Por: Rav Daniel Shmuels
En la Parashá de esta semana podemos observar la insatisfacción del pueblo judío aún después de 40 años de protección en el desierto que nos provee el Todopoderoso a lo largo de este tiempo. En este caso específico, surge en el pueblo un descontento general que los lleva a hablar en contra de Moisés y de Dios; debido a ello, el pueblo es atacado por serpientes venenosas. Paradójicamente, al ser víctimas de las serpientes el pueblo le pide a Moisés que rece por ellos; por lo cual, el Eterno le dice a Moisés que haga una serpiente de cobre y la ponga en un palo alto para que todo aquel que haya sido mordido la mire y entonces sobreviva.
La Mishná en Rosh HaShaná 3:8 nos enseña que no fue la serpiente como tal la que curó o mató al pueblo sino el acto que el pueblo elevó su mirada hacia el Creador en el cielo para entregar su corazón a Él y por tal mérito ser salvados; es decir, por tener el Kabalat Ol que en última instancia siempre debemos tener a pesar de nuestras insatisfacciones. Jazal nos enseña de este pasaje bíblico que toda enfermedad debe ser entendida como un mensaje de Dios para rectificar nuestro proceder espiritual pues siempre debemos tener confianza en que toda cura proviene del Todopoderoso. De cualquier forma, el Maharshá, Rav Shmuel Eidels, nos enseña en su Judushei Halajot que al mismo tiempo que debemos tener este reconocimiento de Dios sobre nuestra mejoría también estamos obligados a hacer uso de las medicinas que tienen poderes curativos porque en último análisis fue Él quien creó y crea todas las cosas en existencia.
Es así como nuestra sagrada Torá le da carta libre a un médico para sanar y la Halajá nos obliga a ir donde un médico para curar nuestras enfermedades, sobre todo si la vida de una persona está en riesgo; en tal caso, ambas partes, tanto médico como paciente, caen en la categoría de Pikuaj Nefesh. En pocas palabras, no debemos quedarnos esperando un milagro cuando el milagro lo tenemos delante de nosotros en forma de un medicamento. Tal como lo establece el Mejaber en Yoreh De’ah 336: “Aquel que no va a un médico para ser tratado es considerado como si él mismo estuviese derramando sangre”.
La Halajá nos recalca que tanto heridas externas como heridas internas deben ser tratadas apropiadamente por un médico y no sólo aquellas de carácter exterior o superficial. En nuestros días, hay muchas enfermedades de carácter interno que deben ser diagnosticadas y tratadas por el médico especialista apropiado. Es por ello que el Shuljan Aruj nos indica que dado el caso que un médico sepa de otro médico que sea más sagaz para tratar una enfermedad particular, es deber religioso del primero referirlo al segundo. A su vez, agrega el Mejaber, es obligación de todo enfermo buscar al mejor especialista para tratar su condición.
Por lo general, lo más apropiado es que un hombre vaya donde un médico hombre y una mujer vaya donde una mujer médico; sin embargo, siendo todos iguales, no hay ninguna objeción frente a una posibilidad contraria desde que sea el especialista indicado, acá sobre pesa la sabiduría del médico en la rama específica a tratar frente al género anatómico del mismo. En el caso particular de la ginecología, muchos Poskim establecen que lo más deseable es que una mujer sea tratada por una ginecóloga debido a motivos de Tzniut; además, está el valor agregado de la compatibilidad y entendimiento frente a la sensibilidad íntima femenina que representa este campo.
Actualmente existe una discusión entre nuestros Poskim acerca de cuál sistema médico prevalece de acuerdo a la Torá; es decir, si la Torá prefiere una sistema como la medicina occidental o si se inclina hacia una medicina alternativa. Uno de nuestros más grandes Poskim en materia de salud y medicina en el judaísmo es Rav Shlomo Zalman Auerbach, Z”L. De acuerdo a su opinión, la Torá permite que una persona escoja el método que desee; es decir, la Torá no favorece ningún método en tanto sea eficaz. De cualquier forma, cuando se trata de un asunto de vida o muerte la Torá prevalece el método que es utilizado por la mayoría de personas; esto, basado en el concepto Halájico de Ajarei Rabim Lehatot, seguir la opinión de la mayoría, que en este caso sería el de la medicina occidental.
Antes de tomar un medicamento, una persona no debe recitar ninguna Brajá si no tiene sabor o es amarga; empero, si tiene un sabor agradable se debe decir la Brajá respectiva. El Talmud, en la Masejta de Brajot 20a y el Shuljan Aruj 230:4 nos enseña que indistintamente del sabor antes de tomar cualquier medicina siempre debemos decir: “Yehi Ratzón Milfaneja A... Sheyehai Eisek Zeh Li LeRefuaj Ki Rofai Jinam Atá”: “Sea Tu voluntad Señor mi Dios que esta actividad me sane porque Tu eres el curador libre”. Es después de esto que debemos recitar la Brajá respectiva si aplica.
Después de un tratamiento médico exitoso el Rambam en su Hiljot Brajot 10:21 y el Mejaber en Oraj Jaim 230:4 nos enseñan que tenemos que decir: “Baruj Atá A... Rofé Jolim”: “Bendito eres Tú Dios el curador de los enfermos”.
Si alguien en el hogar está enfermo, Jas BeShalom, lo más apropiado es ir donde un erudito de la Torá para pedirle que este rece por él. Así mismo, es nuestra tradición, por medio de la Brajá de Mi Sheberaj, pedir por su pronta recuperación al finalizar la lectura de la Torá en los días en que es leída en público. En casos donde una persona se encuentre muy grave de salud, nuestra sagrada Halajá nos enfatiza en la posibilidad de cambiar el nombre del Joleh frente a la Torá por uno que tenga una connotación positiva y de vida pero siempre teniendo el apoyo médico necesario y no sólo supeditarnos a las plegarias.
De igual manera, es nuestra costumbre rezar Tehillim por un enfermo para su pronta mejoría. En la actualidad hay tres opciones para leer Tehilim en nombre de un Joleh; a saber, una corta, una estándar y una larga. La corta consta de leer el capítulo 20. La estándar y más usada en el grueso del pueblo judío consta de los capítulos 20, 30, 32, 86, 88, 91, 103, 142 y 130. La larga consta de 37 capítulos, seguida del Pesukim en el capítulo 119 donde se dice el nombre de la persona. Más allá de la Halajá, ha habido varios estudios estadísticos donde se ha demostrado la correlación del rezo con la recuperación de un paciente.
Dios nos salvó de las serpientes venenosas en esta ocasión, ahora está en nuestras manos hacer uso de las medicinas, la sabiduría de los médicos y nuestra fe hacia Dios para obtener la recuperación absoluta en dado caso.