Entonces sube nuevamente Moisés a la cima del Monte y los Mandamientos son entregados a él uno tras otro. Al finalizar, baja Moisés del Monte y nos dice los Mandamientos y Klal Israel confirma su disposición a cumplirlos, en esta ocasión, sabiendo de qué se tratan. Esa noche Moisés escribe los Mandamientos por iniciativa propia y a la mañana siguiente se ratifica el convenio con sacrificios rituales y la respectiva lectura pública del documento (Ex 24:1-8).
Este relato es Halájicamente importante por varios motivos; empero, el principal yace en la aceptación por parte de los hijos de Israel frente a la propuesta de Dios de escogernos entre todos los pueblos como su pueblo elegido para representar sus Mitzvot acá en la tierra. El momento referido es en el cual el pueblo pronuncia las palabras Naase VeNishma, haremos y después escucharemos, el momento en el cual aceptamos el convenio. Este punto es crucial para el pueblo judío porque es el momento en el cual Klal Israel se convierte formalmente en el pueblo elegido de Dios, es la instancia en la cual todos los hijos de Israel, tanto en carne propia como en almas pasadas, presentes y futuras, como nos lo enseña el Midrash, se convierte al judaísmo. Sí, todos los judíos nos convertimos al judaísmo en ese momento histórico al aceptar sus Mitzvot!
A pesar del debate que existe entre el Ramban y Rashi acerca de cuándo dijo el pueblo Naase VeNishma, lo importante a subrayar es el hecho que estas palabras de aceptación se pronunciaron dos veces; a saber, una antes de conocer el contenido exacto de los Mandamientos, mostrando así un Kabalat Ol, yugo Divino, sin objeciones de ningún tipo y una segunda donde se conocía el contenido de las Mitzvot; lo cual, ratifica el Kabalat Ol de Klal Israel aún sabiendo aquello que Dios espera de nosotrso. Efectivamente, todos nosotros estuvimos presentes en Matan Torá, todos escuchamos a Dios, todos dijimos Naase VeNishma; es decir, todos nos convertimos en ese momento majestuoso en judíos, judíos para representar las Mitzvot de Dios en la tierra. Entonces si Klal Israel dijo Naase VeNishma y se comprometió a cumplir toda la Torá, Shebijtav y Shebealpe, ¿por qué hoy en día es tan difícil entregarnos a este compromiso que adquirimos ancestralmente? Es más, ¿por qué siempre encontramos la excusa perfecta para no cumplir a cabalidad nuestra misión en esta tierra como judíos?
He tenido la oportunidad de encontrarme con procesos de conversión en donde la parte judía desea la conversión más ortodoxa que pueda existir para que sus hijos sean sin duda alguna judíos; empero, su compromiso a las Mitzvot es mínimo o inexistente y en el mejor de los casos la parte judía propone ser Shomer Mitzvot durante un año pero no más allá de eso. Para reflexionar, ¿en qué momento los hijos de Israel dijeron Naase VeNishma pero sólo durante un periodo de tiempo determinado? Es más, ¿en qué momento se volvió Naase VeNishma un acto de elegir y escoger las Mitzvot y Halajot que se deben cumplir?
Debido a que la noche anterior a Matan Torá los hijos de Israel durmieron sin percatarse de la importancia de prepararse apropiadamente para el magno evento que presenciarían, nuestros sabios establecieron que la primera noche de Shavuot no deberíamos dormir; en cambio, es nuestro deber en la actualidad pasar la noche estudiando Torá para prepararnos y compensar la falla de nuestros antepasados.
Este estudio nocturno durante la primera noche de Shavuot lleva por nombre Tikun Lel Shavuot, en él encontramos la Meguilá de Ruth. Esta Meguilá contiene varios temas relacionados con Shavuot y por ello fue incluida por nuestros sabios en el Tikun. El tema más prominente es el hecho que Ruth, la moabita, se convirtió al judaísmo cuando decidió, por motivo propio, acompañar a su suegra Naomi de regreso a Belén a pesar de la persistente negativa de Naomi en que Ruth y Orfa regresarán a sus familias para casarse y tener hijos. Entonces Ruth le dijo a Naomi: “A donde tu vayas yo iré, donde tú te hospedes yo me hospedaré, tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios (...)” (Ruth 1:16-17).
Sin reparos, sin excepciones, sin peros, Ruth con sus palabras le dice a Naomi una nueva versión de Naase VeNishma, yo haré y después escucharé, yo acepto al único Dios del universo como mi único Dios, los Mandamientos que Él decretó para tu pueblo los seguiré por siempre, tus Leyes serán mis Leyes y las obedeceré por completo. Y así lo hizo sin ninguna objeción, tanto en recoger las espigas caídas de los sembradíos como en el deber de entregarse a Boaz para eventualmente casarse con él y dar a luz a Obed, el abuelo de Rey David. Entonces preguntémonos aquí, ¿en qué momento Ruth acepto el judaísmo con excepciones? Así como Klal Israel se convirtió en el pueblo elegido de Dios al pronunciar las palabras Naase VeNishma, así como Ruth se convirtió al judaísmo al aceptar todas las Leyes de Dios, así mismo nosotros debemos aceptar el Kabalat Ol sin ninguna excepción; entonces, ¿por qué no tomar esta festividad donde recordamos este grandioso regalo que nos dio Eibishter, este Matan Torá, para asumir nuestra responsabilidad Halájica como judíos?